PODEMOS FAVORECE EL ASCENSO DE VOX Y DE LA EXTREMA DERECHA

Félix Rodrigo Mora

El auge, mundial, en Europa y en nuestro país, de la extrema derecha, de los movimientos fascistas y neonazis, es preocupante. La cosa no es nueva, pues tenemos el caso de Donald Trump y ahora de Putin, comunista-fascista, presentado como héroe de la humanidad por los conspiracionistas, de ideología neonazi camuflada. Tal corriente se manifiesta en tres niveles, los partidos efectivamente constituidos como extrema derecha, es el caso de Vox; los grupos fascistas, neofalangistas y nuevos nazis explícitos y el magma embaucador y maquiavélico del conspiracionismo, que repite las consignas nazis haciendo una modificación semántica que lleva a las mentes a absorber lo esencial del programa neonazi sin que el sujeto así manipulado se dé cuenta.

Todo ello puede culminar, en unos años, en una explosión de fascismo de derechas, a la vez callejero e institucional en España, violento y brutal. Dada la crisis general del actual modelo de sociedad, que se está desintegrando a buen ritmo, las elites mandantes necesitan de un movimiento más o menos “de masas” que imponga en la calle, por la demagogia y la violencia, los intereses del ente estatal y la clase gran-patronal.

Hasta hace muy poco el capitalismo confiaba en la izquierda para capear el temporal, en una izquierda perversa y facinerosa, que no duda en enviar al aparato policial contra las clases populares, en entregarse a graves excesos represivos y mediáticos en el asunto del covid ni, llegado el caso, en echar mano de las pistolas para asesinar a los enemigos, reales o supuestos, del orden constituido, como hizo el PSOE creando el GAL. Para ello fue organizado Podemos desde el poder, en 2013-2015, para ser la nueva guardia pretoriana del ente estatal en los tiempos turbulentos que se aproximan, que ya están aquí.

Los cerebros que en la sombra idearon y planificaron la Operación Podemos, esperaban que el feminismo feminazi, seguidor a hurtadillas del mil veces criminal, fascista y genocida Manifiesto SCUM, se constituyera como movimiento parapolicial encargado de hacer los “trabajos sucios”, amenazar, agredir, censurar, dar palizas y asesinar, conforme a su consigna homicida, neofascista de izquierdas, “Machete al machote”.

Pero no contaban con el rápido desfondamiento, licuefacción y cuasi nadificación de la izquierda procapitalista, por tanto, de su sección más violenta, las feminazis[1]. En sólo seis años lo que tanto les costó lanzar y organizar, Podemos y sus sucursales, cientos de millones de euros cada año, está senil, viejuno y debilitado, lo mismo que su buque insignia, el feminismo dirigido desde el Ministerio de Igualdad y el Banco de Santander.

El fenómeno es mundial. La izquierda ya no es lo que era y además continúa declinando. Sus servicios, tan enormes, al capitalismo planetario, la han ido erosionando paso a paso en casi todos los países. Sus centros de emisión, Venezuela, Cuba, etc. están en retroceso, lo mismo que China marxista-fascista, considerada por casi todos como el infierno realizado sobre la tierra. La intelectualidad de izquierda, hace no tanto muy poderosa, ahora esta desaparecida, tras hacerse covidiana[2] obsesiva. Lleva ya años sin producir nada de interés ni valía, y su peso y presencia social son escasos, al mismo tiempo que levanta cabeza la intelectualidad de derechas, a ratos conspiracionista.

Así las cosas, los planificadores de la contrainsurgencia, especialmente lo más perspicaces, militares y policiales, en sus servicios secretos, lanzaron una mirada nueva sobre la extrema derecha y las bandas neonazis, que habían relegado a un segundo plano como instrumentos políticos. Y concluyeron que tenían que resucitarlos, puesto que los del otro lado, la izquierda, cada día eran más disfuncionales, menos numerosos, con menos base de masas y con menor ardor en sus militantes, a pesar de las enormes sumas que recibían y siguen recibiendo, pues son simples mercenarios, meras prostitutas políticas.

Donde primero se ideó la nueva estrategia fue en EEUU, por los servicios de contrainsurgencia del ejército y ciertas universidades trabajando al alimón. El resultado fue la llegada del execrable Trump, el multimillonario gárrulo y caradura, a la presidencia en 2017. Allí el uso procapitalista del conspiracionismo se manifestó efectivo, pues aportó a la extrema derecha trumpista apoyos nada desdeñables, gente entregada a fuer de “patriota” y votos.

Si se contempla con ojos críticos al conspiracionismo actual se observa que es continuidad de los partidos y grupos neonazis de hace unos decenios, con sus historietas sobre extraterrestres, su esoterismo de pacotilla, su diarrea mental permanente, sus masas analfabetas y acríticas dirigidas por jefecillos incultos, narcisistas y muy caraduras, vinculados a los servicios secretos de tres, cuatro y más países (cobrando de todos ellos) y así sucesivamente. Su monomanía, que existe un “poder por encima del poder”, constituido por los judíos, los masones y los jesuitas, que ansían apoderarse de todo el mundo, les pone en evidencia como lo que son, los nuevos nazis que han llegado (mejor dicho, que han sido traídos) para relanzar el fascismo y el nazismo en todo el planeta.

Lo que más favorece e impulsa a la extrema derecha y a los conspiracionistas/neonazis es la ejecutoria de la izquierda, en el gobierno y fuera de él. El estudio sobre que cada declaración en televisión de Irene Montero envía a unas 10.000 personas a votar a Vox, y a 100 sujetos/as a consumir necedades conspiracionistas[3], y que cada afirmación mediática sinvergüenza del exjefe superjefe Iglesias empuja horripilados a otros tantos/as a lo mismo, son creíbles y plausibles. Y eso sucede con todo. Por ejemplo, referirse en positivo al fraude del ingreso mínimo vital, lo decisivo del célebre “escudo social” con que la izquierda iba a proteger de la pobreza al pueblo, empuja a masas compactas a mirar hacia la extrema derecha y los neonazis…

No está falto de lógica el estudio sociológico, un tanto heterodoxo, que sostiene que el proyecto estratégico del CNI consiste en una intervención política en dos etapas. La fase A) impulsando a ese revoltijo patético de pijos y pijas que es Podemos, con sus tics de clase media ávida y logrera, para, como reacción contra ella, en la fase B), empujar a las gentes hacia la extrema derecha, el neofalangismo y los nazis. Lo cierto es que eso es lo que está ahora sucediendo. Porque la izquierda está creando lo que nunca ha existido antes entre nosotros, un neonazismo con alguna base popular. Y ello incluso en territorios hasta ahora muy poco proclives, como Euskal Herria.

En el presente, la derecha, extrema derecha, neonazismo y conspiracionismo son el enemigo principal, las tendencias políticas en las que concentrar las críticas y la denuncia.

Esto debe llevarnos a buscar aliados y apoyos entre las bases de la izquierda, cada día más alarmadas por el auge del extremismo fascista. La gente de izquierda que es realmente antifascista tiene que exigir el final de las políticas de la izquierda que llevan el agua, cada vez en torrentes más copiosos, al fascismo. Y tiene que exigir el cese, tras una crítica publica de sus enormidades, de los jefes y jefas izquierdistas que hacen el juego al fascismo. O actúan de ese modo o tendremos en muy pocos años un fascismo de masas activo en la calle. Vox está en los 4 millones de votos y continúa engordando. Por el momento, no es agresivo físicamente, pero llegado un momento se quitará la máscara y lo será, valiéndose de las bandas conspiracionistas, que giran en torno suyo, como partidas de porra y pistola. Las condiciones políticas, económicas y sociales exigen que sea así, que haya violencia como profiláctico de la acción popular. Mucha violencia, dado que muy grave es la crisis del sistema.

En su aplicación práctica por el gobierno PSOE-Podemos, el programa político de la izquierda actual ha resultado ser procapitalista y policial de un modo feroz y descarado. La pobreza se está expandiendo como nunca lo ha hecho desde hace medio siglo, con la subida de precios y la mengua dramática de los salarios, mostrando la inconsistencia teórica, estratégica y práctica de la izquierda. Aquí está la clave del ascenso de la extrema derecha y el neonazismo. El feminismo en todas sus variantes, que hasta ayer mismo era una fuente segura de votos, hoy es causa decisiva de pérdida de influencia para la izquierda, hasta el punto de que ya hay algún ideólogo de aquella que insinúa que debería aligerarse tal carga, para no caer en la irrelevancia política…

Porque, en la izquierda, al lado de las y los fanáticos irreductibles, que son los mejores servidores de Vox y el conspiracionismo, hay personas inteligentes, que contemplan con inquietud, y en algún caso con horror incluso, lo que está sucediendo. Pero debido al clima de terror interno que impera en la izquierda, que impide la rectificación de los errores y las modificaciones del rumbo, no es fácil introducir los cambios adecuados, mucho más cuando las jefas y los jefes actuales no tienen más meta que permanecer el máximo de tiempo en sus ministerios, cargos y poltronas, para amasar verdaderas fortunas. Por ejemplo, ahí están los análisis sobre la rapidez y solidez con que se enriquecen las jefas del feminismo, algo verdaderamente espectacular, que suscita indignación popular general, y eso que todavía no han comenzado a lucrarse con los 20.000 millones para “políticas de género” del nuevo presupuesto del Estado, ni con las partidas colosales que la UE está entregando para lo mismo, mientras la pobreza y el hambre se extienden por el país….

Eso hace que Vox esté creciendo aceleradamente en expectativa de voto, y que el conspiracionismo se haya apoderado de las redes sociales, donde hace sólo tres años dominaba Podemos y sus amigos de IU, Bildu, CUP, sectas anarquistas, etc. Esa colosal derrota en internet anuncia su decadencia social e ideológica, y llevar directamente a su bancarrota electoral. De ahí puede salir un Vox segunda (o quizá primera) fuerza electoral, con 7-8 millones de votos, y unas bandas neofascistas integradas por decenas de miles de personas…

La izquierda, para dejar de ser profascista de facto y poder cumplir alguna función antifascista, necesita, como mínimo: 1) revisar autocríticamente su adhesión a la “ideología de género”, 2) poner en cuestión su “anticapitalismo” de limosnas, 3) reconsiderar su estatismo furibundo y casposo, 4) diferenciarse de la gran patronal en los asuntos de la emigración, 5) pedir perdón por la violencia que ejerce contra los revolucionarios, contra quienes sostenemos el ideario de la revolución integral, 6) realizar un nuevo análisis sobre el momento en que estamos, ubicando en el centro de él a la gran crisis del sistema, que llevará a una situación revolucionaria en la que habrá que actuar como corresponde, a saber, intentado la revolución, 7) criticar a la intelectualidad aburguesada, marxista de palabra y millonaria de facto, 8) pasar a la ofensiva crítica contra el conspiracionismo, 9) poner en la picota la actuación covidiana, liberticida y exterminacionista, de toda la izquierda, 10) depurar el marxismo de ideas equivocadas, liberticidas e incluso fascistas, 11) exigir responsabilidades a los actuales dirigentes de la izquierda, incluidas las responsabilidades jurídicas por su rapidísimo enriquecimiento.

Eso es lo mínimo que deben hacer, para no ser arrollados por el fascismo en ascenso. Si pretenden ir más allá del mero antifascismo, hasta la revolución, deben unirse al movimiento en pro de la revolución integral, que pronto dará a conocer su MANIFIESTO, en una situación bastante favorable.

¿Lo harán? Su fanatismo, corrupción, inmoralidad e irracionalidad lo hace difícil…

Como el ideario izquierdista, marxista, socialdemócrata e izquierdista, resulta ser inoperante contra el fascismo, y dado que una notable cantidad de personas y colectivos está virando ahora hacia la derecha, extrema derecha y fascismo, se impone una actuación especial al respecto. La premisa de ella es que EL IDEARIO, PROYECTO Y PROGRAMA DE LA REVOLUCIÓN INTEGRAL SÍ TIENE CAPACIDAD DE ATRACCIÓN EN SECTORES TEMPORALMENTE ABDUCIDOS POR LA BASURA IDEOLÓGICA DERECHISTA Y NEONAZI.

Así pues, hay que ir a dónde haya gentes que se estén acercado al fascismo con dudas, o dudando de su anterior militancia neonazi, para atraerles al antifascismo y a la revolución.

Esta táctica fue aplicada por algunos en Alemania en los años anteriores al triunfo del nazismo, con buenos resultados. Dichas personas se introducían en los actos nazis de propaganda y, delante del público, refutaban a los gerifaltes hitlerianos, que se veían en situaciones comprometidas por su falta de argumentos y zafiedad. Si tal actuación la hubieran realizado más gente, quizá el nazismo no habría triunfado en 1933. Pero como fueron pocos y dado que la demente y reaccionaria política del partido socialista y el partido comunista hacia el juego de manera colosal a Hitler, éste accedió al gobierno en enero de aquel año…

Yo apliqué esa táctica hace años, cuando un grupo neonazi, de apaleadores, me comunicó que estaba en crisis ideológica y deseaba revisar sus presupuestos doctrinales. Accedí a un acto público con ellos, en el que desmonté con eficacia la teorética básica del fascismo, arriesgándolo todo en lo físico, con el resultado de que dicho grupo terminó de disolverse al poco, cesando con ello sus actividades violentas… Por ello fui muy criticado por la escoria humana que en esas fechas estaba constituyendo Podemos, bajo la dirección del CNI, y también por un sector del anarquismo, siempre socialdemócrata, cuando no anarcofascista. Montaron una gran campaña de calumnias contra mí, con su habitual falta de ética, ocultando que, 1) existe un audio con mi intervención en el evento, rotundamente antifascista, anticapitalista y revolucionario, 2) la organización neonazi desapareció, lo que es todo un éxito, 3) otros grupos de extrema derecha tomaron nota de lo sucedido, cayendo en confusión ideológica y reduciendo en mucho su agresividad y actuaciones. Nada de esto me sirvió como justificación, pues esa izquierda fascista y profascista, entonces aparentemente triunfadora, formada por los jefes de Podemos y los jefes del anarquismo, sólo buscaba agredirme y desacreditarme a toda costa, con desprecio completo por los hechos y la verdad, según les ordenaban sus jefes del CNI y de la banca, que eran quienes les financiaban y aún financian. Ha pasado algunos años, y ahora son ellos quienes sienten temblar la tierra bajo sus pies. Así pues, si entonces, en una situación muy difícil para mí, cumplí con mi deber cívico como antifascista y revolucionario con serenidad, lo mismo haré en el presente y futuro. Y si alguien de la izquierda fascista me calumnia de nuevo, de nuevo recibirá cumplida respuesta.

esfyserv@gmail.com

[1] Para que no queden dudas, los digo con claridad: LAS FEMINAZIS SON NEONAZIS. Neonazis de izquierda, que sólo se diferencian del movimiento neonazi de derechas en la retórica y los gestos. Capitaneadas por la ministra de Igualdad (¡qué sarcasmo contiene el palabro!) y por la inefable presidenta del Banco Santander, en representación no solo de este banco sino de todo el capital financiero español, son una de las reservas más importantes de violencia y terror del sistema de poder. Su problema es que cada día pierden apoyos por su ineptitud patética, brutalidad inhumana y maldad obvia. La gente de la calle las odia tanto como las teme y eso las está privando de apoyos e incluso de suficientes nuevas reclutas.

[2] De ese modo se denomina a quienes apoyan la política sanitaria de la OMS, el Ministerio de Sanidad y el gobierno de izquierdas PSOE-Podemos ante el covid-19, con su laminación (específicamente fascista) de las libertades individuales, sobremortalidad inducida, terror sanitario mediático, sobreacumulación de ganancias en las grandes empresas capitalistas, cientifismo cutre televisivo, fe ciega en la medicina institucional, autoritaria e irracional, crecimiento en flecha del Estado policial, deterioro de la estabilidad y salud psíquica de millones de personas y fragmentación de la convivencia en el seno de la comunidad popular. Toda la izquierda y toda la intelectualidad progresista son covidianas. Chomsky, timador teorético de la lingüística y anarquista, es una muestra de ello, al pedir al Estado de EEUU que confinase en campos de concentración organizados por el ejército a quienes se negasen a ser vacunados y se opusieran en la calle a la sinrazón pandémica.

[3] Definiré el conspiracionismo como una corriente de no-pensamiento, aunque sí de mucho movimiento en internet, que actualiza la “conspiración judeo-masónica” de Franco, Hitler y Mussolini en su teorética tontiloca sobre el “nuevo orden mundial”, que afirma que todos los males del mundo son causados por los perversos judíos, que se cree a pies juntillas el libelo fabricado por la policía zarista titulado “El protocolo de los sabios de Sion”, que arguye que masones y jesuitas deben ser exterminados, que sostiene necedades insondables sobre “la nobleza negra (sic) veneciana” y que, concluyen, al final, que el capitalismo (al que jamás denuesta) es estupendo, una ver purgado de judíos, y que el Estado ¡“no existe”! y además resulta ser excelente, en donde se manifiesta los muchos recursos dinerarios que ahora les llegan a los prebostes de la cosa desde las cloacas del Estado. Su esencia es procapitalista, empresarial, antirrevolucionaria, partidaria de la esclavitud asalariada, entusiasta del aparato estatal, parapolicial, racista, españolista, patriarcal/neopatriarcal y neonazi. Sobre todo, neonazi.