MANIFIESTO CORPORATIVISTA, RESUMEN
El pueblo euskaldun y el movimiento abertzale han estado sumergidos en las lógicas internas de la lucha político-armada durante varias décadas, y toda la dinámica rutinaria consecuente ha impedido el desarrollo de otros frentes de lucha así como la adaptación estratégica a la nueva época inaugurada por la hegemonía occidental del mundo y la globalización total del capitalismo.
Tras la derrota de la estrategia político-armada así como la claudicación posterior de las fuerzas abertzales, han comenzado a emerger los efectos de tales negligencias, a saber, que la nación vasca padece una crisis demográfica, identitaria, cultural, social y espiritual de carácter grave: la nación etno-cultural vasca es minoritaria en su propia tierra; se encuentra dividida entre diversas facciones políticas e ideológicas; la comunidad vascoparlante padece un proceso disolutivo en el entorno cultural erdaldun mientras que la tasa de natalidad de las familias vascas es una de las más bajas del mundo; y, a pesar de todo, no existe ninguna organización ni estrategia con el fin de solucionar tal penosa situación.
Ante dicho contexto, los corporativistas creemos que no habrá posibilidad alguna de conquistar la deseada soberanía vasca sin que antes no se asegure la supervivencia etno-cultural de Euskal Herria y se proceda al reforzamiento, tanto cualitativo como cuantitativo, de las fuerzas internas de la nación vasca.
Opinamo que la independencia política no podrá ser otra cosa sino la consecuencia de un proceso de revitalización y emancipación nacional, proceso de largo plazo cuya extensión pueda abarcar varias generaciones. Es por eso que reivindicamos la necesidad de una estrategia unitaria e inter-generacional.
Actualmente, la correlación de fuerzas impide una acción directa, por muy pacífica y democrática que sea, contra los Estados y sus colaboradores, por lo que nombraremos como “luchas indirectas” aquellas que, sin buscar la confrontación, sirvan a la revitalización y emancipación nacional. Tales luchas podríamos categorizarlas en cinco frentes: demográfica, económica, identitaria, cultural y espiritual.
Por la naturaleza de dichas luchas, tenemos claro que su proceder no pertenece al plano de la política institucional y pública, sino a la dimensión privada y comunitaria de la etnia, y las posibilidades que ofrece dicha dimensión.
En consecuencia, abogamos por la comunidad nacional euskaldun organizada como sujeto benefactor e iniciador de dicha estrategia de “luchas indirectas”, cuya organización y dirección iría regida por un movimiento político nacional, tal y como sucede con el sanedrín respecto a las comunidades judías, o con Hezbollah respecto a la comunidad chiita libanesa.
Defendemos la inter-dependencia entre las familias, vecinos y trabajadores como el elemento cohesionador y generador de la comunidad nacional, así como el camino emancipatorio respecto a los Estados y el Capital. Dicha inter-dependencia se apoyaría en las instituciones intermedias tradicionales, hoy por hoy en desuso, pero que antaño tuvieron una importancia fundamental: la familia, el batzarre, el auzolan, el comunal, la escuela, las juntas vecinales, milicias, ordenes monásticas, gremios, sindicatos, cooperativas, organizaciones culturales…
Tal inter-dependencia entre compatriotas se relaciona estrechamente con la idea de la economía circular intra-étnica, puesta en práctica actualmente por la diáspora judía y las comunidades chitas o mormonas: cada miembro o familia contribuye mediante recursos como el trabajo, la cuota o donaciones al presupuesto general de la comunidad nacional, y dicho presupuesto contribuye al financiamiento de empresas y servicios dirigidos, empleados y usados por y para los mismos miembros de la comunidad, de tal manera que se conforma una economía circular que favorece a que el mantenimiento del capital ingresado del exterior quede circulando dentro del grupo nacional, aumentando cada vez su poder y soberanía económica, como punto de partida necesario, hoy por hoy, para la acumulación de poder en otros frentes. Esto sería, básicamente, la esencia económica del corporativismo nacional: desarrollo nacional a través de una fiscalidad privada intra-comunitaria, iniciativa que podría perfectamente conjugarse con una rebelión fiscal contra el Estado.
De esta forma, el capital nacional generado por la comunidad corporativa organizada podría ser la fuente de financiación que permitiría las mencionadas “luchas indirectas”:
- Frente demográfico: proselitismo de la familia y la maternidad; apoyo muto de las familias euskaldunes mediante asociaciones de padres, grupos de tiempo libre para jóvenes y guarderías de barrio; apoyo y creación de empresas conciliadas con la vida familiar (jornada semanal de 28-30 horas) así como la lucha por dichas condiciones laborales; creación mutualidades de solidaridad para familias vascas…
- Frente económico: apoyo y promoción de productos nacionales, grupos de consumo y comercio local, a saber, la profundización y desarrollo de iniciativas existentes como Errigora o Basherri; apoyo y facilidades para jóvenes que quieran ingresar en el primer sector mediante iniciativas tales como Lurzaindia junto con lobbies de presión para que las instituciones actúen en defensa del hábitat y economía rural; profundización en la soberanía alimenticia mediante la promoción de una dieta adaptada a las posibilidades del suelo vasco, apartando, en la medida de lo posible, el alimento importado; apoyo financiero mediante préstamos sin interés para la pequeña y mediana empresa, cooperativas y empresas familiares, así como iniciativas emprendedoras siempre y cuando estén en sintonía con el interés étnico y nacional; creación de mutualidades y aseguradoras para trabajadores y sus familias; búsqueda de fuentes alternativas de energía…
- Frente identitario: con el fin de revitalizar el euskera y la identidad vasca, vemos como prioridad la defensa y promoción de espacios vitales, es decir, aquellos espacios sociales que permitan al individuo poder vivir plenamente en euskera y como euskaldun. Al principio a través de las instituciones intermedias (batzarres, asociaciones culturales, escuelas populares, grupos de ocio y deporte, organizaciones juveniles…), para después poder desarrollar hábitats, barrios, colonias o aldeas donde poder vivir 100% como euskaldunes (proyecto Bizitoki), fundamentalmente en aquellas zonas no vascoparlantes o capitales de provincia en los cuales los vascoparlantes sobreviven atomizados.
- Frente cultural: para nosotros el ser vasco en su plenitud no se limita al simple conocimiento del idioma: un euskaldun debe vivir como tal siendo el euskera el único idioma usado en su día a día, así como por la comunidad nacional y el movimiento político dirigente. Con el fin de reforzar y expandir el euskera, consideramos algunas iniciativas al alcance de la mano: producción y traducción de artículos, ensayos, libros y obras de interés nacional; producción y difusión de contenido audiovisual en euskera a través de prensa e internet; creación o apoyo de instituciones culturales intermedias tales como asociaciones, editoriales, escuelas y comercios relacionados con la cultura vasca; creación y participación de grupos para practicantes del euskera; apoyo y participación en organizaciones e iniciativas existentes de apoyo al euskera y la cultura vasca…
- Frente espiritual: las luchas planteadas no dejan de serlas a pesar de su naturaleza indirecta y pacífica, y todo combatiente requiere de cualidades pertenecientes a su naturaleza guerrera (el ethos de nuestros ancestros), siendo justamente aquellos valores que hoy por hoy son demonizados con la designación patriarcales. Dichos valores serían los siguientes: lealtad, honor, valentía, sacrificio, espíritu heroico, esfuerzo, trabajo, voluntad, perseverancia, ascetismo y autocontrol. De la misma manera, será necesario cuanto menos controlar aquellos atributos decadentes que se oponen directamente al espíritu guerrero: cobardía, debilidad, hedonismo, ebriedad, promiscuidad, pereza, condescendencia, avaricia, egoísmo o apego a lo material. Dicho cambio de paradigma en los valores, especialmente dirigido a la juventud, irá de la mano de la ejemplaridad de los dirigentes de la comunidad, así como el trabajo de las organizaciones intermedias.
Cuando un barco se hunde, la tripulación no duda en someterse a la organización y dirección de los capitanes y oficiales al mando sin que exista oportunidad alguna de debate o discrepancia. Euskal Herria es un barco en hundimiento, y es urgente direccionar con la máxima eficacia todas las energías disponibles para su salvación.
En ese sentido, tenemos claro que el movimiento político que lidere la organización de la comunidad nacional tendrá que cumplir con estas cualidades: organización y estructura fundamentada en la eficiencia, un liderazgo y jefatura basada en la meritocracia (merito basado en el compromiso a la acción militante), y la necesidad de transmitir dicha manera de ser militante al resto de la comunidad.
Dado el carácter del movimiento político fundamentalmente dirigida a la acción, gestión y coordinación de las cosas, vemos necesaria una estructura complementaria formada por los más sabios pensadores de la comunidad, cuya condición ajena a la acción del día a día servirá al pensamiento teórico, la planificación estratégica y el asesoramiento general del movimiento político dirigente.
Sin embargo, tanto unos como otros son y deben ser parte integral del sustrato popular, puesto que de ella nacen y a ella se deben, debiendo actuar desde la base. Bajo esta premisa cobran sentido las formas populares de organización y gestión propiamente vascas (batzarre, auzolan, comunal y milicias concejiles) en tanto que servirán como contrapeso a las estructuras de liderazgo cuya necesidad resulta de la operatividad y la eficiencia así como de la forma de ser natural de los vascos (la figura del buruzagi), procurando siempre un justo equilibrio entre la horizontalidad popular y la verticalidad guerrera. Vemos en el militante de Hezbola el arquetipo ideal, el cual es soldado en tiempos de guerra y trabajador en tiempos de paz.
Bajo nuestro punto de vista, dicho movimiento político tendrá que anteponer la nación euskaldun y sus intereses nacionales sobre toda clase de regionalismos o ideologías extranjeras, siguiendo este criterio siempre y cuando no contraríe el bien, la verdad y la justicia en términos absolutos: “euskaldunak lehenengo, euskara lehenengo” (los vascos primero, el euskera lo primero). De esta forma, como criterio empleado ante el análisis y juicio de cualquier cuestión, se deberá cuestionar si aquello beneficia o perjudica a la nación euskaldun para después posicionarse en consecuencia, priorizando siempre la unión de los vascos ante su innecesaria división.
Con el fin de favorecer dicha unidad nacional, proponemos un escenario de trabajo y colaboración entre las diversas fuerzas y sensibilidades que conforman el panorama euskaldun que bien podría servir como antesala de una estructura de proto-gobierno cuyo papel no pasaría de ser testimonial en un principio, pero que a buen seguro podría adquirir funciones reales propias de un Estado a medida que la comunidad nacional conquiste nuevas cotas de poder.
Por último, no dudamos en que la única manera de perpetuar la existencia, estructura e identidad de un sistema dado se basa en la elección y control de los flujos de entrada y salida a dicho sistema. En el caso de las comunidades tradicionales, es la endogamia cultural y étnica aquella que garantiza el control natural de flujos de entrada y salida.
En ese sentido, reivindicamos como positiva la preferencia endogámica del euskaldun a juntarse con sus compatriotas, en oposición a la tendencia general hacia la disolución y mestizaje étnico-cultural que se trata de imponer desde instancias estatales y globalistas. Al fin y al cabo, esa y no otra es la estrategia empleada por los diversos grupos tradicionales minoritarios (romaníes como ejemplo cercano) para sobrevivir en la adversidad, y el euskaldun no debería ser una excepción.