La Revolución Integral es la suma de la revolución social y la revolución personal

Advierte críticamente Tolstói que “todos piensan en cambiar el mundo, pero nadie piensa en cambiarse a sí mismo”. Cierto. Las ideologías mesiánico-economicistas-politicistas del siglo XIX, que son las que conoció, menosprecian la significación del individuo, del ser humano, en el proceso transformador global, pues lo consideran como simplemente un efecto necesario de las pretendidas innovaciones sociales, políticas, económicas, doctrinales y jurídicas por efectuar. En ello exteriorizan su naturaleza liberticida, totalitaria y estatista, pues todo régimen de tiranía ignora al individuo y a lo individual, dado que se propone su sojuzgamiento, cuanto más intenso y completo mejor. 

Tolstói acierta en eso a la vez que desacierta en muchos asuntos. Su comprensión del cristianismo es tópica y lamentable, al negar el nervio revolucionario que le impulsa, su pacifismo resulta una vulgar expresión de buenismo, su vegetarianismo una extravagancia antinatural, su “resistencia” al Estado una manera de conciliación con éste, su negativa a la revolución una expresión de su clasismo y así por el estilo. Empero, acierta también cuando se declara a favor del trabajo productivo y lo ejerce como zapatero.

Por lo demás, su aserción a favor de “cambiarse a sí mismo” naufragó en una batahola de confusión e inoperatividad, debido a que careció de un programa moral coherente[1].

Dejemos a Tolstói.

El ideario y programa de la revolución integral es el único que combina y hace encajar la transformación personal y la social. El único, por desgracia. Por eso choca con el pseudo radicalismo social que ignora a la persona tanto como con el “espiritualismo” de pega que no tiene en cuenta a la sociedad.

Dado que la condición humana es doble, a la vez personal y social, la acción transformadora ha de ser doble y tiene que realizarse paralelamente y a la vez.

Así aparece en “Bases para una revolución integral”, el documento esencial de la comunidad RI, y en mi obra, próxima a ser publicada, “Manual para una revolución integral comunal”. Esta se divide en dos partes, una dedicada a la revolución de la sociedad y otra a la revolución de la persona.

La suma de ambas constituye la Revolución Integral.

[1] En el libro colectivo “Ética y revolución integral” se encuentra mi artículo “El yo y la ética. Manifiesto a la juventud”, que se ocupa de este asunto, a mi entender con más coherencia y efectividad.