LA FORMACIÓN DE LAS CONDICIONES OBJETIVAS DE LA REVOLUCIÓN. Notas sobre mi libro “Autoaniquilación”

Ahora, cuando los factores de descomposición de las sociedades contemporáneas se agravan, amplían y aceleran, es apropiado estudiar el libro arriba citado[1].

Muchos creen que las formaciones sociales actuales, constituidas en los años 50 y 60 del pasado siglo, son invulnerables a la ley histórica del ascenso, estancamiento y caída de los sistemas sociales. Las tienen por imbatibles y eternas, por inasequibles a la revolución.

Para refutar esta fe irracional selecciono veinte elementos fácticos actuales, en tanto que agentes causales de crisis decisiva y descomposición primordial de dichas sociedades, y los estudio, demostrando que no sólo no tienen solución definitiva, sino que además se van haciendo más destructivos. Tales son los más significativos, pero pueden enumerarse muchos más de veinte, de efectos similares.

En ello hay dos defectos del libro. Uno es que, al estudiar la declinación de la fertilidad de los suelos agrícolas, con disminución de las cosechas año tras año, no pongo énfasis suficiente en la enorme crisis de pluviosidad, o crisis del agua, que azota ya a todo el planeta, lo que empeora el efecto señalado.

Otro es que no considero la guerra imperialista en ciernes, EEUU/China y UE-OTAN/Rusia, como factor de putrefacción. Esto se debe a que deseo estudiar las contradicciones internas, sin atender a la situación internacional. No es, por tanto, un error del libro, siendo cierto que el deslizamiento hacia una guerra mundial, cada vez más próxima, multiplica los factores de pudrimiento.

El libro está concebido y escrito en clave filosofía, aplicando ésta a la mejor comprensión de las sociedades actuales. En concreto, la filosofía dialéctica de Heráclito y Hegel, que prima el cambio y la transformación, la finitud y la liquidación, la destrucción de lo existente a partir de sí mismo para impulsar lo nuevo cualitativo.

Tomo como referencia la frase de Hegel, “todas las cosas están en contradicción en sí mismas”, lo que me anima a investigar que la fuerza resulta ser, al mismo tiempo, debilidad, y que aquello que impulsa hacia adelante empuja al mismo tiempo hacia la autodestrucción, aplicando esto a las sociedades de la contemporaneidad. Éstas, en efecto, están siendo asfixiadas por sus propias contradicciones internas, que las van ahogando.

Existe contradicción cuando algo es al mismo tiempo necesario, por tanto, beneficioso, y dañino, en consecuencia, destructivo. Esa unidad de lo imprescindible y lo aniquilador constituye una contradicción. Si predomina el primer polo, estamos en una fase ascendente de dicho ente, pero cuando lo hace el segundo polo, aquél se halla en descomposición. Esa tensión conflictual entre los opuestos que al mismo tiempo están unidos es lo que ocasiona el automovimiento de todo lo existente, fluyente siempre del ser al no ser. Para seguir, luego, del no-ser al ser.

Es infantil sostener que las sociedades actuales no comparten esa situación, por tanto, que no marchan hacia su negación dialéctica. Lo hacen, y cada vez a mayor velocidad.

Todas las formaciones sociales y todos los imperios, por fuertes que sean, alcanzan una fase senil, de liquidación tendencial, en la cual es viable su transformación revolucionaria. Si previamente a esto la revolución es imposible, con ello se hace posible. Posible no significa inevitable ni segura, sólo realizable. A ese escenario de posibilidad se le llama situación revolucionaria, de la cual puede, o no, emerger la revolución.

La situación revolucionaria, objetivamente constituida por el ascenso a principales de los factores de negatividad inherentes a todo orden social, se da cada cierto tiempo, de manera independiente de la voluntad humana. Son los momentos de gran crisis general de las sociedades, en las que éstas se desintegran tendencialmente. Si no estalla la revolución entonces, el sistema se reorganiza y estabiliza, aunque en precario, desapareciendo la situación revolucionaria. Ésta volverá a producirse en el futuro de nuevo, y si tampoco es convertida en revolución, la vieja sociedad tornará a ser una vez más estable, y así sucesivamente.

Los períodos de crisis inmensa e implosión holística constituyen el componente objetivo del movimiento de las sociedades en el tiempo, mientras que la voluntad de construir una nueva estructura social sobre las ruinas de la precedente es el factor subjetivo, que resulta del libre albedrio, en tanto que voluntad de intervenir y actuar de manera revolucionaria. Voluntad que debe tener un fuerte componente de verdad y exactitud, para que dicha intervención sea acertada.

Durante el siglo XX las sociedades europeas han conocido una fase de enorme crisis, guerras y descomposición en la primera mitad de esa centuria, aunque terminada la segunda guerra mundial eso cambia. La reorganización del capitalismo y del orden estatal tras está ha proporcionado más de medio siglo de estabilidad, consumo y paz. Ahora entramos en otra fase, de crisis aún más fuerte, multicausada y extendida que la que acaeció entre 1914 y 1950.

Además, las guerras imperialistas suelen devenir en descontento general y en revoluciones, lo que es probable que acontezca con la que está empezando.

Así pues, la formulación “sensata” sobre que la revolución no es posible, queda refutada. Quienes ahora quieren reformar el sistema (tarea imposible con las sociedades seniles, que son rígidas e irreformables incluso en lo mínimo), se encontrarán en un futuro no lejano viviendo una crisis colosal, e incluso apocalíptica, del actual orden social, con una cantidad enorme de sufrimiento, destrucción y muerte. ¿Qué van a hacer entonces, por donde va a aflorar su cazurro “realismo” en tales circunstancias?

Por mi parte, sé que la actividad de ahora es preparar la revolución, aunque no existe situación revolucionaria, porque cuando ésta llegue nada significativo podrá hacerse si previamente no ha habido un trabajo anticipativo en su favor. Esa es la razón del libro que os animo a estudiar.

Amiga, amigo, únete a la gran tarea de dar el golpe de gracia a la actual sociedad y construir una nueva.

[1] Su titulo completo es Autoaniquilación. El hundimiento de las sociedades de la última modernidad, 231 páginas, 13 euros, Potlatch Ediciones, 2021.