COMUNICADO CONTRA LA GUERRA ENTRE LOS ESTADOS DE RUSIA Y UCRANIA

Las guerras entre Estados deben considerarse como contiendas ajenas a los intereses fundamentales de todos los pueblos. El actual conflicto armado entre el aparato estatal de Rusia, ferozmente militarista e imperialista, y el aparato estatal ucraniano, opresor y explotador de su pueblo, no es una excepción. Nuestro deseo debe ser que los pueblos de Rusia y Ucrania aprovechen esta guerra para avanzar hacia la revolución, volviendo las armas contra sus dominadores y verdugos, los Putin y Zelenski. No contra estos concebidos como personas “malas” sino como expresión de sus aparatos de poder y mando, los entes estatales de sus respectivos países.

Los pueblos, y no los Estados ni los gobiernos ni los jefes, es lo que cuenta. Quienes no tienen la perspectiva estratégica de la revolución no “ven” a los pueblos, y siempre toman partido por una élite dominante contra otra élite dominante.

Rusia es la opresora histórica del pueblo ucraniano, con los zares y más aún con el régimen soviético, marxista-fascista y megacapitalista. Millones de ucranianos fueron asesinados, de muchas maneras, por los imperialistas rusos en los tiempos de la Unión Soviética. Se ponía la etiqueta de “nacionalistas ucranianos contrarrevolucionarios” a quienes defendían la lengua, la cultura y la historia de Ucrania, contra los Stalin y sus perros de presa, y se les exterminaba. Como consecuencia de ello, los signos de identidad del pueblo ucraniano están hoy debilitados y en grave peligro.

El régimen de Putin es meramente un continuador del imperialismo marxista-soviético. Él mismo es un fascista, a la vez de izquierdas (hizo su carrera en el partido comunista y el KGB) y de derechas. Por eso recibe el apoyo de todos los fascistas del planeta, de los de izquierdas (por ejemplo, la izquierda española, añorante de Stalin) y de los de derechas (por ejemplo, el conspiracionismo trumpista y neonazi), todos al alimón.

Ciertamente, el imperialismo germano/UE está vitalmente interesado en acogotar todo lo posible a Rusia, lo mismo que los EEUU, para lo que se valen de su lacayo ucraniano, Zelenski. La OTAN es el instrumento del imperialismo occidental en esa zona del mundo, y quien mueve, junto con Putin, la trama de la guerra y las matanzas. Dicho sea de paso, los LGTBI deberían mostrar ahora su agradecimiento a la OTAN, que tanto los ama y magnifica (incluso poniendo la bandera de ellos en su página web), alistándose como voluntarios para luchar contra Ucrania, en las filas del imperialismo occidental otanista…

Es risible que la izquierda fascista española sea ahora trumpista, conspiracionista y neonazi, con su apoyo más o menos solapado a Putin. Véase cómo todos son iguales, izquierdistas y conspiracionistas, la misma inmundicia reaccionaria, militarista, procapitalista y antipopular.

Insisto: lo que cuenta son los pueblos, no los gobernantes ni los Estados. Nunca apoyaremos a ningún aparato estatal, sólo a las clases populares que los sufren y padecen. En las presentes circunstancias animamos al pueblo ucraniano a combatir y derrotar a los invasores ruso-fascistas de sus tierras, desencadenando para ello la estrategia y tácticas de la guerra popular. Y, en un segundo momento, a volver las armas contra la clase mandante ucraniana, que ahora está personificada en el patético títere Zelenski.

Felicitamos a quienes en el interior de Rusia se oponen a la guerra de conquista de Ucrania, a pesar de que el criminal Putin ha ordenando encarcelar y torturar a miles de ellos. Los rusos con sentido moral y espíritu revolucionario tienen que aprovechar la coyuntura actual para alzarse en revolución contra sus opresores, los multimillonarios rusos y el Estado ruso-militarista-imperialista.

Esta vez, las gentes de Rusia han de hacer una revolución de verdad, no como la de 1917, que fue una pseudo-revolución, que incluso empeoró los horrores del zarismo, creando un megacapitalismo tan brutal e irracional, según la errónea y perversa teorética marxista, que resultó ser disfuncional, derrumbándose en 1991.

La revolución integral es universalista, y tiene que desarrollarse y avanzar como fenómeno europeo y mundial. Sus fundamentos son la libertad con responsabilidad, la democracia directa, la economía comunal, el derecho consuetudinario, la revolución axiológica y moral, la libertad de conciencia, la centralidad de la persona, la prevalencia de los bienes espirituales sobre los materiales, el espíritu de comunalidad y convivencia, la pluralidad desde la unidad en lo más básico, el armamento general del pueblo y la cultura popular autoconstruida.

Quienes dicen que no hay guerras justas, que todas son “malas”, esto es, los pacifistas y “antimilitaristas”, defienden a los opresores y dominadores organizados como Estado y como grancapitalismo, pues el fundamento de las libertades populares es la derrota de los opresores y el armamento general del pueblo, sin el cual no hay soberanía popular real. La noción de guerra justa es decisiva en el ideario, proyecto y programa de la revolución integral.

Ahora los pueblos de Rusia y Ucrania tienen que alzarse en rebelión, primero política y después armada, en guerra justa, contra sus verdugos respectivos. Y en lo que llaman España tenemos que denunciar a quienes jamás enfocan los problemas del país y del mundo desde una perspectiva revolucionaria, o sea, popular, transformadora y positiva, quedándose en un criticismo estéril, demagógico y reaccionario, puesto que nunca se propone cambiar los fundamentos mismo del actual orden social. En ello, el conspiracionismo se lleva en el presente la palma, hasta haber devenido en la nueva guardia pretoriana del capitalismo. Entre él y el movimiento de la revolución integral hay un antagonismo creciente, que tiene que resolverse por la critica y la lucha de ideas en los próximos meses.