Veo un hombre a caballo en la distancia. Frank Rubio

El abyecto espectáculo con el cual nos regalamos todos los días en Occidente está alcanzando cotas grotescas. Los esfuerzos por conseguir una libertad y felicidad crecientes instaurando la Paz Perpetua comienzan a dar (no podía ser de otra manera) sus amargos frutos. Nuestro castillo de naipes patrio, por comenzar por algún sitio, se ha venido ya abajo sin remedio. No sólo estamos quebrados en lo económico sino que en lo político hemos cedido cualquier ápice de soberanía al engendro europeo elaborado décadas ha por nuestros vecinos del otro lado del Atlántico. El 15M ha mostrado la nula capacidad de reacción verosímil por parte de aquellos a quienes han dado el matarile definitivo por décadas, tanto en lo económico como en lo social, me refiero a los jóvenes como a los asalariados. Lustros de adoctrinamiento camuflado como “educación” y el uso implacable de los mass media han ayudado a definir un paisanaje ginecocrático, convulsivamente conformista, quizás el más pasivo y corto de Europa. Un triunfo sin duda de la ingeniería social. Pero no olvidemos que en España el mal es la coyuntura para la acción y la catástrofe la acción desencadenada 1.

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