Pablo Iglesias llegó a la política institucional, esto es, a la politiquería, con un triple propósito, conseguir un máximo de poder, de dinero y de mujeres. Los poderes del Estado necesitaban a un marxista-fascista que manejase políticamente a las masas entontecidas y embrutecidas, bastante asustadas por la crisis de 2008-2014, con promesas desvergonzadas y demagógicas, principalmente de naturaleza monetaria, y él se lanzó a por lo que quería, más poder de mandar, más recursos financieros y más presas vaginales.
Todo iba unido. Su procedimiento es el bien conocido: convertir a las capturas femeninas en dependientes económicamente de él, con lo que le quedaban sometidas en lo laboral y, en consecuencia, en lo sexual, pues quien tiene el poder económico tiene el poder fornicatorio. Así pues, el caudillo de Unidas Podemos es un empresario, que, como tantos, viola a sus empleadas, lo que denuncio en un video, “Abusos contra las mujeres en las empresas”[1], editado en mi canal de YouTube.
Las jefas de Unidas Podemos van a la política buscando un único “bien”: dinero. Ellas no tienen otra meta que amasar sumas crecientes de numerario, pues así creen que se “liberan” como mujeres…. El poder les queda grande, pues la ideología feminista, al poner el acento en odiar (o sea, en odiar a los varones), las ha castrado intelectualmente, por lo que en este terreno son nulas, habiendo sustituido sus capacidades pensantes por una combinación de astucia sórdida y malicia maquiavélica. La sexualidad no las interesa por sí misma, al ser poli-frígidas a causa de la doctrina que profesan, pero sí como instrumento para enriquecerse. O sea, son rameras políticas y rameras a secas, pues como escribe Pilar López, “usan sus vaginas para alcanzar el éxito”.
Es el caso de la marroquí Dina Bousselham. Ella, como todas las feminazis que son jefas en Podemos, están al acecho de los hombres, a ver a quien pueden atraer al tálamo y luego chantajear, desplumándole. Para eso tiene el instrumento jurídico ideal, la Ley de Violencia de Género, que deja al varón inerme antes las acusaciones de las féminas malvadas, falsas el 95% de las veces.
Dina logró engatusar sexualmente al rijoso caudillo, y este la colocó como empleada política suya, dependiendo de él laboralmente, con lo que pudo violarla a satisfacción, eso sí, con la anuencia de la violada, encantada de ser usada como “objeto sexual”. Nada nuevo, por desgracia, como he expuesto. Era una de las tantas capturas sexuales de “ÉL”, todas sumisas por mor de la nómina. Aunque había un problema, Dina no se conformaba con su situación, pues ambicionaba ser primera dama, con el fin de atrapar un máximo de las masas monetarias, colosales, que aquél mueve y atesora. Pero Iglesias no quiso llegar tan lejos, dejándola como una más de su extensa nómina de propiedades vaginales.
Así las cosas, ella urde una estrategia para obligarlo a pasar por el aro. Da a conocer a medios periodísticos imágenes de su móvil en que ambos están, al parecer, apareándose, es decir, él violando a ella, en tanto que su patrono y empresario. Iglesias, sorprendido y asustado por la revelación al público de sus actividades, responde con maniobras locoides, poco meditados, para conseguir la tarjeta del móvil. Pero en vano, porque cuando la atrapa y se queda con ella meses e intenta destruirla resulta que ya se han hecho copias…
Entonces, de cara a su electorado (esa masa, felizmente decreciente, de necios, fachas y golfos), urde e inventa lo de las cloacas policiales. Asunto inverosímil, pues tales cloacas son de izquierdas, trabajan para el juez progresista por antonomasia, Garzón, y para el PSOE, que es el aliado de Podemos en el gobierno, no para el PP, o sea, que no se comprende la acusación, aunque es verdad que algo tiene que alegar, algo, lo que sea, para escapar de la quema. La parte más lúcida de los abogados del partido hacer ver a Pablo que esa estrategia convierte el asunto en delictivo explícitamente, y que eso es delicado, peligroso. El Jefe, en su desesperación, pierde los estribos y expulsa a tales abogados[2], calumniando acerbamente a uno de ellos, J.M. Calvente, también para amenazar con actos sobre cabeza ajena a quienes ya sabían la verdad de la historia.
Finalmente, ha de rendirse ante Dina y entregarla una sinecura especial, en pago por el sexo que le había proporcionado, la dirección de un periodicucho titulado La Última Hora, a la vez que impone a los militantes del partido la obligación de mantenerlo con sus suscripciones “voluntarias”. Pero eso no es todo y ni siquiera lo más importante. Muy probablemente, Pablo fue amenazado por Dina con denunciarle conforme a la Ley de Violencia de Género, lo que sería el final de su carrera política y el de su partido. Por eso, al verse atrapado por los c… debe ceder en toda la línea, “resarcirla económicamente” con una bonita suma y además hacerla directora de ese engendro periodístico. Esto último, insisto, es lo de menos, una simple humillación pública que la golfa fascista impone al caudillo fascista[3], porque lo sustancioso es la “indemnización” en euros, que seguramente está en una cifra redonda y rotunda, según se rumorea…
Pero, claro, el asunto ya había transcendido a la opinión pública, pues él mismo lo convirtió en un acontecimiento político y judicial al contar la bola de que habían sido las cloacas policiales, y ahora está pillado por todos los lados, de ahí su mutismo. Así pues, la cosa se había ido liando de muy mala manera para el caudillo feminista, aunque de muy buena manera para la gente decente, que está aprendiendo muchísimo con la historia.
Repasemos el obrar de Dina. Primero difunde las imágenes en que ella aparece, arrebatada y en éxtasis, siendo violada por el Jefe, pero una vez que éste, convenientemente extorsionado, ha aflojado la mosca y la ha puesto, además, un periodiquito, ella cambia de humor, recupera sus mejores sonrisas y se fotografía junto a Pablo con motivo de la inauguración del engendro mediático. Es decir, la feminazi/neonazi ha cobrado estupendamente bien sus “servicios”…
Eso es exactamente lo que propone el feminismo: asaltar a los hombres, acorralarlos, triturarlos, quitarles sus propiedades (si puede ser todas mejor), exterminarlos. Y eso es lo que preconiza Unidas Podemos, de la cual el Jefe se llama Pablo. Y eso es lo que ha hecho Dina. Lo mismo que decenas de miles de mujeres, anónimas, hacen cada año con docenas de miles de hombres, anónimos, porque el Estado ha otorgado a las mujeres el derecho, y también el deber, de urdir cientos de maldades por minuto contra los hombres de las clases populares. Lo diferente es que la inmensa mayoría de esos varones desconocidos no son unos violadores millonarios como Pablo, sino sujetos corrientes, infelices y pobretones, del todo inocentes.
Tal, como totalidad, muestra lo que es Podemos desde sus orígenes, una mezcla mefítica de rameras y violadores, de verdugas y victimas. De feminazis y machistas. De fascistas ellas y fascistas ellos.
Dentro del “partido de los círculos (sic)”, los hombres ahora están aterrorizados, más aún si cabe, pues si al jefe le han aplicado, de facto, la Ley de Violencia de Género, y le han hundido la brillante carrera, y le han birlado un buen pellizco de euros, ¿quién está a salvo? Los cuadros varones de aquél no encuentran otro marco para su libídine que sumarse a las cohortes del Día del Fascismo Gay, con la guardia civil ya incorporada a la mascarada y la Legión, co-fundada por Franco, que lo va a hacer el año que viene…
Las instituciones, en particular el CNI, que es quien ha hecho a Pablo y a su falange, están consternadas y aturdidas. Porque ellas, exactamente ellas, crean la Ley de Violencia de Género y aclimatan la ideología de género para triturar a los hombres de las clases populares, y resulta que esa normativa termina por machacar a su político más preciado, el bienamado Pablo, el salvador del capitalismo en estos tiempos de pandemias, confusión y desplome, el bienhechor por excelencia del Estado. ¡Cáspita! Es sistema se está estrangulando con sus propias contradicciones….
¿El futuro de Podemos? La cosa es de risa pero está al borde de dividirse en dos mitades, conforme a la ortodoxia de la guerra de los sexos, la femenina, de rameras políticas que acusan a la masculina de violadores, y la masculina, de violadores que se ven ya atrapados, o temen verse, en un laberinto de acusaciones e indemnizaciones. Lo dice el refrán: quien a hierro mata a hierro muere.
Incluso es posible que Dina tenga imitadoras y Pablo continúe recibiendo demandas de sus empleadas violadas, hasta agotar su patrimonio. Pero no hay cuidado, el poder constituido y el capitalismo lo necesitan imperiosamente, así que saldrá de ésta, también de ésta.
Quienes hemos sido víctimas de la violencia fascista y parapolicial de Podemos contemplamos lo que está sucediendo con esperanza y regocijo. Ellos han hecho contra mi cientos de intervenciones amenazantes, agresivas, calumniosas, y las siguen haciendo, aunque ya mucho menos. Ellos, ya antes de constituirse como Podemos, son los autores del libelo “Yo disparé contra Félix Rodrigo Mora”, que llama a la agresión física contra mí. Ellos han perseguido, calumniado, agredido, a docenas de personas próximas a mí, acción que, ésta sobre todo, jamás les perdonaré. Son horribles monstruos políticos, lo que hace de su partido un terrorífico nido de víboras. Me han originado un daño patrimonial, que en un último recuento, alcanza los 140.000 euros, desde 2012 hasta hoy. Los duros años de 2013 y 2014 ni los olvidaré ni los perdonaré, cuando casi cada día, se me lanzaban al cuello en las redes sociales y en la calle, únicamente porque yo era un obstáculo político y, sobre todo, moral, para su maldad, totalitarismo y neo-falangismo. Porque, al parecer, yo era un obstáculo para constituir su partido, el partido de las rameras y los violadores, el partido de los canallas fascistas.
Han pasado los años y el tiempo está poniendo a cada cual en su sitio. Yo soy un luchador por la justicia y la revolución comunal integral, y estos matones al servicio del capitalismo y del ente estatal tienen que responder por lo que han hecho. Y lo harán, RESPONDERÁN. No importa cuando, pero todos ellos irán ante tribunales populares para hacerse responsables de sus actos, para dar cuenta de sus atrocidades, agresiones e injusticias. Contra mí y, sobre todo, contra otros y otras.
Ni olvido ni perdón: revolución y castigo a los fascistas.
[1] El centro de la violencia sexual contra las mujeres no es, ni mucho menos, el hogar, ni tampoco la calle: es la empresa. Son violaciones impunes, diarias, aterradoras, cometidas por varones hetero pero cada vez más por lesbianas, crecientemente violentas, al estar llenas de inquina contra las mujeres. Y también por gays, que abusan de sus empleados varones. Por cada violación que tiene lugar en el hogar acaecen cien en la empresa, pero esta verdad está rigurosamente prohibida exponerla. Nuestro tiempo es tan degradado que en él nada es real y nada acontece si no aparece en televisión, pero como las televisiones, en manos del Ibex 35, el Estado y la gran banca, jamás va a referirse a la violencia laboral contra las mujeres pues ésta, simplemente, no existe…pero haberla la hay. Y muchísima. Y cada vez más.
[2] A uno de ellos, varón, le acusan de “acoso sexual”, la matraca infinitamente utilizada por mujeres carentes de sentido moral, feminazis/neonazis, en este caso utilizada por el partido “feminista”. Insisto: toda acusación ha de ser probada, no vale con el acto de acusar. La Ley de Violencia de Género, al “olvidar” esto, se convierte en fascismo judicial, en una aberración en el relamido e hipócrita mundo del Derecho. Que todos los juristas del país, con poquísimas excepciones, hayan callado ante esta monstruosidad muestra que no merecen ningún respeto, y que tienen que ser sustituidos por una justicia popular basada en el derecho consuetudinario y el autogobierno por asambleas. Manifiesta también, todo ello, el engaño que es la independencia del poder judicial, pues éste por razones políticas se pliega a una aberración sexista urdida por los politicastros. Aquéllos jueces y magistrados que juzgan, dictan sentencia y condenan de acuerdo a esa ley tendrán que responder por ello, aunque sea dentro de cien años. No nos olvidaremos de esta abyecta tropa.
[3] Si, ellos y ellas, en Podemos, son fascistas, en la variedad de fascistas de izquierdas, como expongo y argumento en mi video “Por qué Podemos es un partido fascista. En 25 puntos”. La necedad prevaleciente lo pone en duda porque, alega, fascismo es el del siglo pasado y sólo ése. Es como si alguien escucha la palabra “viajar” y la interpreta en clave de hace unas centurias, yendo a lomos de mula de un sitio a otro. Pero no, hoy significa viajar en vehículos a motor, porque todo cambia y se altera. El fascismo del siglo XXI es el de Podemos, IU, Bildu, ERC, etc. un fascismo actualizado y modernizado, muy principalmente de izquierdas, heredero del de Stalin, Beria, Pol Pot, Carrillo y el Partido Comunista de China. Cuando la descomposición general de la sociedad alcance su clímax eso quedará claro, sobre todo porque las feminazis serán las integrantes de las más agresivas formaciones parapoliciales (en realidad ya lo son), las que proporcionarán las mejores plantillas de torturadoras, pistoleras y asesinas al Estado.
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