¿TODO ES DIVERSIÓN?

En reciente entrevista Rafael Sánchez Ferlosio censura un estilo de vida, el actual, en que a su entender “todo es diversión, El ocio es lo único”. Inicialmente, es apropiado, a pesar de los histriónicos modos de profeta del Antiguo Testamento de que se vale. Pero la cuestión tiene mucha más miga.
 
Sánchez Ferlosio, nacido en 1927, es autor de “El Jarama” (que en 1955 recibe el premio Nadal) realización señera del “realismo social”, un ejemplo de la subliteratura del antifranquismo burgués. “El Jarama” es bazofia literaria, una ilegible nada estética, estilística y narrativa. Lo primero, por tanto, es sacarla de los manuales de historia de la literatura para situarla en donde debe estar, en el olvido.
 
Sánchez Ferlosio es hijo de Rafael Sánchez Mazas, uno de los fundadores de la Falange, fascista ilustrado y redicho. Estas familias, como dijo Manuel Fraga en un momento de arrebato, fueron fascistas cuando había que serlo y “demócratas” (él no ponía comillas) cuando era apropiado. De ese modo, hoy aquí y mañana allí, han conseguido mantenerse siempre arriba. El “realismo social”, en tanto que política cultural de la izquierda burguesa, entonces en la semi-clandestinidad, va preparando la alternativa de recambio al franquismo, de donde proviene el régimen que hoy tenemos, regido por la Constitución de 1978. Éste resulta de la alianza entre el capitalismo y la izquierda, concretada en el pacto en la Transición entre Adolfo Suárez (franquista de toda la vida) y Santiago Carrillo (jefe vitalicio del Partido Comunista).
 
El “realismo social” sustituye la literatura, en tanto que experiencia peculiar sobre las cuestiones decisivas de la condición humana, por la propaganda politiquera y el aleccionamiento partidista. Belleza, transcendencia y sublimidad son sustituidas por consignas pancistas y circunstanciales, inciviles y banales, cuya meta real es, a fin de cuentas, contribuir a ofrecer una salida al régimen franquista. Para tan deleznable propósito se violentó la noción misma de literatura con engendros como “El Jarama”.
 
Sánchez Ferlosio, ahora rigurosísimo “intelectual crítico”, se ha embolsado múltiples prebendas y momios. Si en 1955 le recompensan con el Nadal en 2004 recibe el premio Cervantes, muy sustantivamente dotado. Pero esto es sólo una parte, pues ha ido agarrando casi todos los galardones más importantes de la literatura (o subliteratura) española, docenas de ellos.
 
Si nos preguntamos, ¿qué permanece hoy como valioso de lo hecho por dicho antifranquismo? tenemos que contestar que, en puridad, nada. Puesto que lo concebía todo como propaganda el resultado es desolador. Hoy no hay nada que recordar de lo hecho por él. Su esterilidad ha sido total.
 
Este es el personaje. Pero en su denostación de la mentalidad hedonista prevaleciente tiene razón.
 
Diversión, ocio… Si el trabajo asalariado es un tormento, vivir en las ciudades una pesadilla, ir a la universidad una tortura, relacionarse con los demás una quimera, comprender lo que está sucediendo a través de los medios de comunicación un imposible e imaginar el futuro una causa de dolor, ¿qué le queda al individuo hoy? Sólo la diversión, mientras no se decida por la revolución.
 
Huir de la realidad, entontecerse con regocijos banales, embrutecerse con ocios pueriles, negarse a sí mismo, calmar la propia ansiedad y falta de sentido vivencial con drogas legales, drogas “ilegales” y alcohol, a la busca de “bienestar”. Mucha más por cuanto la izquierda, siempre burguesa y pro-capitalista, lleva decenios promoviendo el hedonismo, el felicismo (eudemonismo) y el epicureísmo. Ferlosio, literato de esa izquierda entregada al dinero y al Estado, por tanto, a la mentira, la propaganda y la demagogia, lo sabe bien. Su obra es también encomiástica de la patética vida de diversión, consumo y goces zoológicos que ahora de manera superficial y oportunista zahiere. Ciertamente, las cosas han llegado tan lejos en este terreno que hasta los más campanudos profetas del placerismo están cambiando de discurso.
 
El afán gozador está triturando al sujeto, lo ha triturado ya, hasta hacer de él una criatura hiper-degradada, tan disfuncional que es ya incluso inapropiada para el sistema. Despojado por el hedonismo y epicureísmo, obligatorios e impuestos desde el poder, de su condición humana, reducido a ser nada que renuncia a ser persona para divertirse y gozar, el individuo actual se ha desplomado en el averno de los subhumano. Ya no hay seres humanos, sólo caricaturas que disfrutan. Pero, ¿disfrutan o agonizan?, ¿se divierten o se autodestruyen?, ¿ríen o lloran? Porque la depresión y la tristeza crónicas suelen ser la realización práctica de las teorías felicistas.
 
En el libro “Seis Estudios”  dedico un capítulo al asunto, “Crítica de la noción de felicidad y repudio del hedonismo. La vida como esfuerzo”. A él me remito para los argumentos, las formulaciones y las propuestas. Los seres humanos, si desean ser libres o incluso si meramente desean ser, tienen que autoconstruirse con esfuerzo, con energía, con voluntad y con dolor, para adquirir vitalidad, grandeza, sabiduría, capacidad, aptitud para amar y alegría. Cada vida lleva indisolublemente incorporada una cantidad de sufrimiento, que todo ser humano tiene que admitir con entereza y además con júbilo, pues sólo a través de él y con él se puede llegar a ser persona.
 
El hedonismo es mera barbarie institucional, agresión a la persona, disfuncionalidad vital, multiplicación del sufrimiento estéril. El epicureísmo es incluso peor, con su cobarde pánico al dolor, su obsesión enfermiza por la felicidad y su miserable renuncia a vivir por miedo a sufrir. La vida es hermosa y magnífica en su totalidad, también en lo que tiene de sufrimiento inevitable porque a través de él nos elevamos sobre nosotros mismos.
 
El colocar el placer, el ocio y la diversión como metas, el hacer de la felicidad lo que pretendidamente nos realiza (para lo que incluso se ha inventado la noción de Felicidad Nacional Brutal, “otra forma de medir el bienestar” supuestamente en oposición al Producto Interior Bruto…) se arroja a la basura los valores, se niegan éstos de la forma más eficaz por taimada. Si lo que cuenta es el bienestar, como sinónimo de felicidad y epítome de una existencia entregada a gozar, ¿qué es de la convivencia, por tanto, del amor?, ¿dónde queda la libertad?, ¿y la verdad?, ¿y la virtud cívica y personal?, ¿y el bien moral?, ¿y la justicia?, ¿y la libertad de conciencia?, ¿y la voluntad como potencia agente del yo? ¿y la templanza?, ¿y el autodominio? En suma, ¿qué queda el ser humano una vez que aquello que le confiere consistencia resulta negado?
 
La vandálica cháchara sobre felicidad, bienestar, disfrute y goce es un asalto en toda regla a la noción de una sociedad sustentada en valores y un individuo autoconstruido desde los valores. Es la nueva forma que adopta la deshumanización, el renovado odio a la libertad, el novísimo rostro de la manipulación y la mentira.
 
Antes se dijo que el actual orden ha resultado de la alianza entre el capitalismo y la izquierda, y así es. Pero tras 40 años de tal coyunda la izquierda se está desintegrando, lo que la hace cada día más inadecuada para seguir en la vanguardia de la defensa del orden establecido. Su programa está agotado, no tiene discurso, carece de argumentos y es una nulidad propositiva pues sus fórmulas han sido negadas una y otra vez por la experiencia. No puede ir más allá de salir en televisión (en la caja tonta) a expeler promesas y más promesas, tan ínfimas, miserables e irreales que únicamente calan en los sectores más infantilizados y pánfilos.
 
Ahora está llegando el momento de la derecha, sobre todo en el terreno intelectual. Con el Ferlosio senil está Arcadi Espada, el nuevo campeón del pensamiento carca renovado. Éste, y sus colegas (Juan Manuel de Prada, etc.), lo tienen fácil, porque la izquierda intelectualmente hoy es una miseria y una ruina. Esta derecha remozada, petulante, bravucona, ¿qué propone? Por ejemplo, está el alegato a favor de la verdad de Espada, cargado de erudición,  impresionante en una primera lectura. Pero, ¿cuál es o puede ser el lugar de la verdad en el actual orden, sustentado violentísimamente en el aleccionamiento, en la conculcación de la libertad de conciencia, en la mentira? Espada es un farsante.
 
¿La libertad política y civil? Los nuevos derechistas y extremo derechistas braman en pro de la libertad, pero el actual régimen político es una dictadura política, de manera que están entregados a un turbio quehacer, el embellecimiento de la actual tiranía, valiéndose de una abstracta y mendaz retórica “libertaria”. ¿La ética? En un orden donde el gran capital multinacional ha magnificado hasta el paroxismo el dinero no hay sitio para lo axiológico, el bien moral y la probidad. Por eso tales intelectuales se hacen turiferarios de la descomposición de la vida social, de la liquidación de la persona, del cinismo, la desvergüenza, la sinrazón hedonista y la inmoralidad. En suma, Juan Manuel de Prada es otro farsante, pues el actual sistema es estructuralmente inmoral. Únicamente el ideario revolucionario puede ser verazmente moral.
 
Tal derecha intelectual no puede ser combatida desde la izquierda, porque ésta no dispone de argumentos ni de recursos intelectuales para ello, debido a que está en agonía tras cuatro decenios de ser la prostituta del capitalismo. Únicamente puede ser contestada y refutada, vencida, desde la revolución. La revolución si tiene, contra la izquierda y contra la derecha, un aparato argumental poderoso, y donde no lo tiene lo puede ir creando y lo va a ir creando, ya que su raíz es fecunda. Si hemos conseguido grandes logros poniendo en evidencia a la izquierda, siempre pro-capitalista, ahora vamos a hacer lo mismo con la derecha, igualmente pro-capitalista. Pero, hay que insistir en ello, quienes preocupados por el auge de la nueva caverna pretendan hacerla frente desde la izquierda se equivocan: ello únicamente es hacedero desde la revolución.
 
Necesitamos una revolución axiológica y una revolución política, económica y social sustentada en valores pero no en intereses, siendo su suma una revolución integral. Frente a ello el hedonismo y felicismo de la izquierda y la derecha es la anti-revolución.
 
 
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Esta entrada tiene 5 comentarios

  1. Piedra

    Y cuando a la izquierda la identifican con productos como "Potemos", todo esto es mucho más evidente. (Menos para esos "izquierdistas" que votan a su partido de turno).

    Saludos.

  2. David

    Llevate la propaganda de Podemos a otra parte,amigo.Aquí no es bienvenida.

  3. Anónimo

    Desde hace tiempo sigo este blog y seguro que las discrepáncias serian importantes con Juan Manuel de Prada al que también leo y estoy segura de que ni es un farsante ni es de derechas.

  4. Anónimo

    ¿Qué tiene de malo la profundidad señor Ferlosio?

    R. Que es un invento para los que necesitan algo indiscutible y por eso sacralizan las palabras. Las palabras sagradas no están ahí para ser comprendidas, sino obedecidas. La profundidad tiene buena prensa gratuitamente, pero no hay nada absolutamente unívoco, eso sería la suma tiranía. Las palabras tienen que ser profanas. Deben tener un agujero. Como decía Machado, el ventanal del fondo que da a la mar sombría: “Mas hoy, ¿será porque el enigma grave / me tentó en la desierta galería, / y abrí con una diminuta llave / el ventanal del fondo que da a la mar sombría?”.

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