Charla de Félix R. Mora sobre la necesidad de comprender correctamente el pasado, para entender el presente y proyectar nuestro futuro. Éste se construye también por la acción de los seres humanos, como acción que se proyecta. Los acontecimientos del pasado son experiencias a tener en cuenta, y podríamos comprobar que la historia hubiera sido distinta. Por ejemplo, la sociedad de la Alta Edad Media, y desembocar en la modernidad. Estudiar la historia con voluntad de verdad, de las lecciones de la historia, no como repetición de lo útil al poder político. Como la teoría de la historia hegeliana, que sirve a los poderes constituidos europeos magnificando el Estado. El Estado es una máquina de poder, no la culminación de la ética.
Las teorías de la historia son construcciones artificiales y ello le sucede también al propio marxismo, con su materialismo historia mecanicista.
Lo que interesa es la historia del pueblo, comprender ello con sentido de verdad y practicidad. Muchos procesos de la historia han terminado en experiencias horrendas como los campos de concentración. Necesitamos saber sobre necesidades sustantivas, por ejemplo, Espartaco y la Alta Edad Media, como grandes revoluciones de los valores, por ejemplo, las inmensas aportaciones del monacato cristiano revolucionario, y ello se proyecta sobre renovadas iniciativas como la nueva ruralidad con la proyección de valores hacia el conjunto de la sociedad. La historia como maestra de la vida, que decía Cicerón. La clave es la voluntad de verdad.
La historia debe centrarse en lo que ha acontecido, pero con objetivad y no como manipulación política. La teoría del progreso lleva a despreciar el pasado, y se olvida de que la gente común de hace 1000 años, que también podría ser portadora de valores éticos y han de ser objeto de respeto. Hay que valorar el pasado dialécticamente, con sus aspectos positivos y negativos.