Se evidencia que el feminismo es el peor machismo

En mis libros, artículos, charlas y videos he sostenido que el feminismo actual, feminismo de Estado o feminazismo, es la más pésima expresión del patriarcado, en la forma de neopatriarcado, y del machismo, como neomachismo.

Dicho feminismo es, en consecuencia, una agresión descomunal contra las mujeres, diseñada, dirigida y financiada desde el poder estatal, a las que se propone privar de autonomía, libertad, salud y mismidad. Al mismo tiempo, ese feminismo es un ataque político, ideológico, mediático, policial y jurídico contra los hombres.

Tales asertos están siendo probado por las noticias que van siendo conocidas sobre los jefes de Podemos, Sumar, PSOE y otras formaciones izquierdistas feministas. Algunos de dichos jerarcas, feministas de larga data, están incluso encausados por cometer violaciones. Otros son puteros confesos, tratando a las mujeres con un estilo y modo misógino muy contumaz. Pero lo conocido es sólo una parte pequeñísima de la realidad, pues todos los jefes y jefas del feminismo, con escasas excepciones, resultan ser machistas encallecidos, defensores de la prostitución y violadores.

Ya hace años alegué que Podemos, el partido feminista más extremista, era una conjunción de violadores y rameras, esto es, de abusadores de féminas y de mujeres que para hacer carrera política y para llenarse los bolsillos ansían ser violadas por los gerifaltes podemitas, sean estos varones o lesbianas. Ese revoltijo inmundo e inmoral emite frases y retórica feminista simplemente porque el Estado y el capitalismo le paga para que lo haga.

Durante años el tándem de violadores/rameras podemita me ha calumniado y perseguido, a mi y a personas de mi entorno, con una ferocidad y constancia asombrosas. Lo ha dejado de hacer cuando sus vilezas han sido conocidas por la gente de la calle, lo que ha devenido en diversos denunciados y encausados por forzar y violentar a mujeres de dicho partido. También, ha renunciado a tales prácticas fascistas cuando yo y las personas que me apoyan les hemos propinado contundentes respuestas, algunas convertidas en éxitos magníficos, que han quitado las ganas a estos fascistas de izquierda de seguir atentando conta mí.

Pero queda la otra parte, las mujeres rameras, que se ofrecen a los jefes de los partidos feministas para intercambiar sexo por cargos, o sexo por poder, o sexo directamente por dinero. En realidad, el feminismo es todo él prostitución política, pues consiste en emitir enormidades y mentiras sin base a cambio de muy sustanciosas gratificaciones llegadas desde las alturas del poder. Pero además está la prostitución y el puterío en sentido vulgar, como comercio carnal. De estos saben muchísimo los jefes y las jefas del PSOE, Podemos, Sumar, etc.

Para comenzar hay que decir que la prostitución es inaceptable, absolutamente inaceptable, de manera que llamar a las rameras “trabajadoras del sexo”, justificando y embelleciendo la prostitución, es una bellaquería. En segundo lugar, no es de recibo convertirlas en víctimas, negando su responsabilidad en el hecho mercantil sexual, como si toda la culpa fuera de los varones. Esta visión paternalista y victimista es específicamente feminista, la cual degrada a las mujeres a criaturas irresponsables, a menores de edad o débiles mentales que no asumen responsabilidades porque no son aptas para ser libres. Ese es el meollo del victimismo feminista. Ahí esta su naturaleza neopatriarcal y neomachista.

En la prostitución tan responsable es la mujer que ofrece sexo por dinero como el varón que compra sexo con dinero. Ambos deben ser rechazados y denunciados, mucho más cuando se desea, por una sección mayoritaria del feminismo de Estado, convertir a la prostitución en una profesión tan honorable como cualquier otra. No.

Luego está el auge en flecha de la prostitución masculina para mujeres. Algo de lo que se habla poco cuando casi cada día se abre en España un nuevo prostíbulo destinado a que las mujeres con poder y dinero, buena parte de ellas de ideología feminista, compren sexo. Si las casas de lenocinio para hombres son intolerables, igualmente lo son las casas de gigolós y putos para mujeres.

Algo terrible, escandaloso y repulsivo hasta el límite es lo que está sucediendo en Senegal. Este país africano ha sido convertido en un prostíbulo a escala colosal para que las mujeres europeas encuentren allí carne humana destinada a satisfacer sus apetitos genitales. El país todo él está siendo envilecido e incluso devastado por su conversión forzosa en inmenso lugar de puterío, donde los jóvenes autóctonos, cientos de miles de ellos, viven del comercio sexual. Tal es el despeñadero en que han caído millones de féminas europeas, tan liberadas y emancipadas ellas, que se aprovechan de la pobreza de la juventud senegalesa masculina de una forma realmente asquerosa.

Ya se hizo lo mismo con varias ciudades de Turquía, donde iban depravadas y desquiciadas mujeres europeas a comprar sexo, a prostituir a los varones del lugar. Y, al parecer, se sigue haciendo, pero la demanda de carne humana es tan grande que el negocio se ha extendido a diversos países africanos, a Senegal en primer lugar.

Tal es una de las consecuencias de la demencia, maldad, mentira e inmoralidad del feminismo. De su culto por el Estado y de su veneración por el gran capitalismo. De su naturaleza contrarrevolucionaria, policiaca, paranoica, feminicida, agresiva, fascista e inmoral.

Anexo. Sobre estas cuestiones están mis libros, Feminicidio o autoconstrucción de la mujer, así como Manual para una revolución integral comunal. También, en esta web hay numerosos artículos sobre el asunto, así como vídeos en mi canales de Youtube y Odysee.