Esteban Vidal
En la remota Antigüedad la comunidad de guerreros reunida en asamblea constituía la comunidad misma. Mujeres, niños, libertos, extranjeros y esclavos quedaban absolutamente excluidos del ámbito de decisiones políticas, y por tanto no formaban la comunidad. La progresiva aristocratización de esta institución contribuiría posteriormente a hacerla todavía más exclusiva, sin dejar por ello de considerarse a sí misma no una representación del pueblo sino el pueblo mismo.
Las conquistas de Roma sobre los pueblos vecinos y la importancia de la institución senatorial sirvieron para que esta última, compuesta por la nobleza patricia, fuera considerada el pueblo de Roma. A esto hay que sumar la progresiva decadencia de los comicios populares que finalmente, con la Constitución de Servio Tulio, fueron sustituidos por una nueva asamblea del pueblo basada en un criterio territorial y de diferencias de fortuna. De este modo quedó abolido el antiguo orden social fundado en los vínculos familiares de la gens romana.[1]
Con la desaparición del Imperio Romano se produjo una dispersión del poder político a lo largo de los antiguos territorios que eran de su dominio. A partir de ese momento fue la Iglesia la encargada de legitimar el poder temporal durante la Edad Media con la consagración de los reyes. Durante la Edad Media existieron los concilios eclesiásticos que constituyeron el origen de la formación de las asambleas representativas medievales, y que al mismo tiempo fueron el germen de los cuerpos representativos estamentales y parlamentarios en Europa.[2]
Si la Iglesia desempeñó una influencia decisiva en la formación de las asambleas formales del reino, como pudo ser, entre otros, el caso del Reino de los Francos donde las sesiones de la corte tuvieron su origen en dos sínodos eclesiásticos celebrados anualmente, también tuvo un papel fundamental la estructura social y política propia del periodo medieval. Así pues, la Edad Media se caracterizó por la división del poder estatal según su objeto: territorio y población, de manera que los elementos de cada reino constituían un Estado compuesto sobre la base de una unión personal bajo el rey que era quien mantenía unida en su persona a la totalidad.
[2] Hintze, Otto, Feudalismo – Capitalismo, Barcelona, Editorial Alfa, 1987, pp. 90-91
ARTÍCULO COMPLETO: ORÍGENES Y EVOLUCIÓN DEL PARLAMENTARISMO