Artículo de Rafael Uzcátegui
Desde su primera edición, acompañaba todos los años la marcha por el orgullo LGBTTI que se realizaba en Caracas, toda una afrenta a la cultura machista y patriarcal predominante en Venezuela. A pesar de las limitaciones, me sentía a gusto entre el espontaneismo, la alegría y desparpajo de la asistencia –que contrastaba con la marcialidad de otras manifestaciones- y, especialmente, su independencia. Recuerdo que en los primeros años para los partidos políticos, y especialmente para los de “izquierda” –a excepción de los trotskistas de Socialismo Revolucionario y los anarquistas-, era políticamente incorrecto asistir a la movilización, no los fueran “a confundir”. Incluso, uno podía escuchar, en los días posteriores, las burlas entre “camaradas” que unos a otros se decían, en tono de chanza, “te vi en la marchaaaa”.