Entre los años 1935 y 1961, aproximadamente, Ramón Serrano Vicens (1908-1978), médico de cabecera rural seguidor de las investigaciones que sobre sexualidad estaba haciendo en EEUU Alfred Kinsey, realiza una encuesta entre casi 1.500 mujeres de diversos territorios de Iberia, pacientes suyas a las que invita a contestar a preguntas sobre su actividad carnal. Tal investigación, la mayor realizada en Europa en ese tiempo, fue publicada en dos libros, “La sexualidad femenina”, 1971, e “Informe sexual de la mujer española”, 1978.
Los textos, debido a que desautorizan los tópicos, tan malévolos, sobre la vida libidinal de la mujer, defendidos primero por la Sección Femenina de Falange, en 1971 en el gobierno, y posteriormente por el feminismo de Estado/feminazismo, ahora en el gobierno, fueron recibidos con frialdad y hostilidad, quedando marginados y rápidamente olvidados. Ahora conviene recuperarlos.
Lo que Serrano Vicens refiere es sólo aceptable en parte. Por dos motivos, uno y principal, porque las féminas encuestadas minimizaban, ocultaban y, en numerosas ocasiones, alteraban verbalmente una parte notable de su actividad libidinal. El motivo es que él no era un igual para la gran mayoría de las encuestadas sino una autoridad estatal, lo que ocasiona una contradicción que menoscaba su confianza. La conclusión que debe inferirse es que la verdad era mucho más de lo que Serrano describe, esto es, que la vida libidinal de las féminas de hace setenta años era incluso más rica y variada. No hay nada de asombroso en esto, pues Julio Caro Baroja en “La estación del amor”, aunque con un lenguaje menos explícito, expone lo mismo pero multiplicado. Eso sin olvidar las averiguaciones, que serán tratadas en este blog en artículos futuros, de antropólogos de principios del siglo XX sobre el “comunismo sexual” existente en algunos territorios del País Leonés. O la legendaria actividad erótica de las mujeres gallegas, que expongo en mi libro sobre Galicia, y de las asturianas, que tan persuasivamente analiza Asunción Díaz.