PRESENTACIÓN (I)
Ya hace tiempo que presenté a la opinión pública la declaración “En el 200 aniversario de la Constitución Española de 1812. Denunciar el régimen de dictadura constitucional, partitocrática y parlamentaria”, que ha sido traducida a varias de las principales lenguas peninsulares y ahora, cuando estamos a las puertas del año del Bicentenario, 2012, es mi intención redoblar el esclarecimiento de aquel decisivo, para nuestra desgracia, documento político-jurídico, así como sus actualización, la Constitución Española de 1978, hoy vigente.
La meta es incidir en la denuncia de lo que significó la instauración del Estado constitucional y liberal en “España” (que, en lo fundamental, constituyó el capitalismo) en 1812-1874, así como sus fúnebres repercusiones actuales.
El pueblo necesita conocer objetiva y verazmente la historia, y necesita comprenderla. Hay que hacer un esfuerzo reflexivo, pues, en esa dirección. Hemos de actuar con una perspectiva temporal, considerando no sólo lo que es sino lo que fue tanto como lo que peleamos para que sea. Si no autogestionamos el saber histórico, si no hacemos de ello una de nuestras tareas, si lo dejamos en manos de catedráticos-funcionarios, que escriben y hablan al dictado del poder constituido, y de los intelectuales, corrompidos hasta la médula, para los que sólo cuenta el dinero, el poder y el placer, pero nada la verdad, cometeremos un error colosal.
Hemos de tomar en nuestras propias manos la tarea de comprender y escribir la historia, sin delegar en nadie esta tarea. Ahora, ante los hórridos y carísimos fastos que el Estado y su criatura más perversa, el capital, preparan para 2012 hemos de tener la valentía de restaurar la verdad histórica frente a la propaganda institucional y sus ominosas falsedades.
El pueblo está interesado en la historia, desea saber de su pasado, conocer y comprender qué ocurrió y porqué. Aportemos, por tanto, todas y todos lo que podamos en esa dirección, conscientes de nuestras flaquezas intelectivas y limitaciones reflexivas, por un lado, pero, por otro, decididos a que la verdad (por insegura y parcial que sea) prevalezca sobre la propaganda y la impostura institucional, en definitiva, sobre la mentira útil al poder constituido.
Si vivir en la verdad es nuestra meta indeclinable tenemos que rechazar el aleccionamiento de masas en curso en esta materia como procedimiento para imponer a todo el cuerpo social la mentira sobre la historia y acerca del presente.
Ésta es una lucha, a fin de cuentas, entre la voluntad de verdad y el afán de engañar y embrutecer al pueblo por medio del adoctrinamiento, para hacerle dócil, pasivo e ignorante.
Es también un combate político de actualidad. Cuando el sistema parlamentario, una dictadura política en todas sus formas, está en crisis parcial en desenvolvimiento, las celebraciones del Bicentenario se proponen remozarlo. En una etapa en que el capitalismo ocasiona sufrimientos colosales a las gentes vamos a asistir a su glorificación.
Es particularmente obsceno que la Comisión del Bicentenario, radicada en Cádiz, esté derrochando un dineral en este asunto cuando un tercio de las y los asalariados de la provincia están en paro, teniendo que malvivir una parte de ellos de la beneficencia. Mientras, no escasean los fondos para los profesores que escriben sus libros apologéticos, rebosantes de medias verdades, ocultaciones escandalosas y vulgares mentiras, ni para los artistas adictos al extravagarte, deseosos como siempre de medrar a costa de no importa que indignidad o acto servil, ni para los comunicadores, los profesionales de la propaganda y los políticos profesionales, todos especialistas en la manipulación y la mentira.
En una puja al alza entre los integrantes de la caverna, observamos que El Corte Inglés exhibe desde hace tiempo un lema que dice “La Pepa 2012. Constitución Española. Cádiz-San Fernando”; que el torero José Tomás, colabora (¿por cuánto dinero?) con el Consorcio para la Conmemoración del Bicentenario de la Constitución de 1812, que los politicastros de la izquierda califican estos fastos de “proyecto de Estado”, que se preparan para 2012 diversos aquelarres reaccionarios: Cumbre Iberoamericana de Jefes de Estado, conmemoración conjunta por delegaciones de los tres países del mundo con Constituciones más antiguas, EEUU (1787), Francia (1791) y España (1812), etc.
Asimismo, el obispado de Cádiz ha formado una Comisión Diocesana del Bicentenario, alegando que el 30% de los diputados que sesionaron en 1810-1812 eran eclesiásticos. No faltan ya algunos militares implicados pero, con todo, se oculta al público que quizá un 50% de los parlamentarios gaditanos eran militares, en activo o en situación de retiro con destinos civiles, según las normas introducidas por la denominada “monarquía militar” desde Carlos III.
En efecto: la Constitución de Cádiz, así como toda la sangrienta revolución liberal y constitucional española fue, ante todo, obra del ejército, de los jefes militares, de los “espadones”: Riego, Espartero, Narváez, Prim y tantos otros, todos antecedentes de Franco y no menos despiadados carniceros que éste. Tal es la verdad que no se desea que las gentes conozcan.
Si en 1992 hubo una fuerte movilización popular contra el 500 aniversario del “descubrimiento de América”, ahora hay que hacer lo mismo contra el 200 aniversario de la instauración de un Estado hiper-hinchado y mega-potente, el liberal, que niega la libertad política, la libertad civil y, sobre todo, la libertad de conciencia.
Los medios de comunicación se autocalifican de “imparciales”, “objetivos” y “al servicio de la democracia”, pero ¿por qué no permiten que todas las opiniones sobre la Constitución de 1812 lleguen al gran público en similitud de condiciones, todas, las críticas igual que las laudatorias?, ¿por qué están realizando una colosal campaña propagandística a favor de aquélla, que se hará gran lavado de cerebro según nos vayamos aproximando a la fecha clave, el 19 de marzo de 2012?, ¿por qué censuran y prohíben las versiones discrepantes? El adoctrinamiento inmisericorde a que someten a las masas les pone en evidencia.
En efecto, ¿permitirá el actual régimen de dictadura constitucional, partitocrática y parlamentarista críticas sustantivas a la Constitución de 1812 y a lo que significó y significa? ¿Las dará el mismo tratamiento informativo que a los piropos, alabanzas y ditirambos, por lo general mercenarios? Veremos, pero hasta el momento no hay nada de eso.
Se ha de repudiar, en particular, la bronca campaña apologética de la Constitución de 1812 que están realizando los partidos de la izquierda y, en su estela, los intelectuales y profesores izquierdistas, ahora los más reaccionarios, los más entusiastas del capitalismo y de la dictadura del Estado, los más devotos de la tiranía, el genocidio y el exterminacionismo. Dado que la izquierda lo reduce todo a propaganda instaura siempre el reino de la mentira.
Por tanto, en mi blog iré publicando, más o menos cada mes, una declaración destinada a poner en evidencia los aspectos más lúgubres de la Constitución gaditana y del orden político, económico, convivencial, medioambiental y moral por ella institucionalizados a punta de bayoneta, en concreto, de la actual dictadura del Estado y del gran capitalismo que padecemos, que ahora nos impide ser libres, ser fraternales, ser generosos, ser inteligentes, ser morales, ser en armonía con la naturaleza, ser con dignidad y, en definitiva, ser humanos.
Además, procuraré poner a punto otros materiales e instrumentos de esclarecimiento de la verdad sobre estos asuntos. La idea organizadora se expresa, como ya expuse, en tres lemas: “Abajo la dictadura constitucional. Viva la libertad. Por un régimen de asambleas populares omni-soberanas”.
Cuento contigo/vosotros para tan determinante tarea.
21 de Noviembre de 2011
ANEXO
En mis libros el análisis de la Constitución de 1812 se hace en:
“La democracia y el triunfo del Estado”, en particular el capítulo I. Es un estudio documentado, con numerosas citas a pie de página.
“Seis estudios. Sobre política, historia, tecnología, universidad, ética y pedagogía”, en los dos capítulos que forman la primera parte del texto (“Dominación política”), cuyos títulos son bien expresivos, “El parlamentarismo como sistema de dominación”[1] y “Los inicios del vigente orden de dictadura política: la revolución liberal española, 1812-1874”.
“Naturaleza, ruralidad y civilización”, que presta especial atención a la agresión al concejo abierto perpetrada por el texto político-jurídico gaditano de 1812, por un lado, y a la descomunal destrucción medioambiental que realizó el constitucionalismo español, que destrozó el bosque alto autóctono por otro. En el queda meridianamente claro que constitucionalismo y franquismo en la práctica vienen a ser uno y lo mismo.
“O atraso político do nacionalismo autonomista galego”, libro que al estudiar la historia y el presente de Galicia muestra el daño descomunal que la Constitución de 1812 y sus clones han hecho a la nación gallega, en su cultural, lengua, historia, ruralidad, libertad política y vida convivencial.
[1] Éste ha sido recientemente publicado por un colectivo como folleto.
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