Cuando las contradicciones del actual régimen se agravan, algunos, en particular la izquierda totalitaria en desintegración, persisten en loar la republica capitalista, estatista, terrateniente, policiaca, adoctrinadora, patriarcal, militarista, cultureta y colonialista instaurada, principalmente por el ejército, el 14 de abril de 1931.
Lo hacen porque en la presente situación de incertidumbre mundial, vacío político e ideológico y oscuro futuro, en las alturas del poder/poderes del Estado español barajan sustituir la monarquía actual, borbónica y patética, por la república, estableciendo una III república española[1]. Esto es, avizoran la posibilidad de repetir su maniobra política de 1931. Sería, como dice el refrán, el mismo perro, aunque con distinto collar…
Mi libro, “Investigación sobre la II república española, 1931-1936”, pone en claro, con una base documental particularmente amplia, lo que ha sido ocultado y falseado durante decenios por la izquierda defensora del capitalismo, por el rancio republicanismo burgués decimonónico, tanto como por el renovado, el del grupo trevijanista[2], por la intelectualidad mercenaria y por el aparato historiográfico universitario.
Si el Estado español implanta la III república, por ejemplo, para acrecentar su autoridad en los preparativos para una nueva guerra mundial, contra Rusia y China, yo iré contra ella, lo mismo que si continúa sirviéndose de la vetusta monarquía Borbón. Porque mi meta es la revolución, que se concreta en instaurar un sistema político de democracia directa, con la asamblea cívica como centro del poder, sin ente estatal ni clase patronal. En lo económico, preconizo un régimen comunal, actualizado creativamente conforme a las realidades del siglo XXI, que ponga fin a la dictadura del capital, de los muy ricos, de los multimillonarios.
Precisamente, lo más destacable entre las “realizaciones” de la II república es su crueldad en la represión del movimiento popular rural de entonces para recuperar el comunal. Sirviéndose de la guardia civil y de la guardia de asalto, la II república asesinó a miles de personas de las clases trabajadoras, torturando además a decenas de miles. Todo para que el comunal siguiera en manos de oligarcas, terratenientes, bancos y sociedades mercantiles capitalistas. Particularmente represivo fue el periodo del Frente Popular. Eso es lo que muestra y demuestra mi libro.
Así pues, se trata de la revolución, no de la persistencia del actual régimen en la forma republicana.
Quienes hoy se aferran a la patochada republicana se verán, más pronto que tarde, en graves dificultades, debido a que el sistema político y social vigente ha entrado en una fase de crisis general en desarrollo, con sus problemas e irracionalidades cada vez más agravados[3]. Por eso la RI (Revolución Integral), en tanto que fuerza organizada, los va a criticar y a ganar por la mano.
[1] Lo propio de las repúblicas españolas es su brutalidad, su naturaleza represiva, su capacidad para derramar la sangre de las clases trabajadoras. Así lo hizo la I república en 1873-1874 y después la II, en 1931-1939. Es de temer que la III sea todavía más matonil…
[2] Antonio Trevijano actuó en su tiempo como un agente destacado del imperialismo yanqui en España, por lo que su propuesta era copiar el sistema político de EEUU, que él, de manera catetil, reduce al “diputado de distrito”. Al parecer, ni siquiera leyó la Constitución vigente en EEUU, la de 1788, ni sabía nada de la complejidad y sofisticación del sistema político y jurídico de ese país, por lo que lo rebaja todo a esa cominería. Los trevijanistas actuales son todavía peores, por su ignorancia, infantilismo, aferramiento al capitalismo y aproximación a la extrema derecha neonazi conspiracionista. Sobre el sistema político de aquel país se puede consultar mi libro “La democracia y el triunfo del Estado”.
[3] Para este fundamental asunto, mi libro más apropiado es “Autoaniquilación. El hundimiento de las sociedades de la última modernidad”. Además del “Manual de la revolución integral”, a punto de ser editado.