He recibido la extensa carta que sigue, firmada por Ronald Hastings. Está escrita a mano. Debido al enorme interés de su contenido pedí autorización a su autor para publicarla en mi blog. Sólo he modificado, al trascribirla, leves errores de ortografía.
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Estimado y admirado señor Rodrigo:
Me llamo Ronald Hastings, tengo 47 años, soy ciudadano británico y trabajo de ingeniero. Suelo pasar las vacaciones en España, país al que admiro y al que estoy emocionalmente unido, debido a que mi abuelo John formó parte de las Brigadas Internacionales en la guerra de España. Él me enseño su idioma. Añadiré que soy un gran aficionado a la historia de Europa, materia sobre la que leo libros casi a diario, y que continúo el combate antifascista de mi abuelo, como él me enseñó, contra las tres formas de fascio, el de derechas, el de izquierdas y el religioso.
Mi conocimiento de sus escritos comenzó cuando en Inglaterra una amiga me mostró su artículo de denuncia, editado en su blog, del dictador y genocida musulmán Abd al-Rahman III, el califa de Córdoba en el medievo. Me pareció excelente, y muy útil en la lucha antifascista mundial actual, que es en primer lugar contra el clero musulmán, ese mismo clero gracias al cual Franco triunfó en la guerra civil, asunto que mi abuelo John me explicó cuando era un muchachito. Así mismo, le agradezco que me haya informado sobre el osado levantamiento popular realizada por Umar Ibn Hafsún y su gente, ese inmenso héroe de Andalucía, que se insurreccionó en el siglo X contra el poder del califato islámico de Córdoba. Incluso he visitado su plaza fortificada principal, Bobastro, en Cádiz, con un grupo de amigos británicos. Allí, en el lugar, hemos leído, en homenaje al héroe, lo que usted dice sobre él, que yo previamente había traducido al inglés.
Recientemente he estado en el País Valenciano, y de manera casual he pasado ante los restos de la torre vigía del Pinet, situada en La Marina de Elche, a escasos metros de la línea de costa. Apenas quedan los cimientos de la que fue una airosa y potente torre de vigilancia, de 12 por 12 metros de planta y 14 metros de altura, armada con artillería ligera, levantada hacia el año 1555. La lectura del cartel explicativo me ha indignado. Expone que aquel encantador lugar, una pequeña bahía de fina arena que invita al reposo y al baño, fue “uno de los preferidos por los moriscos para embarcar cuando huían de la persecución de las autoridades”. O sea, los musulmanes son, una vez más, los buenos, los perseguidos, unos seres inocentes que padecieron las atrocidades de los europeos, siempre malvados y monstruosos. Eso lo dice un texto redactado por los servicios de análisis histórico de la Generalitat Valenciana…
Es imposible falsificar más y con peor intención la historia. Ignora, sin ir más lejos, que Elche, ya entonces una gran ciudad, estaba siendo atacada por los piratas berberiscos, o corsarios otomanos, desde 1550, y que en 1552 sufrió una razia formidable, haciéndose los musulmanes con un buen botín de prisioneros (prisioneras sobre todo) y de bienes. Eso no era nada nuevo pues desde comienzos del siglo XVI todas las poblaciones costeras del País Valenciano padecían acometidas similares, lo que llevó a las gentes a huir hacia el interior, aterrorizadas. Aunque no se sabe con exactitud cuándo se levanto la torre vigía del Pinet se cree que fue en los años inmediatamente posteriores a la citada incursión armada. No se olvide que la isla de Tabarca, muy próxima a la costa alicantina, fue base de operaciones de los sanguinarios piratas berberiscos desde comienzos del siglo XVI hasta el XVIII.
Aquéllos no eran simplemente unos forajidos que operaban por libre sino unos combatientes al servicio de una potencia extranjera, el imperio otomano, hoy Turquía. En el siglo XVI dicho imperio, un brutal poder teocrático y clerical sustentado en el islam, era la potencia militar mayor del planeta, por delante de España. Para realizar sus designios estratégicos se valía de los bandidos berberiscos, que realizaban persistentes incursiones por todo el Mediterráneo, en particular en los Balcanes, Italia y España, y que a menudo salían al Atlántico, llegando a atacar poblaciones de Galicia e incluso de Irlanda e Islandia, siempre es busca de mujeres-niñas a las que convertir en mercancías.
A mediados del siglo XVI la situación de Occidente era crítica. Día tras día operaban las naves berberiscas, que llegaron a desembarcar soldados regulares turcos en Andalucía en al menos una ocasión (no se sabe de ningún desembarco de soldados españoles en Turquía, lo que demuestra quienes eran los agredidos y quienes los agresores). Las correrías musulmanas eran formidables, adentrándose bien hondo hacia el interior, con el fin de capturar mujeres jóvenes, para venderlas como esclavas con destino a los harenes musulmanes, y también hombres jóvenes para hacerles trabajar cargados de cadenas en las inmensas haciendas esclavistas del clero musulmán. A quienes no formaban parte de estos dos grupos, o no eran gente pudiente por la que pudiera exigirse rescata, se les decapitaba. Por donde pasaban los musulmanes invasores quedaban pueblos incendiados, cadáveres insepultos, ganado degollado, cosechas arruinadas, mujeres asesinadas tras ser violadas, niñas aterrorizadas llevadas a golpes de fusta, palos y patadas a las galeras, en grandes filas, donde eran embarcadas con destino a los colosales mercados de esclavas del Magreb, Egipto y Turquía, santificados por el Corán.
Desamparados por las instituciones estatales, las gentes de la zona comenzaron a armarse por su cuenta, formando milicias. Tenían que defenderse, en particular defender a sus hijas entre los 8 y los 12 años. En efecto, los musulmanes se cebaban con las niñas. ¿Cuántas? Desde comienzos del siglo XVI hasta mediados del XIX, cuando fueron definitivamente erradicados, los piratas musulmanes, se apoderaron de unos 3/4 millones de niñas y adolescentes en Europa (los historiadores más “honrados” del actual régimen ofrecen una cifra que no llega a la mitad…los del todo vendidos al islam ignoran el asunto), a la vez que se hicieron con quizá 1 millón de muchachos y jóvenes[1], destinados a remar en las galeras y a realizar todo tipo de trabajos agrícolas y artesanales para sus amos.
Como digo, los antepasados de ustedes en el Levante, formaron milicias. Compraron armas, se adiestraron militarmente y comenzaron a resistir a los asaltos musulmanes. Ese es el origen de las Fiestas de Moros y Cristianos actuales, que no recuerdan, como exponen los ignorantes, episodios de la “reconquista”, sino otros mucho más próximos en el tiempo, pues el gran momento del armamento general del pueblo valenciano para enseñar los dientes al imperialismo musulmán fueron los siglos XVII y XVIII.
La expulsión de los moriscos en 1609 no fue principalmente consecuencia de la persecución religiosa sino de que una parte notable de estos cooperaban con los piratas norteafricanos, a los que servían de guías y espías, y con los que se unían en los ataques a los pueblos y aldeas. No fueron, como dicen los fascistas de izquierda actuales[2], vendidos al islam, unos inocentes seres perseguidos por mero fanatismo religioso, sino unos facinerosos que traicionaban a sus vecinos y abrían las puertas de las villas, las aldeas y las fortalezas a los piratas ladrones, criminales y violadores de niñas. Cuando se temió un desembarco general de tropas turcas y norteafricanas en el País Valenciano, Andalucía, las Baleares, Cataluña y Murcia, a comienzos del siglo XVII, que contaría con la quinta columna morisca, se decretó la expulsión. Eso fue, dicho sea de paso, mucho más benigno en su realización que la dictada por el Estado turco musulmán contra los armenios en 1917, que terminó con la muerte en condiciones espantosas de al menos millón y medio de armenios que se negaron a convertirse al islam.
La Generalitat Valenciana, como todas las autoridades europeas, está entregada al fascismo islámico, al querer realizar a través de él la total fascistización de Europa. Eso no lo he aprendido de usted, señor Rodrigo, sino de mi abuelo John el brigadista, que lo vivió luchando contra Franco, pues éste hubiera sido derrotado de no haber contado con el respaldo del clero musulmán africano, que le proporcionó decenas de miles de combatientes.
El proceder de los fascistas de izquierda es feroz. Por ejemplo, están dejando arruinarse a las torres vigías del litoral, pues son la manifestación visual de la resistencia popular al imperialismo musulmán. De la del Pinet ya quedan sólo los cimientos y pronto desaparecerán del todo, sin que se tenga en cuenta las exhortaciones de las asociaciones culturales valencianas, que demandan una intervención rápida para su conservación. Además, ponen a su lado carteles “explicativos” infamantes, que insultan a los valencianos y falsean su historia[3]. ¿Hasta cuándo van a padecer ustedes todo eso sin rebelarse?, ¿hasta cuándo van a aceptar que esos carteles mentirosos, repugnantes, arrojen cieno sobre sus antepasados y adulteran su historia?
Muy cordialmente
Ronald Hastings
Nota explicativa: Hastings se equivoca al situar a Bobastro en Cádiz, pues realmente está en la provincia de Málaga.
[1] Por cada niña capturada solían ser muertas tres personas: 1) su madre, 2) su tía, vecina o abuela, y, 3) su padre, hermano o vecino. Si se hacen las cuentas y se suma el conjunto, se concluye que la acción musulmana contra Europa entre los siglos XVI y XIX ocasionó el apresamiento(a menudo peor que la muerte) o la muerte a unos 15 millones de europeos, de los que 10,5 millones fueron mujeres. Y, ¿no es eso un verdadero genocidio? Tal número no está muy alejado del de los esclavos negros trasladados a América por los negreros europeos, con la particularidad de que sobre este último asunto se nos habla casi cada día, culpabilizando a los pueblos europeos de lo que hicieron sus autoridades pero no ellos, mientras que del genocidio europeo efectuado por los musulmanes en la edad moderna está prohibido hablar, sobre todo en donde más directamente afectó, el País Valenciano por ejemplo. Para el fascismo de izquierda, racista antiblanco, capturar esclavos negros en África es un crimen espantoso, pero capturar esclavos blancos en Europa es un asunto irrelevante. Es más, resulta, a fin de cuentas, un quehacer magnífico, pues así se contribuyó al exterminio de la raza perversa y malvada, la blanca…
[2] Deseo felicitarle por su teoría sobre el fascismo de izquierda. Mi abuelo John, igual que el también brigadista George Orwell, lo vivieron en sus propias carnes. Aquél fue herido en el pecho por metralla de una bomba de mano que suponía arrojada en uno de los combates por soldados musulmanes de Franco, y tardó meses en recuperarse. Lo que observó en el hospital, y posteriormente, le convenció que el Partido Comunista Español era tan fascista como Franco, así que exigió ser devuelto a su país, objetivo que logró en el otoño de 1937. Ya en Inglaterra, mi abuelo, que era un simple minero, y Orwell se encontraron en varias ocasiones, y hablaron de eso, de que hay dos fascismos (tres en realidad, si se cuenta el religioso), y de que es necesario combatir a ambos. Tal era lo que me enseñaba. Ahora los fascistas de izquierda se han convertido en colaboracionistas con el islam, para imponer el fascismo en Europa, siendo usted, señor Rodrigo, una de las referencias a escala europea en la denuncia de esa espantosa toma de posición. Hoy, en el País Valenciano, el fascio de izquierda es sobre todo Podemos e Izquierda Unida, mientras que el PSOE y Compromis mantienen posiciones fascistizantes. Ellos, con el apoyo silencioso y maquiavélico de la derecha, falsean la historia del pueblo valenciano.
[3] Dado que los fascistas de izquierda son unos ignorantes autosatisfechos, y que su objetivo es mantener al pueblo en la ignorancia, conviene ofrecer alguna bibliografía acerca de estos asuntos. En inglés he leído con gran gusto el libro de mi compatriota Roger Crowley, “Empires of the Sea”, que me han dicho está traducido al español. En su idioma, “La guerra del turco”, de F. Martínez Laínez. Éste ofrece el dato de la toma, en las Baleares, de Mahón, por los corsarios otomanos, en 1535, y luego de Ciudadela en 1558, donde hicieron 3.500 cautivos, la mayoría niñas. Si se atrevían con las poblaciones importantes, fortificadas y con alguna guarnición, ¿qué no harían con las pequeñas aldeas de pescadores y con cualquier lugar habitado que estuviera a menos de 80 kilómetros de la costa? Por eso, en las Baleares, el pueblo, comenzó a armar barcas cañoneras, con las que hacer frente a los musulmanes, debido a que el Estado español se desentendía de la protección de las islas, pues dedicaba sus recursos y fuerzas a las guerras en Europa y a la conquista del imperio en Asia y América. Falta, a mi juicio un estudio de la agresión musulmana a Cataluña, en esos siglos.
Gracias, Félix, por todos tus mensajes y especialmente por éste. Conforme más voy conociendo a los pueblos de las Islas Británicas y su historia, más voy notando lo mucho que nos une a los pueblos ibéricos con las Islas. Lo que ocurre es que la propaganda oficial por parte de ambas partes nos han querido distanciar con el rollo ese de ser dos imperios históricamente enemigos. Hay intereses de que no nos conozcamos. Una pena toda esa carcasa estatal al servicio de las clases altas y las élites.
Un abrazo.
Pepe Reca
Muy bueno y desconocia esa historia.