BIENES COMUNALES EN LA COMARCA DE LA SIERRA (HUELVA), SIGLOS XIII-XX. UNA REVISIÓN BIBLIOGRÁFICA

Sostiene Javier Pérez-Embid en “Aracena y su Sierra: la formación histórica de una comunidad andaluza (siglos XIII-XVIII)” que:

‹‹La mayor parte del territorio serrano estuvo integrado –desde la repoblación hasta el final del Antiguo Régimen- por las tierras comunales››.

Proporciona una relación de cuarenta y tres espacios[1]de propiedad comunal para los siglos XV-XVIen las villas de Aracena, Almonaster, Cortegana, Aroche y Encinasola, ubicándolos en un mapa de elaboración propia. La extensión alcanzada por dehesas, montes y ejidos comunales dificultó la presencia de gran propiedad en la comarca durante la Baja Edad Media.[2] En este periodo lo predominante en la Sierra será la pequeña propiedad agrícola combinada de forma equilibrada con los aprovechamientos agrosilvopastoriles. Ello tiene lugar en un hábitat poblacional disperso en aldeas y “montes” (viviendas en el campo), que se configura a partir del siglo XIV tras una fase de agrupamiento en torno a los castillos fronterizos con el reino de Portugal.

[1] Giraldo, Picoroto, Dehesa del Encinar, El Linar, El Regio, Cañada, Dehesa de la Ribera, Dehesa de la Contienda, El Brueco, Umbricios, La Majadilla, Valdesortella, Los Agudos, La Corte del Prior, Cabezo La Aceña, El Bosque junto al Álamo, Timones, Llano la Torre, El Chaparral y Cabeza de Ramos, Lameras, El Torrejón, El Rosal, Los Arqueros, Corte de Lana, El Barrero y Barranco La Plata, El Aserrador, La Helechosa, Alcalabocinos, El Cañamal, Corteganilla, Garnacha, El Carpio, Palomarejo, Toconal, Boyada de Almonaster, La Aliseda, Aguablanca, El Carrizal, Navalmentino, Valdelahiguera, Dehesa de las Esposas, El Reguengo y El Robledo.

[2] Desacierta, por tanto, Bernard Roux en “Crisis agraria en la sierra andaluza. Un estudio económico de las empresas ganaderas de la provincia de Huelva” al afirmar que la concentración parcelaria ‹‹procede de los repartimientos efectuados en la época de la reconquista››. Manuel González Jiménez concluye que ‹‹el resultado más importante del repartimiento fue la constitución de un grupo numeroso y consistente de pequeños y medianos propietarios››, tras analizar el caso de Sevilla, el mejor documentado y el más representativo del conjunto regional. Ver “En torno a los orígenes de Andalucía: la repoblación del siglo XIII”.

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