A medida que se va agravando la descomposición general del sistema de poder en Europa, lo que lleva sucediendo desde la crisis capitalista de 2008-2014, se hace necesario un debate público cada vez más intenso. Eso se propone lograr la presente Nota, que se sitúa en el terreno de la crítica constructiva y cooperativa, aunque sin renunciar a la verdad.
Mártin Sánchez, al que no conocía, me llamó para invitarme a dicho festival como ponente, el tema era el comunal. Acepté. Advertí al poco que él había defendido ideas conspiracionistas cuando el covid, y que seguía haciéndolo. Encontré una frase que, al parecer, es su declaración de principios, “el mundo necesita más conspiranoicos y menos telecreyentes”. Miré quiénes son los actuantes en el festival y encontré, como presentador, a Robert Martínez, un “espiritualista” con ideas vetustas, de hace más de medio siglo, y a otros similares, del ámbito del esoterismo de extrema derecha, las supersticiones institucionales, el “supermercado espiritual” del capitalismo senil, las terapias alternativas enfermantes y similares. Todos ellos colaboraron con el gobierno en aniquilar el movimiento por una medicina popular y contra la vacunación, las mascarillas obligatorias y los pasaportes en 2020-2022, que yo impulsé significativamente.
Les comuniqué que no iba a ir y les exigí que me quitaran del cartel, negándome además a participar en un debate previo sobre el evento, creo que en el canal FlippityFlop. Es lo lógico, pues tengo publicado, como coautor, un libro de crítica y denuncia de tales desaciertos, “El conspiracionismo, la extrema derecha y el Estado”.
Porque conspiracionismo proviene de la expresión “conspiración judeo-masónica”, acuñada por el nazismo y el fascismo español de Franco, de manera que ser conspiracionistas es ser nazis actuales, o sea, neonazis, por antisemitas y anti masones. Es ser fascistas. Todo un horror.
Los conspiracionistas colaboraron con el Estado en la política sanitaria
Todos los idearios que confluyen (lo sepan o no) con el ideario nazi, aunque pueden llegar a ser muy verborreicos, muy “radicales”, siempre cooperan (lo sepan o no, de forma consciente o inconsciente) con las instituciones del Estado en las situaciones críticas para estás. El motivo es que ellas los crean, por lo que son sus criaturas, sus agentes. Así sucedió en los años 2020-2022, cuando el gobierno español encontró en aquéllos sus aliados para controlar y destruir desde dentro el movimiento popular espontáneo surgido contra la política sanitaria del gobierno y la vacunación obligatoria. Fueron el caballo de Troya del poder constituido.
Fui uno de los primeros en posicionarme contra el ataque a las libertades y a la salud integral de la persona que significó el asunto del covid 19, pero después comenzaron a operar malévolamente los conspiracionistas y otros institucionales, con ocho objetivos: 1) reducir la crítica del sistema sanitario yatrogénico a la mascarilla obligatoria y las vacunas, dando por bueno todo lo demás; 2) evitar la organización en la base de la sociedad de la gente descontenta, en sus barrios y pueblos; 3) sabotear las formas más rotundas y más necesarias de movilización en la calle y combatividad antirrepresiva; 4) aprovechar la coyuntura para exaltar las terapias alternativas, que son un inmenso negocio capitalista, presentadas por ellos como enteramente diferentes a la medicina institucional, lo que en general no es verdad, pues suelen ser, de facto, inocuas o inservibles, sin llegar a ser tan yatrogénicas[1] como la medicina ortodoxa, cosa que no sucedería (en ambos casos) en otro contexto no estato-capitalista; 5) cooperar con el Estado en la política del miedo, sumando al miedo al virus el miedo a la vacunación obligatoria, logrando con ello encerrar en sus casas a muchas personas, una parte de las cuales todavía no han recuperado su salud mental por causa de la ración doble de pánico que les inyectaron; 6) difundir todo tipo de ideas descabelladas, supersticiosas y analfabetas sobre la medicina y las enfermedades infecciosas, tan caricaturescas que llevaron, como rebote, a mucha gente a vacunarse y sobremedicarse, a creer aún más ciegamente en la medicina estatal y a hacerse adicta a los bozales; 7) meter propaganda neonazi en sus videos, lo que consiguió lo mismo, empujar a muchas personas hacia las vacunas, por asco a los nazis, lo que fue una hábil operación de propaganda negativa pro-vacunas diseñada en las alturas del poder; 8) sustituir la lucha en la calle y la organización en la base de la sociedad por interminables debates bizantinos entre “expertos” y gurús caraduras e ignorantes, que encerraban a las gentes en sus casas, ante las pantallas.
Eso lo hicieron individuos confidentes de la policía, como Fernando Vizcaino, y también medios de muy dudosos orígenes y financiación, como Quinta Columna y varios sujetos más, algunos de los cuales aparecen en el cartel del Festival Urrock.
Todos ellos boicotearon mi libro “Sé el mejor médico de ti mismo. Yatrogenia, coronavirus y pandemias”[2], porque propone una revolución sanitaria sobe la base de una interpretación nueva, basada en Hipócrates. Los sanadores alternativos, que están tan mercantilizados, sino más, que los médicos institucionales, decidieron ignorarme y arrinconarme, a fin de aprovechar el covid-19 para llenarse los bolsillos y hacerse famosos.
Yo intenté contrarrestar lo sucedido cuando la pandemia, pero me vi superado, rebasado e impotente. También pesaron mis defectos y errores, de los que hablaré otro día. Constaté que todo ello fue y es el caldo de cultivo en el que se desea constituir, desde el poder del Estado, un movimiento/partido neonazi español.
Otro asunto lamentable de los años 2020-2022 fue la credulidad y el conformismo de la masa, que, sentada ante las pantallas, se iba creyendo acríticamente todo lo que les iban contando individuos desinformados y codiciosos, que los manipulaban políticamente con sus vídeos. Ello puede explicarse a partir de la desestructuración psíquica que ocasiona consumir habitualmente orientalismos, ideología “nueva era” y similares. Su objetivo común es aniquilar el sentido crítico natural de las personas para convertirlas en marionetas que los santones, gurús, “líderes”, Maestros, chamanes y terapeutas manejan y explotan a su antojo.
Dado que los orientalismos son negadores del yo, estando entregados a la aniquilación del “ego”, transforman a la persona en una piltrafa nadificada que asiente, aplaude y no piensa por sí misma. Esto es particularmente a lamentar en el caso de muchas mujeres, cuya psique ha sido especialmente perturbada por las “filosofías orientales”, la “espiritualidad” de mercadillo y el yoga enseñado por mercaderes advenedizos.
Una consecuencia más de todo ello es la grave desmovilización popular que ahora padecemos, justamente la que originaron con su actuar quienes se sumaron a las políticas colaboracionistas y pro sistema entonces, en 2020-2022, sobre todo el conspiracionismo neonazi.
Los principios del conspiracionismo y su presencia pública
La corriente “Nueva Era”, supuestamente toda ella “espiritualidad” y contracultura, que inspira mentalmente a una buena parte de los conspiracionistas, fue creada hacia 1967 en EEUU por los servicios de contrainsurgencia del Estado yanqui para sabotear las movilizaciones populares contra la guerra de Vietnam. Se asienta en ideas superficiales, falsas, engañosas y banales, que se venden a personas con bajo nivel cultural y escasa voluntad de pensar y ser por sí mismas como si fuera la mismísima Revelación de la Divinidad.
Su meollo es una mezcla chapucera de epicureísmo, hedonismo y felicismo, esto es, de las tres ideologías favoritas del capitalismo contemporáneo, todo ello adobado con budismo, verborrea hinduista y retazos de psicología académica. El imperialismo yanqui lo usó con éxito en los años citados para apartar a un sector de la juventud de la acción revolucionaria contra el militarismo y las guerras de agresión. Desde entonces, lo sigue subvencionando y difundiendo. Porque los orientalismos no llegan desde Oriente, ni la “espiritualidad” de pega de la India, sino que todos vienen de EEUU, donde han sido cocinados y enlatados, para ser consumidos por occidentales incultos, desestructurados y desarraigados[3].
Llama la atención que en tales productos del “supermercado espiritual” made in USA no hay nada de filosofía occidental. Ésta queda proscrita en todas sus variedades, sobre todo en filosofía moral, ética convivencial y cosmovisión del amor al amor. Por eso, los conspiracionistas y “espiritualistas” ignoran mi video “Sócrates, filosofía y revolución”[4], también porque su frivolidad, incultura y pereza les hace, en bastantes casos, no saber siquiera quien fue Sócrates… Tales sujetos son una agresión a la cultura occidental, a su magnífica parte positiva, precisamente porque está en contradicción con la dictadura política estatal vigente y con el atroz y criminal capitalismo contemporáneo.
Solo la cultura occidental europea, en su parte positiva, puede aportar remedios a los grandes asuntos y problemas de nuestro tiempo en todo el planeta. Es así porque sólo ella posee dos nociones decisivas, la de libertad y la de persona.
El conspiracionismo es un producto tóxico fabricado en EEUU para servir al imperialismo yanqui, un procedimiento para favorecer al capitalismo, una ideología contra la libertad y un inmenso engaño en lo referente al asunto de la sanidad. En esto promueve una hipocondría de masas, que lleva al individuo obsesionarse por su salud, explorándose enfermizamente a sí misma cada día, dominado por la ansiedad y el temor. Igual que en la medicina alopática, u oficial, para las terapias alternativas el individuo es un enfermo permanente, que necesita siempre de cuidados, un ser forzado a consumir persistentemente toda clase de remedios, terapias, productos y tratamientos, que tiene que comprar, claro está, a los avispados negociantes de la cosa.
La hipocondría que ocasionan las medicinas “alternativas” es en sí misma una enfermedad mental y una causa importante de patologías, dolencias y dolores físicos.
El comunal contra el conspiracionismo
El comunal sigue siendo una realidad sólida en nuestro país, con 7 millones de hectáreas y quizá en torno a medio millón de comuneros. Surgió de una revolución total, holística, integral, la revolución bagauda de mediados del siglo V, que se realizó en el norte de la península Ibérica, en los Pirineos. Fue al mismo tiempo una revolución social y una revolución personal, a la vez política, moral, económica, espiritual y convivencial, cuyo centro fue la libertad. Hoy, milenio y medio después, aún quedan expresiones, aunque ya bastante degeneradas, de aquel decisivo acontecimiento europeo y mundial
Eso está en contradicción con la idea de Mártin Sánchez sobre que “la única revolución posible es la personal, se llama “autosoberanía””. Esta ruptura entre revolución social y revolución personal despedaza y mutila, por tanto, destruye, al ser humano, que es por naturaleza individuo social y ser individual al mismo tiempo, en la forma de nosotros y de yo. No hay revolución personal sin revolución de la sociedad, como no hay transformación social sin mejora radical de la persona. Con su posición, específicamente “nueva era”, Sánchez defiende al capitalismo y a la tiranía estatal, embarcando a las personas en una quimérica consecución de una “autosoberanía” a lograr en una sociedad en la que todo está prohibido…
Aquí está lo peor del conspiracionismo, a la vez neonazi y orientalista, su defensa implícita del sistema capitalista, mil veces criminal, explotador y degradatorio. Pero el comunal es justamente la negación y destrucción del capitalismo por la vía revolucionaria, así que me resulta incomprensible por qué Sánchez me pidió que hiciera una conferencia sobre el comunal en su Festival. El comunal es la revolución, social y personal. Exige como precondición una revolución moral y espiritual para instaurar una economía moral, pero eso es incompatible con la “espiritualidad” orientalista, que es inmoral y amoral, además de falsa.
La constitución de una sociedad ajena al capitalismo, liberada de él, por tanto, con libertad económica, libertad política, libertad civil y libertad de conciencia, es imprescindible para que cada ser humano, junto a sus iguales, sea soberano. Parece que Sánchez convierte la “soberanía” en simplemente una palabra, igual que hacen con todo los conspiracionistas, que son pura verborrea, mera demagogia sin base en la realidad, vulgar locuacidad mixtificadora. Son sólo palabras, palabras, palabras, pero siempre palabras engañadoras.
Los tiempos están cambiando
Las supuestamente maravillosas filosofías orientales, el subjetivismo metodológico, los esoterismos prepotentes, el yoga embrutecedor de féminas, las supersticiones y fantasías de todo jaez, la astrología, etc. son ya cosa del pasado, antiguallas. Lo mismo que sus ideologías de base, el epicureísmo, el hedonismo y el felicismo (eudemonismo en la jerga filosófica). Las personas más espabiladas, menos dogmáticas, más abiertas, al ver cómo están evolucionando los acontecimientos, al constatar que Europa está deslizándose por la cuesta abajo de la desintegración, la pobreza, la depresión colectiva, el suicidio de masas, el militarismo y la guerra imperialista, las van dejando de lado para pasarse, por ejemplo, al estoicismo. Claro que, mucho mejor que éste es la cosmovisión sobre filosofía y moralidad que preconizamos desde el movimiento por una Revolución Integral.
Aquellas ideas hoy son ya una moda ya anticuada, con medio siglo de existencia, que no se adecua a las nuevas realidades. Surgieron con la prosperidad económica constituida en los países occidentales tras la Segunda Guerra Mundial y desparecerán con dicha etapa de abundancia material, que está ya en sus últimos momentos.
Por eso, animo a quienes deseen renovar su sistema de ideas a que lo haga ahora. A que dejen de lado al conspiracionismo, se opongan al neonazismo y la extrema derecha, cesen de levitar ante Trump, Vox y otras basuras políticas y se sumen a la revolución integral. Sé que todas las personas y colectivos que he citado aquí son inteligentes, así que quiero pensar que lo harán.
Las Bases de la RI (Revolución Integral)
Recientemente ha sido publicado el texto programático central del movimiento por la revolución integral, de título “Bases para una revolución integral”. Es un libro pequeño, más bien un folleto, pero grande, muy grande, en sus contenidos. Se compone de los siguientes apartados, siete, cada uno de ellos divididos en subapartados, “La revolución integral”, “Nuestra historia”, “La ética y los valores”, “La sociedad comunal”, “Sabiduría popular”, “La puesta en marcha de la revolución integral”. Se puede pedir a la editorial Bagauda.
Ahí están los fundamentos, principios y valores de la revolución integral. Europa se está adentrando en una fase de caos, desplome, decadencia y desintegración, que requiere ser solucionada, y sólo la revolución popular comunal es solución. Las personas de buena voluntad que ahora se codean con “espiritualistas”, alternativos y conspiracionistas deben estudiar dichas Bases para no quedarse del todo obsoletas, envejecidas y rebasadas.
Amiga, amigo, únete a nosotros, vente a la RI, súmate a la revolución integral-holística.
[1] Este vocablo de origen griego significa enfermedad, dolencia o mal provocado por los médicos y sus tratamientos. En castellano existe una palabra equivalente, matasanos. Que la medicina oficial es yatrogénica muchos lo admiten, pues enferma e incluso mata, de tal modo que la yatrogenia es ya la tercera causa oficial de muerte en muchos países. Pero pocos aceptan que las medicinas alternativas, que se presentan a sí mismas como perfectas, curativas e inocuas son igualmente yatrogénicas, pues sus principios y fundamentos resultan ser los mismos que los de la medicina institucional.
[2] Amazon se negó a editar este libro, lo que significa que todos, institucionales y “disidentes”, lo han boicoteado y ninguneado. Los codiciosos y fuleros mercaderes de las terapias alternativas lo repudian porque va contra sus lucrativos negocios, a costa de la salud de la población. Lo cierto es que las ideas básicas sobre la salud, la medicina, la enfermedad y la curación son, como he dicho, las mismas en unos y otros. Por eso, la mayor aspiración de los alternativos es que sus terapias sean incorporadas a la medicina oficial e incluidas en la panoplia de remedios de la Seguridad Social, lo que les quita la máscara y pone en evidencia…
[3] Me separa radicalmente de todos los importadores de ideología yanqui enlatada su servilismo hacia el Imperio, por tanto, su desprecio hacia lo propio, su autoodio. Lo que piensan, dicen y hacen es una copia servil de basura yanqui, sin ninguna idea propia. Están tan aculturados, se autoodian tanto, que no consideran para nada la propia cultura, la propia historia, el propio presente. Eso es insoportable en la corriente “nueva era”, una expresión horrible de anglosajonización y rechazo de lo propio, que convierte a sus creyentes en traidores a su pueblo y a su gente. Yo, por el contrario, soy un defensor de la cultura/culturas de los pueblos de la península ibérica, por tanto, un luchador contra el imperialismo yanqui y sus agentes. Amo mi cultural, estudio mi historia, transformo mi presente y construyo nuestro futuro. Porque la fusión entre tradición y revolución es lo decisivo. Atención anglosajonizados lameculos: tradición y revolución.
[4] En el otoño de 2023 hablé con FlippytiFlop de realizar un video mensual durante un año sobre filosofía moral occidental, comenzando por Sócrates y los filósofos cínicos griegos, pero la cosa no prosperó. Todavía estamos a tiempo, al menos por mi parte. Ello diluiría la carga de ideología pésima, alejamiento de la realidad, anglosajonismo, autoodio y formulaciones descarriadas que tiene este canal en sus videos. Añado que me agradaría un debate abierto con, por ejemplo, Robert Martínez sobre orientalismos versus filosofía moral occidental. O sobre cómo encaja su idea subjetivista y puramente mental y esotérica de la libertad con vivir en una sociedad donde todo está prohibido, donde impera el trabajo asalariado, los jóvenes van a ser incorporados al ejército para ir la guerra contra Rusia probablemente en 2025, el 30% de la población vive por debajo del umbral de la pobreza, hay 50.000 casos anuales de maltrato y torturas en las comisarías, etc.