El Manifiesto es ahora muy necesario, mucho.

Se precisa ofrecer a la opinión pública una interpretación de conjunto de lo que nuestro movimiento propone, que sea total, asequible y holística. En verdad, se debía haber redactado ya hace tiempo, al menos tres años antes. Ha sido un error grave.

El Manifiesto no puede ser tan breve que no resulte decisivo como exposición, ni tan largo que su lectura exija mucho tiempo. Ahí está su dificultad principal, dar con esa suma exacta de los contenidos, de modo que no sean ni menos de lo necesario ni más de lo apropiado.

Su elaboración será pública y se efectuará en dos fases. Una, se preparará un borrador, dos, se hará publico dicho borrador, para que pueda ser estudiado y debatido, al menos durante un mes y medio, previo al VI Encuentro RI. En éste se presentarán las mejoras adecuadas y se hará la aprobación del texto definitivo, que será editado posteriormente.

Una vez editado hay que pensar y planificar su uso. Porque en un momento en que, por un lado, los antagonismos sociales y en el sujeto se multiplican y, por otro, las diversas propuestas políticas, teoréticas e ideológicas del sistema se van hundiendo en la inanidad y el desprestigio, el Manifiesto, en su uso público masivo, va a ser esencial.

El Manifiesto hay que estudiarlo, no sólo leerlo sino además estudiarlo, eso es lo primero, de manera individual y colectiva. En un momento de vacío global, nosotros vamos a llenarlo.

Hemos hecho varias propuestas de asociación de la gente que nos sigue, que no han funcionado. El Manifiesto va a servir para agrupar y asociar a personas, a muchas personas, en torno a la idea de la Revolución Integral. Esta vez sí va a ir bien el componente colectivo, asociativo.

Sea como fuere, los fracasos del pasado han de ser la vía dialéctica hacia los avances del futuro inmediato. Lo que no logremos hoy lo lograremos mañana, y no cejaremos hasta que consigamos constituirnos como movimiento popular revolucionario organizado, de significación decisiva.