Tú ya sabes que yo soy partidario de la filosofía pitagórica, socrática, estoica y epicúrea del «MENOS ES MÁS». Por esto me place vivir con poco, lo cual me hace más libre, más económico y me procura en gran medida un buen nivel de eso llamado «felicidad». Pero esto que es filosofía pura y al alcance de cualquiera desde siempre (algo que han comprendido los grandes filósofos y hombres de profunda trascendencia como Sidharta, Jesús de Nazaret, Gandhi…) no concilia bien con los que gustan de tener por tener, acaparar, rodearse de necedades y acabar prisioneros de todos sus cachivaches.
Por esto te ánimo a sumarte al «MENOS ES MÁS» y vivir según esta vieja filosofía tan humanista y solidaria con el planeta, que siempre ha tenido seguidores en todos los pueblos y culturas aunque hayan pasado por locos, extraños o inadaptados.
En nuestras sociedades occidentales nadie sabe ya vivir con sencillez. Tenemos demasiados bienes materiales, demasiadas opciones, demasiadas tentaciones, demasiados deseos, demasiados alimentos.
Todo se malgasta, todo se derrocha sin consciencia. Usamos cubiertos, bolígrafos, encendedores, máquinas fotográfias desechables… cuya fabricación contamina las aguas y el aire y, por tanto, la naturaleza. Por tu propio bien y el de los demás, RENUNCIA desde hoy mismo a ese despilfarro y consumismo perverso o muchos seres humanos tendrán que renunciar a un futuro no demasiado distante.
Hay que quitar cosas que estorban para poder ver nuevas perspectivas. Funciones esenciales como vestirse, comer y dormir, cobran entonces una dimensión distinta y mucho más profunda. No es la perfección lo que tratamos de alcanzar, sino un enriquecimiento vital. La opulencia no aporta ni gracia ni elegancia: encarcela el alma y la destruye. En cambio la sencillez resuelve muchos problemas.
Deja de poseer tantas cosas como posees: Tendrás más tiempo para dedicar a tu cuerpo. Y una vez que te encuentres a gusto con tu cuerpo, podrás cultivar el espíritu, con lo que se accede a una existencia más llena de sentido, ¡Y serás más feliz! La sencillez consiste en poseer poco, para abrir camino a lo esencial y a la quintaesencia de las cosas. Y además, la sencillez es bella porque esconde muchas maravillas. MENOS ES MÁS.
La gente consume, compra, acumula, colecciona, arrasa con el planeta. Pero ese tener desventurado es un peso que los aprisiona y los agobia. Olvidan, o no se han dado cuenta de que su codicia los convierte en seres sin vida, esclavizados por afanes cada vez más numerosos. No seas ni pertenezcas a esa gente.
No hay más que ver nuestras ciudades, cada vez más bares y bares, ya casi pegando unos con otros y todos siempre con consumidores de mierdas consumiendo mierdas. Y en nuestros países desenfrenadamente consumistas va en aumento la cantidad cada vez más espantosa de mujeres y hombres gordos, gordísimos, atiborrados de lácteos, de galletas, de grasa, de comida innecesaria, a punto de reventar, enfermos y medio inútiles, que persisten en llenarse más y más sus cuerpos y sus vidas con una enormidad de cosas INNECESARIAS. Parece que quieran explotar y hacer explotar el planeta con ellos.
Vivir con poco mejora la calidad de vida. Nuestra esencia no está encarnada en las cosas, y hacerse minimalista por lo general requiere un bagaje espiritual e intelectual. Algunos pueblos, como los japoneses y coreanos, gustan por instinto de lo sobrio y depurado, como lo demuestran que tengan tantas personas que cumplen más de cien años de edad.
Todos podemos elegir la riqueza de tener pocas cosas. Un ser humano es rico por las cosas de las que sabe prescindir. Disciplina, lucidez y voluntad son las condiciones para vivir con lo estrictamente necesario en unos espacios limpios y bien ventilados. El minimalismo exige una disciplina de vida y una gran atención al detalle. Elimina cuanto te sea posible, no te dejes invadir por los objetos y los muebles, y luego dedica tu atención a lo verdaderamente trascendente. Tus decisiones serán instintivas, tu indumentaria más elegante, tu casa más confortable, tus compromisos sociales y profesionales se reducirán. Renacerá en ti el sentido común y contemplarás la vida con mayor lucidez.
Tira lo que sea Inútil o que ya esté demasiado usado. (O déjalo en la calle con un cartel, para que se lo lleve alguien que pueda necesitarlo). Lo que esté en condiciones de servir todavía (libros, ropas, vajilla…) puedes donarlo a los asilos y residencias. No pierdes nada con ese gesto, antes al contrario, ganas mucho en satisfacción y alegría. Revende o deshazte de los bienes que necesites poco o nada. Hecho el vacío, apreciarás al fin el privilegio de no tener nada que ofrecer a los ladrones, a las llamas, a las polillas ni a los envidiosos. No tengas más que el mínimo estricto necesario y ya verás como ganas en calidad y libertad de vivir.
Saludos, Fej Delvahe