El ferrocarril es, dejando a un lado el nuevo armamento naval y terrestre, el sistema maquínico más importante del siglo XIX, la centuria de la generalización de la técnica por antonomasia. Lo es por varias razones. Su rotunda presencia física en el medio rural y natural. La importancia perentoria que tuvo, con su colosal demanda de combustibles, productos tecnológicos y personal técnico, en el desarrollo de la industria y en el desenvolvimiento de la ingeniería. Porque en el imaginario popular fue la expresión más conspicua de lo nuevo, lo técnico y lo moderno hasta el siglo XX. Así mismo, por su íntima dependencia en esa época de las necesidades básicas del desarrollo del ente estatal y de la forma de gobierno constitucional, parlamentaria y partitocrática, como tiranía política tendencialmente perfecta, completa y eterna.