Halloween. Servilismo, autoodio, vergüenza

Todos los años, cuando comienza el invierno, tengo que sufrir la humillación de Halloween, este recordatorio de hasta qué punto hemos perdido nuestra cultura/culturas, nos autoodiamos y nos concentramos en copiar la subcultura, excremental y putrefacta, yanqui, anglosajona. Ante esta manifestación de servilismo y de autoodio siento vergüenza.

Vergüenza de pertenecer a un país de cretinos y majaderos, de pobres gentes acomplejadas, de botarates sin personalidad propia, que caen de rodillas ante cualquier manifestación de basura anglosajona, al creer obtusamente que lo suyo no vale nada.

Pero, ¿quién lleva adelante este aterrador proceso de aculturación, que nos está convirtiendo en monos de imitación de todo lo foráneo? No son, principalmente, los “borregos modernosos” de la clase media española, no. Estos se reducen a ser los agentes, los instrumentos, pues el origen está en las instituciones del Estado. Por ejemplo, es obligatorio que los niños de los colegios “públicos” (estatales) se disfracen y hagan algunas mamarrachadas en Halloween, supuestamente porque “es divertido”, cuando resulta ser simplemente servil, desestructurador anímicamente, un acto de suicido cultural y aniquilación convivencial.

La cultura y culturas de los pueblos de Iberia es muy rica y lo abarca todo, pero dado que es popular, antiestatal, auténtica, el Estado español no la admite, salvo para adulterarla. Como elementos de agresión contra ella se vale de todo, de la imposición del idioma inglés, de la diaria descalificación de todo lo propio, de la promoción de ese cosmopolitismo para paletos que tanto gusta a la clase media, etc. Y llegadas estas fechas, de Halloween, convertido en elemento de agresión cultural e imposición de una subcultura que apesta.

Cada pueblo necesita ser él mismo, poseer su propia cultura, su peculiar modo de ser e idiosincrasia, su sistema de valores. Tiene que vivir como lo que es y estar en el mundo de un modo acorde con su singular manera de ser. No debe imitar rastreramente a nadie, ni copiar lo ajeno ni reducirse a loro que repite.

El autoodio y la aculturación, la vergüenza de si y la creencia en que lo ajeno es necesariamente “mejor”, son mecanismos de dominación, formas de conseguir una mayor docilidad política e ideología, al dañar e incluso aniquilar la confianza en sí mismas de las gentes y de cada persona. De ahí que el ente estatal esté promoviendo Halloween, año tras año.

Por lo demás, los EEUU son un imperio en decadencia, senil, que se viene abajo. Esto no lo “ven” los necios que creen fanáticamente en lo anglosajón degenerado hoy en uso, a la vez que no creen en la propia cultura, ya moribunda y casi extinguida. Frente a esta caterva de serviles tenemos que ponernos en marcha, contra ellos y contra el Estado aculturador. Vamos a denunciar a Halloween, negándonos a participar en tal payasada, vamos a constituir grupos de trabajo y acción para promover la propia cultura, cada pueblo y territorio la suya, vamos a criticar y denunciar a los serviles y al servilismo. Así pues, vamos a salvar y, sobre todo, a reformular para las condiciones del siglo XXI, nuestra cultura y culturas.