La fotografía en que aparece la vicepresidenta del actual gobierno de izquierdas y conocida feminazi, Carmen Calvo, tocada festivamente con un tricornio que había tomado de una guardia civil próxima, enseña muchísimo sobre la realidad política, la naturaleza real del feminismo y los planes estratégicos del gran capitalismo español, el Estado y la Unión Europea. Máxima porque esa mujer forma parte de un gobierno que, autocalificándose de “feminista”, se caracteriza por su corrupción, incompetencia, elevados nivel económico de sus integrantes (chalés millonarios, etc.), ignorancia, mentiras, desvergüenza, despotismo e inmoralidad.
Carmen Calvo, además de fascio-feminista, es una mujer venal, implicada en el desfalco de los ERE de Andalucía, la mayor corruptela del actual sistema partitocrático hasta el presente, efectuada por la izquierda. Su feminismo es agresión permanente a los hombres pero sobre todo a las mujeres. Especialista en la persecución de la libertad sexual, por tanto de la libertad sexual de las mujeres, es una de las jerarcas de la Brigada Erótico-Sexual, que desempeña respecto a lo amatorio y libidinal hetero la misma función que la Brigada Político- Social franquista tuvo para con la oposición a la dictadura. Un de las atrocidades de dicha Brigada es la denominada “educación sexual” realizada en colegios e institutos con “la ideología de género” como contenido. Es propio de los totalitarismos el adoctrinamiento de la infancia y la juventud. En ello se manifiesta también el paso del Estado liberal y constitucional al Estado fascista pues mientras el primero se declara “neutral” en lo ideológico el segundo se hace beligerante ideológicamente. Así se está realizando lo que el nazi español Ramiro Ledesma Ramos denominó “la conquista del Estado” por el fascio, hoy por el neo-fascio feminista, LGTBI y “de género”.
El feminismo hoy es la vía principal hacia la fascistización del régimen parlamentario, el modo primordial por el cual el Estado liberal- constitucional está siendo sustituido por el Estado fascista-feminista- neopatriarcal-genocida. Culminar tal proceso requiere de un Estado policial hipertrofiado, con los cuerpos represivos elevados a la categoría de deidades intocables. Por ejemplo, podemos preguntarnos cuántos efectivos policiales adicionales está demandando la Ley de Violencia de Género, desde su entrada en vigor en 2005, ¿tal vez 50.000?, ¿o quizá 70.000? Sobre todo guardias civiles, en una parte mujeres, a menudo más violentas y represivas que sus colegas varones, como se va poniendo en evidencia en las denuncias por malos tratos y torturas en los cuartelillos y en la calle, a veces padecidas por mujeres, o sea, féminas detenidas y torturadas por féminas guardias civiles.
Se puede, y debe, argumentar que con tal fuerte incremento de efectivos, los gastos y los costos de los cuerpos policiales, la economía no puede despegar y la deuda estatal está por las nubes. Que no hay dinero para las pensiones ni para los parados pero sí para más policías y guardias civiles, así como para más feminazis. Y eso es cierto pero, con toda su gravedad, no es lo más importante. El meollo está en que el feminismo está sirviendo de pretexto y de procedimiento para expandir el Estado policial, que es el fundamento del futuro régimen fascista (fascista de izquierdas) que el gran capitalismo y el Estado desean tener concluido en, digamos, un decenio. Para entonces las clases populares, los trabajadores, quedarán, si la revolución popular comunal no lo impide, atrapados por un sistema de tiranía terrorista, violencia omnipresente, opresión total, control absoluto, adoctrinamiento permanente, prohibición completa del sexo heterosexual, mercantilización integral del hecho reproductivo, sujeción tajante de las mujeres trabajadoras asalariadas (que son el 90% de las mujeres) a un sistema de nuevo esclavismo patriarcal, con jornadas de trabajo de 10-14 horas seis días a la semana, y barbarie social generalizada, con detenciones masivas, campos de concentración tipo Gulag, torturas y asesinatos.
El fascismo, sea de un tipo o de otro1, se sustenta siempre en el crecimiento de los aparatos policiales y militares. Por eso Carmen Calvo, cuando jalea y magnifica a la guardia civil, se hace la expresión más acabada del fascismo de la izquierda feminista, que es ahora el principal en nuestro país, muy por delante del fascismo de la derecha. En efecto, el futuro régimen fascista, o neo-fascista, resultará de la confluencia entre el fascismo feminista, el fascismo de la izquierda y el islam, o fascismo religioso: estas tres fuerzas, unidas serán, si la revolución popular no lo impide, las que recreen la España de Franco, en tanto que colega y otro-yo de Stalin, en las nuevas condiciones del siglo XXI.
Tal fascismo es el exigido por el proyecto y programa de la Unión Europea, hegemonizado por Alemania, para aniquilar a los pueblos europeos, sometiendo al Viejo Continente a una pavorosa operación de limpieza étnica y sustitución racial, sobre la base de: 1) impedir y prohibir reproducirse a tales pueblos, 2) introducir muchos millones de individuos procedentes de sociedades en las que no se ha superado el sistema estatal-esclavista, para anular los grandes logros de la cultura popular europea, devolviéndonos al sistema totalitario, mega-estatal e incivil previo a la gran revolución emancipadora de nuestra Alta Edad Media. Así el gran capitalismo multinacional europeo estará en mejores condiciones, o eso cree, para competir con sus rivales, de China, EEUU, Rusia, etc. Ello significaría un salto atrás de 1.500 años, un retroceso formidable hacia el oscurantismo, la miseria económica, el patriarcado más ominoso, el fanatismo clerical (esta vez musulmán), la amoralidad instituida y la pérdida de los valores que ahora, todavía, nos hacen civilizados y humanos.
Eso implica destruir a unos cincuenta pueblos europeos, con sus culturas, su identidad y sus lenguas, para crear “la nación europea”, esa entelequia primero enunciada por Hitler y ahora realizada por la izquierda y la derecha en comandita. En concreto, por la izquierda española, el feminismo, el marxismo, la mayor parte de lo que queda del anarquismo y el nacionalismo estatolátrico de Cataluña y País Vasco, unidos en íntimo abrazo con la democristiana Ángela Merkel, al Vaticano y al clero católico, la gran patronal, la intelectualidad progresista “humanista”, la policía y el ejército. La defensa de las formulaciones neo-negreras y racistas antiblancas, en tanto que loa de la emigración masiva, con destrucción de los pueblos africanos a la vez que de los europeos, forma parte del proyecto exterminacionista que unifica a todos los fascismos.
En 1936 se demostró que el principal partido fascista español fue el ejército, la guardia civil y la policía. A su lado, la Falange era muy poca cosa. En nuestro país hubo un fascismo del aparato de Estado, que adopta la forma de dictadura militar-policial fascista, lo que le diferencia de Italia y Alemania, donde la acción fascistizante de los cuerpos armados estatales se mantuvo en la penumbra, pues en el primero el fascismo llegó al gobierno a través de una acción civil, la “marcha sobre Roma” de Mussolini y sus huestes, en 1922, y en Alemania ganando unas elecciones, en 1933. Aquí no. Dentro del fascismo de aparato estatal, la guardia civil fue esencial, en la guerra y durante los cuarenta años de franquismo. Ella mantuvo al régimen muchísimo más y mejor que la Falange y su continuador, el Movimiento Nacional. Por eso la lisonja de la guardia civil que efectua la feminazi es expresión del peor fascismo. Llama la atención que la izquierda “radical”, Podemos, que mantiene parlamentariamente al gobierno del que forma parte Carmen Calvo y que se caracteriza por tildar de “fachas”, “fascistas” y “nazis” a todo sus oponentes, sean quienes sean, no diga nada en contra del fascismo real, del verdadero, del que reside en el aparato militar y policial del Estado español.
Es más. No puede haber libertad, por tanto, libertad política, mientras exista un ejército profesional y mientras haya cuerpos policiales. La base de una democracia verdadera tiene que ser el armamento general del pueblo previa disolución del ejército y los aparatos represivos. Quien no preconice estos si es un facha, fascista y nazi, esta vez sin comillas.
La izquierda española es experta en carnicerías y genocidios. Reprimió con furor a los trabajadores, sobre todo a los rurales, en el periodo 1931-1933, valiéndose de la II República. Hizo matanza tras matanza, en particular de campesinos pero también de trabajadores industriales, en el periodo del Frente Popular, la etapa más represiva y violenta de nuestra historia, sólo por detrás del primer franquismo, como muestro en el libro “Investigación sobre la II república española, 1931-1936” En la guerra civil, el fascismo de izquierdas, operante en el territorio republicano fue no menos sanguinario que el franquista. Estuvo formado por el PSOE, PCE-PSUC (éste último fue el partido fascista más atroz, el que persiguió y casi asesinó a Orwell), ERC, una parte decisiva de CNT-FAI y las formaciones republicanas españolas mandadas por Manuel Azaña. Hoy, tales formaciones se siguen jactando de lo que hicieron entonces y esperan el momento de repetirlo, de triturar de nuevo a las clases populares en cuanto éstas lleven su resistencia más allá de un punto.
Pero además, la izquierda española ha sido siempre y es misógina. Antes lo fue de un modo directo y ahora lo es por medio del feminismo, la peor expresión de la misoginia en toda la historia, dado que se propone hacer del Estado el “pater familias” absoluto, al que cada mujer debe obedecer, entregarse y venerar, negándose a sí misma.
Su deificación sexista del ente estatal es lo que convierte al feminismo (dejando de lado alguna de sus manifestaciones, hoy a la defensiva, que son honorables y aceptables) en una forma renovada y actualizada de fascismo. Porque según expuso Mussolini, lo esencial del fascismo está recogido en el lema “Todo en el Estado, nada fuera del Estado, nada contra el Estado”. Este expresa a la perfección la idea central de la izquierda española y del feminismo, falangistas en su ideario básico.
Desde el final formal del franquismo en 1978 ha sido la izquierda la que se ha ocupado de promover el terrorismo policial y de crear estructuras parapoliciales. Es el caso del GAL, constituido por el PSOE en el gobierno, y del régimen de torturas habituales instituido por la Audiencia Nacional, bajo la dirección del magistrado favorito de la izquierda, Baltasar Garzón y sus afines, sistema hoy en activo, cuya base organizativa es la conocida como mafia policial y mafia judicial.
Así pues, cuando la fascio-feminista Carmen Calvo se fotografía con un tricornio de la guardia civil, prenda de cabeza que desde hace casi doscientos años es el símbolo de la violencia del Estado contra la gente modesta y los pueblos oprimidos, ejercida por esa policía militariza que está incluso en contradicción con la legislación de la Unión Europea, simplemente se pone en evidencia. Ahora sabemos qué es la “revolución feminista”, un temible evento con la guardia civil en primera fila, con la gran patronal aplaudiendo (como hizo el pasado 8 de marzo), con el clero islámico como colega privilegiado y con la derecha subvencionando todas las operaciones (nunca ha habido tanto dinero estatal para el feminismo como en el periodo 2011-2018, cuando el PP ha estado en el gobierno). O sea, la “revolución feminista” es una actualización de la “revolución nacional-sindicalista” de la Falange. Porque en definitiva, las feminazis son neonazis[2].
En otra ocasión trataré de las medidas y disposiciones del feminismo contra las mujeres de las clases populares, que son la victimas primeras de su neo-patriarcado. Hoy denunciaré a la Brigada Erótico-Sexual por aquél implantada, nuevo sistema de terror pseudo- moralista y “protector” de la mujer (machista de una manera burda, por tanto, pues las mujeres se protegen solas, de modo que no necesitan ser protegidas por el Estado), que nos quiere arrebatar la libertad de, en esas materias, expresarnos, sentir, desear y obrar, además de la libertad de elegir los comportamientos libidinales que vaya más con nuestras preferencias, pasiones, fantasías y aptitudes individuales, pactados entre adultos libres e informados, mujeres y varones.
No podemos permitir que el Estado, a través de sus agente y neo- agentes, funcionarios y neo-funcionarios, se entrometa ni en lo más mínimo en la vida privada de las personas, pues ésta es y debe ser un ámbito absoluto de lo propio y especifico, de lo personal e íntimo. Muy particularmente, lo amoroso y amatorio, lo sexual y erótico, tiene que estar más allá de toda intervención estatal, e incluso de toda intrusión ejercida por la sociedad. Es, por su naturaleza, el ámbito absoluto del Yo y como tal debe seguir, para las mujeres y para los hombres. Así pues, tenemos que rechaza el enfoque neonazi-feminazi de que “lo sexual es político”. No, lo sexual en libertad es no-político y pre-político, a pesar de que el Estado, hoy enojado por no dominar esta importante, e incluso decisiva, forma de experiencia y sabiduría popular, se empeñe en someterlo a control, en hacerlo mera biopolítica. Esto es, en degradarlo a político-estatal. Para ello se sirve del feminismo.
La represión del sexo heterosexual, la violación sistemática de la libertad individual en esta materia, es realizada en el presente sobre todo por gays y lesbianas al servicio del Estado, que premia tan sucia actividad con sumas muy jugosas. En particular las lesbianas que se autocalifican de “bolleras políticas” son ahora la punta de lanza del nuevo fascismo, al constituir el componente esencial del feminismo de tercera generación, el hoy difundido por los aparato de aleccionamiento del Estado e impuesto al pueblo jurídicamente, al hacerse legislación positiva, por ejemplo, con la Ley de Violencia de Género, elaborada y promulgada por la izquierda y por la derecha a la par. Corresponde a las lesbianas honradas disociarse de esa locura maligna, desautorizando a aquéllas conforme al criterio de “no en nuestro nombre”. Lo mismo están obligados, moralmente, a efectuar los homosexuales honrados en relación con los hampones gays que están haciéndose ricos contribuyendo a la denigración y represión de la sexualidad heterosexual.
Algo similar ha de hacer el feminismo de segunda generación, enfrentado con el de tercera, también porque las lesbianas fascistas3 en modo alguno representan a las mujeres heterosexuales. Dicho feminismo, que calla simplemente por miedo, a pesar que contempla con una alarma creciente lo que está sucediendo, tiene que salir a la escena pública y exponer algunas verdades elementales, afirmándose como ideología de las mujeres heterosexuales y buscando la conexión y concordia con los varones.
Conviene insistir en que la Ley de Violencia de Género es una violación de la Constitución vigente, es una ley anti-constitucional, lo que hace de ella un hito en la sustitución del Estado liberal por el Estado fascista de nuevo tipo, adecuado a las condiciones del siglo XXI. Ella ha iniciado la marcha hacia el fascismo del régimen surgido de la liquidación (formal y aparente) del franquismo en la Transición política (1974-1978). No comprender esto es situarse fuera de la realidad. Con ella ha ido desarrollándose el Estado fascista en el seno del Estado liberal. En efecto, lo está haciendo con la expansión del aparato policial; las detenciones masivas de hombres debido a las denuncias falsas; el adoctrinamiento ilimitado de las multitudes, desde la escuela a la televisión; la creación de una milicia fascista, de unos nuevos escuadristas, que atemoriza y aterroriza a la población, formada por las feminazis; la prohibición de toda crítica e incluso disidencia en estas materias, constituyéndose las religiones políticas o creencias obligatorias; la elaboración de un cuerpo de doctrina específicamente fascista, la “ideología de género”; los actos de masas interclasistas dirigidos desde arriba, como los del 8 de marzo de 2018; el linchamiento público de de los disidentes (sin ir más lejos, lo llevan años haciendo conmigo), la constitución de un nuevo patriarcado para encadenar aún más firmemente a las mujeres trabajadoras, que es estatal directo e inmediato4; etc.
Las represoras más virulentas del erotismo hetero, por lo general lesbianas, se sustentan en los envejecidos lemas de “la liberación de la mujer”, presentando dos pretendidos argumentos. Uno es que el sexo heterosexual es “agresión” contra las féminas, de manera que todo varón es un agente de la violencia contra las mujeres. Tan apestosa calumnia se refuta señalando que el sexo hetero habitual es por su misma naturaleza, un acto de amor, al ser fusión de los cuerpos que permite y favorece la fusión de las almas. Al mismo tiempo, al ser sexo creador de vida humana, posee de manera inmanente una grandeza, intensidad emocional y belleza ontológica que el sexo de gays y lesbianas no tiene y nunca puede tener, lo que le hace el sexo superior y mejor. Respecto a las mujeres hetero, el machismo feminista las presenta como “tontas”, “inconscientes” y “engañadas” por los hombres, al prestarse a tener trato carnal con ellos. Así pues, todas las mujeres son “tontas” menos esa minoría esclarecida, selectísima, de marimandis y jefecillas financiadas por el Estado para no sólo decir sino además imponer por la violencia institucional al resto de las mujeres lo que deben y no deben hacer, lo que deben y no deben pensar, lo que deben y no deben sentir e incluso cómo deben y no deben ir vestidas. Imposible llevar más lejos el autoritarismo, el totalitarismo5.
La conclusión es que todas y todos tienen que decir NO al Estado policial, a la guardia civil, a la creencia, específicamente franquista/fascista, en que los problemas sociales se resuelven con más represión, es decir, con más leyes, más represión y más policía. De ahí a la revolución popular comunal e integral hay sólo un paso.
Nuestra victoria, que ya existe en la forma de cuerpo argumental, debe realizarse también en la calle. Tenemos que vencer en ella al fascismo feminazi e izquierdista, al terror institucional y gubernamental de las Carmen Calvo y el Ministerio de Igualdad. Cuando salgan a la calle cientos de miles de personas a instaurar la liberta de expresión, la libertad de conciencia y la libertad de elección individual amorosa, erótica y sexual, para batirse con el feminismo de Estado y la guardia civil, habremos dado un avance de gigante hacia la revolución.
Así pues, quedarse en casa ante la pantalla diciendo Me Gusta o No Me Gusta y contemplando videos no es, ni mucho menos, suficiente y ni siquiera sano. La revolución se hace en la calle: una revolución de la libertad para el individuo y por el individuo. Y los integrados en el siniestro conglomerado institucional LGTBI, que es la nueva policía del pensamiento y el nuevo fascismo, deben disociarse de todo ello (todavía están a tiempo) y elegir donde desean estar, si con el feminismo de Estado, la izquierda totalitaria, el clero islámico y la guardia civil o si con el pueblo.
Hay que tener en cuenta que el feminismo actual es, entre otras cosas deplorables, el instrumento de la venganza del Estado y el capitalismo contra los varones de las clases populares, asalariados y trabajadores. Puesto que los varones fueron el 93% de los fusilados por el franquismo y el 85% de los perseguidos por el TOP (Tribuna de Orden Público) franquista podemos saber con total seguridad que fueron los hombres, los hombres heterosexuales6 pero no las mujeres, quienes se enfrentaron decisivamente con la peor expresión del terrorismo estatal y capitalista, que era a la vez una forma muy canalla de patriarcado. De ahí que, andando los años, el poder constituido haya ideado y realizado una sofisticada manera de castigar a los varones por ello. Esto incluye, asimismo, aniquilar su identidad viril, su masculinidad física y psíquica, y castrarlos cultural y emocionalmente. Para ello han inventado la teoría ridícula y perversa del omniculturalismo, central en el fascismo LGTBI. Los castrones son mucho más dóciles, y de eso se trata.
No hay duda que un cierto porcentaje de mujeres se ha vendido por dinero al Estado para realizar una política de venganza, aniquilamiento, castración y mutilación contra los varones de las clases trabajadoras y asalariadas. Mujeres como Carmen Calvo, con tricornio, las jefas de Podemos, las mandamases de las CUP, las desvergonzadas pedantes de las Cátedras de Género, concentradas en abusar de muchas maneras de sus desventuradas alumnas, las escuadristas de base dedicadas al odio y la violencia7, las que se llenan los bolsillos en por el franquismo eran heretosexuales, y los muy pocos homosexuales que estaban en la clandestinidad no lo fueron por su condición de tales sino por ser resistentes políticos. Ha llegado el tiempo de poner a cada cual en su sitio, y dado que no pocos gays están enrolados, como viles mercenarios, en la guerra que el Estado y el capitalismo libran ahora contra los hetero, no hay otra opción que hablar claro. Para empezar, nada define mejor la mentira y la perfidia a que nos ha acostumbrado el poder constituido que la teoría del “heteropatriarcado”, pues no fueron los heteros sino el Estado, en el que había bastantes homosexuales (también en el Estado franquista, por no hablar del Estado nazi, donde eran multitud, incluso después de la ejecución de Röhm), quien persiguió en el pasado a los gays, mientras que la gente común (dejando de lado una ínfima minoría, proveniente sobre todo de las clases medias) , los hombres y mujeres hetero, se compadecían de ellos, los ayudaban y los comprendían, como es de justicia y como debe ser. Así, con esa pérfida historieta elevada al nivel de primera verdad, los gays hoy mercenarios del poder exculpan al Estado e inculpan al pueblo hetero, o sea, al 90% del pueblo. Con ello perpetran otra agresión más contra aquél. Su ciega devoción por el Estado es una mentalidad calificable de fascista, o al menos de semi-fascista. Por lo demás, que un homosexual notorio, Shangay Lily, haya tenido que escribir el libro “Adiós, Chueca” para denunciar lo que denomina, con razón “gaycapitalismo”, muestra hasta qué punto la comunidad homosexual necesita de una limpieza a fondo, que ha de empezar por una autocrítica pública. La comunidad lesbiana lo mismo. Una y otra están obligados a redefinir su naturaleza y metas, o lo hacen o se dirigen hacia una crisis de proporciones colosales. De su actual alianza mercantil y codiciosa con el Estado y el capital van a salir más que escaldados, triturados. Por lo demás, Lily olvida lo más grave, la “gayestatismo”, la cerril adhesión (por dinero) al ente estatal de una parte numéricamente significativa de los homosexuales. Por tanto, su victimismo es ya victimismo de verdugos.
No va a suceder como en la Transición Política, que permitió a los fascistas, a los torturadores y asesinos de Franco, irse de rositas, sin responder por sus maldades ante tribunales del pueblo. Todo ello gracias al obrar del Partido Comunista y el PSOE así como del diario El País, el bastión del progresismo, que protegieron y salvaron a los fascistas a cambio de su legalización y de dinero, de muchísimo dinero, pues el dinero es, con el poder, lo único que interesa a los jefes y jefas de la izquierda, ayer al PCE hoy a Podemos, el principal partido fascista/neofascista español. Son mercenarios políticos, prostitutas políticas y, además, los fascismos de uno y otro tipo son, ante todo, fascismo, por lo que se apoyan y acogen y protegen entre sí, a la vez que pelean competitivamente, para ver quién se queda con la mayor parte del botín. Pero no van a repetirse esos hechos, y en el futuro, con el avance de la revolución popular comunal integral, habrá tribunales del pueblo para juzgar (por supuesto, con justicia, equidad e imparcialidad, con garantías para las y los encausados, con la posibilidad de alegar y defenderse, no como ellos hicieron en la guerra civil, donde practicaron una “justicia” de bribones y asesinos) a los caudillos y caudillas del fascio-feminismo, el fascio-progresismo y el fascio-izquierdismo.
En suma, se trata de una lucha épica, tiránica y heroica por la libertad. Por la libertad de las mujeres, por su emancipación de toda tutela, toda protección y todo privilegio envenenado. Las mujeres se liberan en la lucha por la libertad, no en el vil y degradante mendigar tratos de favor, legales, jurídicos, policiales o económicos al ente estatal. Eso lo hacen las neoesclavas y las Carmen Calvo con sus tricornios, no las verdaderas mujeres.
1 Ya no puede negarse que en el siglo XX hubo dos tipos de fascismo, el de izquierda, constituido por el partido bolchevique en Rusia y por los partidos comunistas en todos los países, y el de derechas, el impuesto principalmente por Mussolini, Hitler y Franco. El segundo se inspiró en el primero y entre ellos sólo hay diferencias formales y terminológicas. El recientemente publicado libro “La corte del zar rojo”, de Simon Sebag Montefiore, una obra historiográfica impecable por su objetividad y rigor, proporciona, en sus 854 páginas una información que permite defender, con toda las garantías epistemológicas, que el fascismo de izquierdas, o estalinismo, fue peor que el fascismo de derechas. Se use el sistema de comparación que se use, el estalinismo fue un fascismo más virulento, más antipopular, más liberticida, más pro-capitalista (de Estado) y más sanguinario que el de derechas. En realidad, la “revolución socialista de octubre” de 1917 en Rusia fue un retorno empeorado al régimen esclavista formalmente abolido por el zarismo en 1861, pero extendiendo la esclavitud, que anteriormente estaba reducida al agro, a toda la sociedad, también al proletariado, la industria y las ciudades. Las raíces intelectuales de todo ello están, es imposible callar esta verdad por más tiempo, en la obra de Marx, al que puede y debe calificarse de protofascista. En efecto, su negativa a considerar la cuestión de la libertad, la de la soberanía y autonomía de la persona y el asunto de la ética y los valores, así como su devoción por Hegel, uno de los grandes adoradores del Estado, y su obsesión por constituir un mega-capitalismo, fantásticamente productivo, que sustituyera al capitalismo real (eso era para él la “revolución”), le convierte en uno de los grandes enemigos de la libertad social e individual y de la civilización de la historia de la humanidad. Marx se adhiere al totalitario proyecto platónico del “gobierno de los filósofos y los sabios” para ofrecerse a sí mismo como guía intelectual y profeta de la clase obrera decimonónica pero, igual que le sucedió a Platón, carecía del nivel cultural adecuado (ni siquiera tenía un mínimo suficiente de lecturas, debido en buena manera a su adhesión personal al hedonismo y, sobre todo, al epicureísmo) y se reducía a loar atolondradamente disvalores y errores colosales, por lo común asombrosamente disfuncionales, fruto al mismo tiempo de su ignorancia, desparpajo y cara dura. Su amigo Federico Engels fue incluso peor. El conjunto de todos esos despropósitos llevaron a la monstruosidad del fascismo de izquierdas en Rusia, una tiranía terrorista y sanguinaria peor aún que la Alemania nazi. Hoy, sus desmoralizados discípulos de la izquierda marxista son un micro-magma de grupos sectarios en fase de liquidación. Empero, está por realizar la crítica sistemática del marxismo, como totalitarismo que ha sido matriz de un tipo específico de fascismo, y como defensa de la forma más brutal de capitalismo, oculto bajo la hojarasca de una verborrea “anticapitalista” aceptablemente elaborada. Liquidar totalmente el capitalismo es hoy más necesario que nunca pero con el marxismo lo único que se consigue en asegurar su continuidad y forzar su malignización, como sucedió en Rusia y en tantos otros países. Al ignorar por completo la cuestión de la libertad, del cuerpo social e individual, Marx hace imposible liquidar el capitalismo, de ahí que todos los regímenes marxistas hayan culminado en un incremento descomunal del capitalismo, primero de Estado, luego de Estado y privado, finamente privado y de Estado. Tal es asimismo la experiencia de China, Vietnam, Cuba, etc. Al respecto, puede consultarse mi video, en mi canal de YouTube, “Fascismos. Fascismo hoy en Europa (parte primera)”.
2 Fracasado el movimiento neonazi, lanzado por los servicios secretos, los cuerpos de policía y el ejército en los años 80 y 90 del siglo pasado, ahora estamos en la fase de constitución de un nuevo fascismo, sobre la base del feminismo, de “la ideología de género” y del conglomerado LGTBI. Igual que todos los fascismos del pasado, éste no es nada sin el respaldo del Estado. Mussolini, de no ser porque el ejército le hizo la “marcha sobre Roma” en 1922, jamás habría llegado al gobierno, y la Falange no era nada antes de la guerra civil sin el apoyo del ejército y la guardia civil. Hoy el fascio-feminismo español se reduce a unos cientos de activistas, que ingresan cada una unos 8.000 euros mensuales por sus viles servicios, las cuales serían barridas de la calle en cuestión de segundos de no ser por la ayuda institucional que reciben. Sus actos de violación de la conciencia popular, como los del 8 de marzo de 2018, en nada importarte se diferencias de las “concentraciones patrióticas” que convocaba el régimen de Franco y la Sección Femenina, a base de manipular a las masas desde la televisión. Su “huelga general feminista” se sustanció en un cierre patronal, a situar dentro de las pantomimas hórridas dirigidas a hacer de la gran patronal la propietaria de las mujeres trabajadoras, reducidas por el feminismo a la condición de neo-siervas de los empresarios.
3 Conviene recordar que la Sección Femenina de Falange Española, que llegó a tener más de 600.000 afiliadas, fue una organización de lesbianas, de “tortilleras” decía la gente, pues tal eran sus jefas. Su jerarca primera, Pilar Primo de Rivera, fue una pistolera brutal que había participado en actos de violencia de los que resultó, al menos, la muerte de una mujer. Tales lesbianas se hicieron un puntal fundamental del régimen de Franco, hasta el punto de que el maquis, cuando podía, realizaba acciones armadas contra ellas, lo que es comprensible. Decir, o insinuar, que el lesbianismo y el fascismo son incompatibles es negar la evidencia más próxima y más dolorosa de nuestra historia contemporánea. Lo mismo es legítimo sostener de los homosexuales, dado que las SA nazis, que eran el aparato del terror fascista por excelencia, estuvieron hasta 1934, más de un año después de la toma del gobierno por Hitler, dirigidas por gays asesinos, comenzando por su jefe, el horripilante homosexual Ernst Röhm. Ahora, el maridaje entre el lesbianismo y el Estado, así como entre los homosexuales y el Estado, se ha dado de nuevo. Ello es malo para los y las hetero pero es todavía peor para las lesbianas auténticas, que si no se disocian de esto alcanzarán un desprestigio enorme, de funestas consecuencias para su futuro.
4 Para comprender qué es el sistema neo-patriarcal del feminismo basta con tomar el Código Civil de 1889, en los artículos en que instituye el patriarcado y sustituir en ellos la palabra “marido” por “Estado”, constatando que todo encaja perfectamente. Si en el viejo patriarcado el Estado dominaba a las mujeres forzando y obligando al marido a tutelarlas, hoy el Estado, al tener muchos más medios que en el siglo XIX, se hace con el control directo de las féminas. Es decir, se eleva a “pater familias” en tanto que organización de las élites para el ejercicio del poder total. Por eso el feminismo es feminismo de Estado, cuya esencia es que las mujeres sean “protegidas” y “tuteladas” por el Estado. Este nuevo patriarcado es mucho peor que el antiguo, y está llevando a un colapso de la condición femenina, a un régimen de esclavitud y sumisión de las mujeres nunca antes visto, que se pondrá en evidencia en sólo unos años, al rebajar a aquéllas a mera mano de obra, negando al mismo tiempo su condición de seres humanos y de hembras. Ciertamente, una minoría de féminas, las Carmen Calvo, están siendo premiadas por el poder con enormes sumas de dinero y puestos de mando de primera categoría, todo porque están entregando a las mujeres al Estado y a la gran patronal. La gran masa de las mujeres está contentando a todo ello con una protesta hasta ahora silenciosa, por desgracia, las enfermedades psicosomáticas, el desmoronamiento individual, las drogas legales (y cada vez más las “ilegales”) y la depresión. Todo ello constituye un feminicidio en marcha: tal es la obra señera del feminismo.
5 Las neo-monjas financiadas por el Estado que ahora padecemos están furiosas con la investigación de la complejísima y muy rica sexualidad femenina auténtica, a la que desean imponer sus despóticos cánones antinaturales, ñoños y pervertidos. Por ejemplo, para ellas el libro de Nancy Friday “Mi jardín secreto”, que recopila las fantasías eróticas íntimas supuestamente más comunes en las mujeres de nuestro tiempo, debe ser simplemente arrojado a la hoguera. Su autora es, para las nazis, una “mujer-macho”, otra más de la larguísima relación de féminas antifeministas a las que el fascismo LGTBI tiene en sus listas negras. Y eso a pesar de que este texto es más bien mojigato, pues otras investigaciones sobre el cerebro reptiliano de las féminas dan resultados mucho más profundos y sustantivos, como demostraré en textos y videos posteriores. El feminismo se propone anular la libertad sexual y amatoria de las mujeres para convertir su energía libidinal en fuerza productiva laboral, con el designio de hacer más ricos a los empresarios y mucho más rico al Estado, que se lucra de todo ello con los impuestos. La consecuencia más aterradora es el crecimiento en flecha de las enfermedades psicofísicas femeninas producidas por la abstinencia sexual, la frustración erótica, el desamor y la soledad. Avanzamos, pues, hacia un feminicidio de proporciones pavorosas, que se manifiesta ya en el ascendente malestar de las féminas jóvenes y de mediana edad, crecientemente atenazadas por extrañas, y antaño casi inexistentes, dolencias, dolores y disfunciones, físicas y anímicas. Si al ser humano se le priva del sexo y del amor enferma, y cuanto con más malicia y maquiavelismo se efectúa esa pérfida operación de negación, más gravemente enferma. Ello es verdad para los hombres y las mujeres pero mucho más para éstas. Creer que con la bobaditas y cominerías de la sexología institucional, mera biopolítica conformista y mediocre (masturbación obligatoria, orgasmito femenino de pitiminí, cachivaches de sex-shop, perros y mascotas, pornografía de bostezo, lesbianismo de mutilación, micro-sexo tántrico hiperventilado, prostitución de masas masculinas en Senegal para feministas ricas -y desalmadas- europeas, niñofobia convulsiva y agresiva, Viagra desde los 20 años, prostíbulos y mas prostíbulos, mujeres esqueléticas u obesas desfeminizadas y varones abúlicos desvirilizados, disruptores hormonales feminizantes del macho, en el agua, el aire y los alimentos, hedonismo obligatorio que hace el sexo intrascendente por ende aburrido, todo-es-machismo-menos-trabajar-12-horas-como-una- esclava/0-haciendo-muy-ricos-a-tus-jefes-y-al-Estado, demonización de la corporeidad, y la belleza, entre otras horrideces similares), formuladas e impuestas sin atender a las exigencias más perentorias del soma femenino, que se expresa a través de lo reptiliano, la situación tiene solución es equivocarse rotundamente. Como lo reptiliano, que es lo más primitivo de lo humano, lo básico y decisivo, lo que regula y organiza nuestra vida biológica y por tanto nuestra vida reproductiva y nuestra continuidad como especie, está secuestrado por el capitalismo y prohibido por el feminismo, que lo tilda invariablemente de “machista” (lo que antaño era “pecado” según el clero falangista hoy es “machismo” conforme al ideario feminista…), avanzamos hacia un colapso de lo femenino y un colapso, en consecuencia, de la especie, demográfico. Pero de eso se trata, de aniquilar a los pueblos europeos, operación archicriminal a la que el feminismo está obligado a hacer su aportación, igual que el resto de los aparatos del Estado. Y la está haciendo. Finalmente, si se disocia la sexualidad de la reproducción, como hace la sexología biopolítica, es decir, estatal e institucional, la operación acaba en la aniquilación del sexo y la destrucción del deseo, en lo que se denomina “la muerte del Eros”, más bien su asesinato por los poderes constituidos, entre otros la biopolítica académica y el feminismo. En eso estamos por el momento. Porque: 1) el sexo o es creador de vida o no es, 2) la biopolítica es letal para el erotismo, en especial la del gran capitalismo globalizador, el hoy existente.
6 Dado que los antaño perseguido (¿cuánto de perseguidos?) se han convertido en perseguidores hay que entrar en la cuestión del lugar de los homosexuales en la lucha antifranquista. Se mire por donde se mire, y si se dejan de lado las mentiras más descaradas, que son mera propaganda victimista dirigida a capturar subvenciones, el 99% de quienes fueron perseguidos y dañados
7 Como es sabido, Orwell se refiere a “los dos minutos de odio” que estaban obligados a guardar los sometidos al régimen totalitario-fascista que denuncia. Con ello manifiesta comprender bien la centralidad del adiestrar y amaestrar a las personas en el odio que realizan las dictaduras. Pero lo por él descrito se queda pequeño, muy pequeño, en comparación con el feminismo de tercera generación. Aquí no hay 2 minutos de odio sino 24 horas diarias de odio obligatorio, convulsivo y absoluto. El odio es lo único que estructura la mente de las feminazis, seres enteramente irracionales. Sobrecoge en particular su odio al amor, su encono contra él. Así logran criaturas despojadas de toda inteligencia, peones a los que manejan a su antojo, a veces muchachas jovencitas a las que someten a todo tipo de abusos, y a las que pueden utilizar a plena satisfacción para perpetrar sus violencias, hoy dirigidas sobre todo contra lo que llaman “mujeres-macho”, o sea, las féminas que rechazan el feminismo, cada dia más numerosas e incluso ya mayoritarias. Nada hay en ello de nuevo pues todos los totalitarismos políticos y todas las religiones fascistas se han servido de esos procedimientos, que niegan lo definitorio del las Concejalías de Igualdad (hay miles de éstas) y otras. El “Manifiesto SCUM”, ese texto exterminacionista, nazi-feminista, fabricado por los servicios de contrainsurgencia de EEUU valiéndose de una desequilibrada mental, es su libro (panfleto) de cabecera8. Lo mismo ha hecho una porción notable de homosexuales y lesbianas, que también se han vendido. Como ha sucedido tantas veces en la historia los oprimidos se han convertido en opresores. Todas y todos los que ahora están contribuyendo a la construcción del fascismo genocida y terrorista enmascarado bajo del feminismo de Estado, que se sirve de la represión del sexo heterosexual para crear una catástrofe demográfica por la cual morirán de manera horrible y prematura millones de personas, tendrán que responder por ello. ser humano, la inteligencia, para convertirle en una marioneta convulsionada por el odio, mera cosa que opera conforme a las instrucciones que van dando los jefes y jefas. Esas mujeres- instrumento, totalmente deshumanizadas y envilecidas, son la obra señera del feminismo. Lo que le define a la perfección y lo que le descalifica absolutamente. También, lo que nos otorga fuerzas a quienes estamos en contra para arreciar en la lucha contra él, a pesar de todas las amenazas y agresiones, pues ninguna mujer, ningún ser humano, puede ser sometida a una manipulación, a una aniquilación como persona, de tal intensidad y naturaleza.
8 Para el análisis de este documento decisivo consultar “Feminicidio, o autoconstrucción de la mujer”, libro del que soy coautor. Su título lo dice todo, la mujer se libera desde sí misma y por sí misma, no por la acción de leyes e instituciones, no por la tutela protectora de la policía, no por la intervención del Ministerio de Igualdad, no por las políticas gubernamentales de “discriminación positiva”, no por la acción del movimiento feminista subvencionado, que es ya mero obrar de neo-funcionarias muy bien pagadas. En suma, no por la acción del Estado. Creer en la capacidad de la mujer, de las mujeres, para autoliberarse, para hacerse a sí misma, es romper definitivamente con la misoginia. Es creer y confiar en la fortaleza, la inteligencia, la sociabilidad y la virtud (cívica y personal) de la mujer. Todo lo demás es machismo. El feminismo cree en el Estado feminista, o sea, en él mismo constituido como Estado, en el fascismo feminista. La libertad no se da y no se recibe, se conquista. Cuando el feminismo llama a las mujeres a delegar en el Estado su emancipación, ¡en la institución que creó el patriarcado!, las está conminando a que amen sus cadenas, sus neo-cadenas. No menos obsceno es afirmar que ha sido y es el feminismo quien “libera” a las mujeres, aserción que arrebata el protagonismo real a los millones de mujeres, y de varones, que han luchado contra el patriarcado y siguen luchando contra el neo-patriarcado. El feminismo es sólo un “ismo” más, esto es, una camisa de fuerza para la inteligencia y la creatividad individual y colectiva, algo que hay que abandonar si se desea ser y llegar a ser por sí misma y desde sí misma. Ahora, el feminismo es un instrumento del Estado y del gran capitalismo para volver a encadenar a las mujeres. En efecto, éstas, junto con los varones, derribaron el patriarcado, que es una necesidad vital y primordial para todo ente estatal, sea cual sea éste, de manera que, para el poder, se trata ahora de recomponer y reconstruir el sistema de opresión peculiar de las mujeres, adaptándolo a las condiciones del siglo XXI, Por eso el feminismo es idolatrado por el Estado, enaltecido por la patronal y el capitalismo financiero (Ana Patricia Botín dixit) y subvencionado con muchos millones de euros por todos ellos cada año. El silencio absoluto del feminismo respecto al islam (quien calla otorga, dice el refrán) indica cuál es el régimen que desea realmente para las mujeres europeas… Y para los hombres. Las autoridades de la UE están entusiasmadas, aunque lo disimulan ante la plebe con alguna protesta formal, con la fascistización del Estado y del país que está efectuando el caudillo musulmán T. Erdogan en Turquía, aliado y amigo de la izquierda española. Esperan irlo repitiendo en todos los países europeos, con el clero musulmán inmigrante como nueva SA, en tanto que nueva Falange de la Sangre (los grupos de pistoleros falangistas) o nuevos “fasci di combattimento” mussolinianos. Si Franco implantó su régimen fascista gracias al islam, al clero islámico norteafricano, y las Waffen SS hitlerianas tuvieron tres cuerpos de ejército musulmanes, el nuevo fascismo en constitución necesita, al menos, de lo mismo e incluso de más.