A LAS MUJERES LES GUSTA EL FASCISMO. Italia, Europa y Giorgia Meloni

El triunfo electoral en Italia de la jefa del fascismo de ese país, Giorgia Meloni, es sólo un episodio más de la proximidad e intimidad entre las mujeres y el fascismo en Europa hoy, y ayer. Tenemos en Francia a Marine Le Pen, que ganará las próximas elecciones, y a una constelación enorme de partidos, grupos y grupitos de extrema derecha, nazis y neonazis, fascistas y neofascista, por todos los países de la Unión Europea, dirigidos por mujeres. E incluso las agrupaciones de extrema derecha que están regidas por hombres tienen en las féminas su principal fuente de votos. Por ejemplo, Vox aquí, y Demócratas por Suecia en este país, que llegará al gobierno pronto.

Así pues, a las mujeres, en efecto, les gusta el fascismo. Y al fascismo le entusiasma las mujeres. Hay “algo”, difícil de determinar, que hace que el fascismo, los fascismos, indistintamente de derechas o de izquierdas, establezcan muy buenas relaciones con las mujeres…

Esto no es de ahora. Quien creó la teoría y la práctica criminal, sanguinaria, del fascismo italiano no fue tanto Mussolini como una mujer, su amiga íntima Margherita Sarfatti, una mente patibularia que también ideó las matanzas de antifascistas, casi todos hombres, que tuvieron lugar en Italia a partir de 1919, lo cual llevó al triunfo del Partido Nacional Fascista. Así pues, el caso de Meloni es una reproducción de lo que ya sucedió, la elevación de una fémina, toda ansia de poder, violencia y maldad, a una alta función política… Esta es una mujer brutal que, desde su adolescencia, al ser jefa de los grupos más feroces del neofascismo italiano, ha sido responsable de cientos de apaleamiento y probablemente de varios asesinatos de antifascistas, de varones antifascistas. Hasta en esto cuenta el sexismo…

En nuestro país, la victoria del fascista Franco en 1939 hubiera sido imposible sin el colosal apoyo que le otorgaron las mujeres, organizadas en la Sección Femenina de Falange Española y en otras varias agrupaciones más de extrema derecha[1]. En particular, la acción de la Sección Femenina falangista fue decisiva para el triunfo de Franco y, después, para el mantenimiento de su dictadura durante cuarenta años[2]. Hay que depurar las enormes responsabilidades de las mujeres en todo ello, desmontando y refutando las mentiras, colosales, del feminismo en este asunto, con su teoría de las mujeres “angelicales”, “inocentes”, “victimas permanentes de la violencia de los hombres”. Es justamente esta mentira androfóbica y neopatriarcal la que se está desmoronando ahora, al constatarse que Europa, hoy, ahora, sufre un renacimiento del fascismo de derechas en el cual las mujeres son decisivas.

Obsérvese, además, que la Sección Femenina de Falange y sus agrupaciones afines, que entre todas organizaron ¡a más de un millón de mujeres! en el periodo 1936-1977, durante la guerra civil y el franquismo, era defensora a ultranza del patriarcado. En ello no hubo mucho de novedoso, pues mientras los hombres se habían apartado en masa de la iglesia a partir de 1850, las mujeres seguían siendo meapilas, sumisas a los curas, serviles hacia el sistema, sostenedoras del capitalismo, amantes del Estado. En ese tiempo, se puede afirmar que los hombres fueron la revolución, algunos hombres, y las mujeres a la reacción, muchas mujeres, aunque no todas. Para entender esto basta con consultar los archivos del TOP (Tribunal de Orden Público) franquista, en los cuales los hombres son más del 90% de las personas detenidas, juzgadas y condenadas. La pregunta es, ¿dónde estaban las mujeres? Pues con el franquismo, con el clero falangista, con la Sección Femenina de Falange Española de las JONS… del mismo modo que hoy están con el feminismo y con la chusma horrenda de las Meloni, Le Pen, etc.

Así pues, la política feminista de “promover” a las mujeres a cargos de mando y demonizar a los varones está llevando a un triunfo colosal del fascismo de derechas en Europa. Dado que el feminismo actual, de tercera generación o SCUM, hace a las mujeres sádicas, despiadadas, engañadoras, devotas del capitalismo, íntimas de los cuerpos policiales, patriarcales o neopatriarcales, inmorales, con derechos y sin deberes, polifrígidas, corruptas, codiciosas, incultas y algunas cosas más, todo eso se convierte en el caldo de cultivo ideal para el desarrollo de los fascismos, de derechas y también, aunque menos, de izquierda.

Hay un asunto más, para terminar, que es la función que desempeña la represión sexual, de la líbido femenina en la emergencia de una mentalidad agresiva, violenta, en las mujeres, que las lleva al fascismo. Al estudiar el fascismo de derechas de los años 20 y 30 del siglo pasado se observó que sus adeptos eran, a menudo, unos reprimidos sexuales que se desahogaban incorporándose a los grupos armados fascistas para “disfrutar” de la prerrogativa de desahogarse apaleando, torturando y matando. En el presente sucede algo parecido con las mujeres. Puesto que están sometidas a formas nuevas, complejas y muy eficaces de represión sexual, lesbianización obligatoria, prohibición de la maternidad, conversión de su energía erótico-libidinal en energía laboral productiva, etc. necesitan “liberarse” de todo ello y lo logran por medio de la agresividad androfóbica. Esto se agrava aún más por la inestabilidad mental y emocional de enormes masas de mujeres, permanente drogadas por la medicina estatal con psicofármacos[3]. No tienen actividad erótico-sexual digna de tal nombre, destinan sus vidas a trabajar y, en consecuencia, enferman mentalmente y se hunden en la depresión. Como sus vidas son, en efecto, espantosas, el sistema ha ido confeccionando un chivo expiatorio para ellas, a fin de que desahoguen sus frustraciones, que son los hombres.

La mujer polifrígida que ha fabricado el feminismo, del todo deserotizada y por tanto deshumanizada, mero autómata o robot hiper productivo para hacer más ricos a los capitalistas y entregar más impuestos al Estado, es la mujer fascista.

La conclusión última es que ha llegado el momento de redefinir en concreto la naturaleza y condición de la mujer. Lo haré en uno de los capítulos del Manual de la Revolución Integral.

 

[1] Después de Franco, la personalidad más importante del régimen fue Pilar Primo de Rivera, la jefa de la Sección Femenina falangista. Ella y Franco fueron las únicas personas que ocuparon cargos de poder decisivos durante toda la etapa del franquismo. Ahora el feminismo en su casi totalidad considera positivamente a la Sección Femenina, lo que es otra prueba añadida de su naturaleza repulsivamente fascista.

[2] En el libro “Feminicidio, o autoconstrucción de la mujer”, del que soy coautor, se ofrece un estudio bastante completo de este asunto. El libro ha sido y es objeto de una persecución feroz por el feminismo neopatriarcal y androfóbico, mero fascismo de izquierdas que subsidia con enormes sumas el Estado español, simplemente porque expone la verdad. Dado que tal feminismo “defiende” a la mujer para hacer de ella un instrumento ideal del capitalismo, del ente estatal y del fascismo, la idea subyacente en dicho libro es ganar a las mujeres para la revolución anticapitalista, antiestatal, antifascista y democrática, apartándolas de todos los fascismos, sean de derechas, como el caso de Meloni, o de izquierdas, como sucede con el feminazismo de Podemos, y de la constelación de chiringuiteras de la cosa. Éstas se hacen millonarias gracias a las enormes subvenciones estatales y de la Unión Europea que reciben para que insulten, calumnien, demonicen y agredan físicamente a los varones de las clases populares. Como éstos son escépticos respecto al capitalismo y han sido la fuerza, con mucho, principal del antifascismo, tienen que ser apaleados y perseguidos un día sí y otro también por el poder constituido, con la Ley de Violencia de Género, por ejemplo.

[3] Ahora, todos los problemas del alma femenina se “resuelven” medicando con psicofármacos. Estos, a los 15-20 años de ser ingeridos regularmente, provocan lesiones graves en el páncreas, hígado y riñones, lesiones que tienden a ser mortales. Así pues, dicho de una manera cruda y sintética, el feminismo está matando a las mujeres, literalmente.