Un colaborador
Esta mañana me he levantado triste, con la sensación de que todo está ya perdido para que la humanidad pueda ser un día libre y soberana de su destino. Recordando a Neal Walsh en CCD, le he preguntado a mi Dios:
-. ¿”Qué puedo hacer para contribuir al despertar de esta humanidad al borde de la esclavitud total? Siento que hemos perdido la batalla, que no hay ya nada que hacer”.
Y esta ha sido la repuesta:
-. Cuando una persona se enfrenta a una situación límite, pongamos de salud, se presentan tres posibilidades:
Una, se muere y no aprende nada de ello
Dos, se muere pero aprende algo de ello, aunque no lo suficiente como para haber revertido la situación límite. Quizá prendió lo que necesitaba aprender en esta ocasión-vida
Tres, aprende y entonces no se muere, porque ha aprendido lo suficiente como para no morirse y a cambiar las circunstancias internas y personales, y quizá también las externas.
-. La humanidad se encamina a pasos agigantados hacia una situación límite, no solo para la supervivencia para la inmensa mayoría (y quizá de extinción de la raza humana), sino hacia una situación de esclavitud a manos de una minoría, lo cual es quizá peor desde el punto de vista de la posibilidad de despertar un día a lo que es nuestra propia naturaleza libre y manifestarla.
-. Puedes contarle a quienes lo quieran leer y comprender, cuál es tu punto de vista y tu experiencia en esta vida, como tu contribución a la posibilidad de cambio de consciencia de quienes sois pero que habéis olvidado.
-. Cuanto más hablo con la gente, más percibo que una gran parte de la sociedad occidental ya es consciente de que nos encaminamos hacia un precipicio de consecuencias catastróficas sin precedentes, especialmente en los ámbitos medioambiental y económico. Pero poca gente contempla la relación que ese devenir tiene con el enorme grado de pérdida de libertades que estamos experimentando en los últimos tiempos, ni contempla la posibilidad de que el devenir de la historia esté en manos de unos pocos que directa o indirectamente controlan el dinero y el poder político y militar. Y también muy poca gente es capaz de admitir que, votemos a quienes votemos, cada cuatro, o a lo sumo ocho o doce años, el desencanto es tan alto que votamos al supuestamente lado opuesto ideológicamente hablando, sin darnos cuenta que unos y otros hacen básicamente las mismas políticas socio económicas, maquilladas con diferencias ideológicas que en verdad nada mejoran la base de nuestras vidas, al contrario, nos despistan de lo verdaderamente importante, que no es la economía, ni la ideología, sino la mismísima libertad. Así que muy poca gente es consciente de que estamos viviendo una progresiva pérdida de la capacidad, ya muy escasa, de incidir en las decisiones (políticas y económicas) que gestionan nuestras vidas, porque nos estamos dejando gobernar por quienes nos consideran meros animales de producción. Nos consideran seres inferiores y hasta cierto punto, estúpidos y despreciables. Piensa, cómo si no, pueden ocurrir las cosas tan terribles como que esas personas, que se sienten superiores y que controlan los hilos del planeta, consigan engañarnos para que vayamos a matarnos los unos a los otros mientras ellos se enriquecen, o que pensemos que la competitividad entre seres humanos es algo natural cuando es evidente que es todo lo contrario, que lo innato es colaborar y ayudarse, o que pensemos que la tecnología nos va a salvar de la hecatombe medioambiental cuando es precisamente el uso que de ella hemos hecho y estamos haciendo cada vez más, la causa de dicha hecatombe, o que no seamos capaces aún de comprender que no necesitamos ni la competencia ni tanta tecnología para vivir felices, vivir completos, vivir en paz mental y física. De todo ello ya somos más o menos conscientes, pero ¿cómo es posible que no reaccionemos ante tanta evidencia y tanto sufrimiento? Con nuestra actitud ciega, esclavista y sumisa, los del vértice de la pirámide del poder tienen todas las razones para considerarse superiores y considerarnos a los demás estúpidos y despreciables, y tratarnos como animales de granja y esclavos (con distintos niveles de esclavitud, eso sí).
Ellos quieren que creamos que la tecnología es la solución, entre otros, a los problemas de salud que se han disparado especialmente por la contaminación del medio ambiente que dicha tecnología ha generado en las últimas décadas. Ellos nos mandan a morir a las guerras, mandan a sus fuerzas de seguridad (que en realidad los protegen a ellos de nosotros, cuando debería ser al contrario si estas fuerzas de verdad se pararan a pensar qué hacen y a quien juraron servir) a apalear a la ciudadanía cuando se revela ante medidas liberticidas, nos mandan competir entre nosotros para poder sobrevivir manteniendo trabajos cada vez más enajenantes, aburridos, innecesarios, y nos fuerzan a tantas y tantas otras acciones inhumanas a las que accedemos mansamente. Y todo ello lo consiguen a través de las leyes y decisiones tomadas por los políticos que elegimos periódicamente, esos políticos que en realidad no deciden nada, sino que son meros transmisores de las decisiones de quienes en el fondo controlan cada Estado, y últimamente más de uno. Todo ésta inconsciencia generalizada está llegando a un punto en que se va a volver drásticamente contra nosotros, de hecho ya lo está haciendo. Mucha gente ya lo está previendo, lo está sintiendo: “esto va a reventar por algún lado” es ya un sentir extendido entre las personas con quienes comento cómo está el mundo. El problema es cómo vamos a reaccionar cuando reviente, porque lo más seguro es que reviente. Quizá nos engañen haciéndonos creer que ha reventado de forma mucho más dramática y extensa de lo que realmente lo ha hecho… ya sabes, para eso utilizan eficazmente sus medios de desinformación oficiales u oficiosos como la cadenas de televisión, noticias, periódicos, películas, etc., casi todos en las mismas manos. Ellos saben bien que ante el miedo, y más aún ante el pánico, los seres humanos tendemos a dejarnos robar las libertades con medidas de supuesta protección ante las situaciones que el poder mismo ha creado, aunque la gente no lo sepa. “Problema, reacción, solución” es su modus operandi, y les ha funcionado desde siempre, y les sigue funcionando porque la inmensa mayoría de las personas ni lo sabe, ni peor aún, lo quiere saber. Ellos generan el problema, conocen y manipulan la reacción pública, y después proponen la solución que ellos querían imponer, salvo que esta vez con la total aceptación y mansedumbre de la gente, que encima queda agradecida. ¡Es patético!
La inteligencia artificial (IA) es un claro ejemplo de hasta dónde nos estamos engañando en este juego absurdo y macabro de dejarnos auto engañar con las maravillas de la tecnología y la falsa idea de la inevitabilidad del progreso de la tecnología. Según algunos expertos, aquellos que ya se atreven a hacer público lo que saben de primera mano, la IA va a eliminar a corto plazo una enorme cantidad de puestos de trabajo, y a medio plazo, es decir, en dos o tres décadas, la IA va a hacer que las personas no seamos necesarias para producir nada, porque ella misma será capaz de hacerlo todo, “mejor” y “más barato” (para algunos). ¿Y qué hace el dueño de un rebaño cuando sus animales no le valen porque ya no producen?… los manda al matadero. Es verdad que siempre harán falta algunos elementos de control, para pastorear al rebaño: perros y pastores. Pero al paso que vamos con la IA, en pocos años ni éstos serán necesarios, ya que pastores y perros serán autómatas de IA. Al final, solo necesitarán a los sirvientes humanos que sean necesarios para mantener sus robots de vigilancia; perros y pastores serán, a su vez, eliminados. Quedará también el rebaño humano de tamaño adecuado, que será el logro de su poder esclavizador y la consecuencia de nuestra rendición.
No creo que la intención de los que controlan el planeta sea acabar con toda la humanidad, porque lo que ellos necesitan es sentir el poder total y absoluto, así que su verdadera intención bien podría ser ejercer una dominación total sobre los seres humanos, privándonos no solo de toda libertad sino, lo que es peor, de toda necesidad de ser libres, desvirtuando para siempre el concepto de libertad hasta convertirlo en mera supervivencia desprovista de todo interés más allá de comer, vestir, sexo, y ocio. Su objetivo bien podría ser establecer “Un mundo feliz” de Aldous Huxley (Brave new world”, en Inglés).
Los consumidores que queden “vivos”(un número suficientemente alto como para poder ejercer un control sobre una enorme cantidad de humanos, pero lo suficientemente pequeño como para controlarlo y no poner en peligro la biología del planeta) serán, aparte de los situados en la punta de la pirámide socio económica, los animales del propio rebaño, que vivirán enjaulados en sus pisos bajo el control del gran hermano, así como los dueños de los rebaños y sus sirvientes mantenedores del sistema. Y en un futuro no muy lejano, ya no necesitarán apenas perros ni pastores autómatas, porque ya están consiguiendo que las ovejas nos vigilemos entre nosotras comportándonos como nuestros propios carceleros – guardianes delatores, traidores, justicia corrupta desconectada de lo humano, inoculándonos ideas basadas en mentiras (que las propias ovejas hemos querido aceptar como verdades) como que quienes se salen del rebaño son peligrosos y que lo adecuado para mantener el orden además de ser lo legal y por ende justo e indiscutible es denunciarlos, o con la idea de que quienes nos gobiernan y controlan están más preparados o son los que mejor pueden hacerlo y por ende nosotros somos inferiores, o con la falsificada idea de que somos incapaces de ponernos de acuerdo incluso a pequeña escala (en realidad a cualquier escala mayor que la familia, y ya veremos…) y que por eso necesitamos (creemos necesitar) de quienes decidan por nosotros en todos los aspectos de la vida. Incluso ya en el ámbito de la familia “necesitamos” que nos digan qué y cómo tenemos que hacer, etc. O con la falaz idea de que la democracia que tenemos es el menos malo de los sistemas y que vivimos con el mayor grado de libertad que ninguna otra sociedad ha vivido nunca. Cierto es que todas estas mentiras han podido establecerse y las hemos aceptado porque hemos renunciado en masa a querer saber la verdad. La verdad primero de nosotros mismos como individuos, y como consecuencia de ello, la verdad sobre todo lo demás que nos ocurre como sociedad humana. Habiendo renunciado a la voluntad de conocernos y de saber la verdad, hemos abierto el camino a que quienes han visto esta debilidad, se hayan erigido en guías, dictadores, profetas, políticos y demás (todos ellas personas muy desconectadas de sus almas), para controlarnos, mandarnos, instruirnos (a su manera), y dirigirnos hacia una situación dónde cada vez delegamos más poder en esa supuesta élite para que nos limiten más la verdadera libertad. Una libertad que se anhela cuando descubrimos Quiénes somos (es decir, nuestra verdadera naturaleza no material ni siquiera mental) y en consecuencia decidimos qué clase de personas queremos ser y qué queremos hacer con ello, pero que se deja no solo de anhelar sino de apenas valorar cuando nuestra visión de nosotros mismos se va limitando a seres meramente biológicos que solo parecen necesitar comida, techo, algunos días de vacaciones, y cada vez más ocio y distracción, para evadirse del sufrimiento y posiblemente no tener tiempo de pararse a pensar en esa degeneración de libertad que como humanos estamos aceptando y que nos avoca a una esclavitud (cuasi) animal.
Para poder salir de este camino al abismo creo que sería necesario plantearse en serio lo que significa ser un ser humano, para qué existe y qué es capaz de hacer y experimentar más allá de sus aspectos más animales como sobrevivir, ejercer el poder sobre otros, dominar y ver el sexo como algo únicamente animal.
Y yo me pregunto: si nos mandan a la guerra engañados, y vamos convencidos. Si nos envían a las fabricas y a trabajos que no solo no nos sirven para realizarnos como seres humanos sino que son enajenantes, y vamos voluntarios, jodidos pero voluntarios, si nos dicen que tenemos que competir entre nosotros para que nuestra empresa sobreviva y podamos así sobrevivir, y vamos convencidos de ello cuando en nuestro interior sabemos que competir, salvo que sea en juegos de diversión, es algo totalmente innecesario y antinatural (a menos que nos hayamos creído su sucia mentira de que los seres humanos somos animales que tenemos que luchar entre nosotros para la supervivencia (darwinismo social)), además de ser algo que va en contra de nuestra experiencia profunda, cuando la realidad es que lo que nos gusta a la inmensa mayoría de los seres humanos es reunimos para colaborar y hacer cosas juntos, desde actividades intrascendentes como jugar, construir algo juntos, hasta el compartir lo que tenemos y recibir lo que otros con generosidad, alegría y consciencia aportan para compartir, etc. Si todas esas cosas nos imponen y accedemos voluntariamente, ¿de qué nos quejamos?
¿Por qué los seres humanos no nos creemos capaces de reunirnos para tomar las riendas de nuestra vida en comunidad y marcar las líneas socio económicas a seguir, sin necesidad de creer que tenemos que elegir para ello a quienes ya han demostrado una y otra vez que están, como poco y siendo benevolentes, totalmente incapacitados para hacerlo para el bien de todos? ¿O es que aún nos seguimos creyendo que es necesario y natural que unos tengan que estar mal para que otros tengan que estar bien, o en otras palabras más exactas, que no hay suficiente para todas las personas? ¿Cuál es la idea mentirosa que nos han inculcado (y que hemos aceptado) como una verdad natural del ser humano, que impide que seamos capaces de auto gobernarnos y no explotarnos unos a otros? ¿Que no somos capaces de hacerlo sin ellos? ¿Que esa es la forma natural de ser del ser humano? ¡Pero si nuestra vida diaria fuera del trabajo y del estrés, es una demostración de todo lo contrario! Disfrutamos más cuando compartimos, cuando llegamos a acuerdos dónde todos salen beneficiados. Disfrutamos más de la vida cuando no tenemos el estrés del miedo a la supervivencia. Disfrutamos de los demás seres humanos y de compartir cuando no los vemos como contrincantes y peligrosos sino como hermanos y congéneres con las mismas preocupaciones, los mismos problemas, las mismas inquietudes, y las mismas ganas de ser felices que nosotros. Aún seguimos manteniendo, aunque no sé por cuanto tiempo, el impulso natural de ayudar a quien se encuentra en dificultades, ya sea en la calle, en un accidente, en una catástrofe o en un atentado, durante una enfermedad, etc. Pero el miedo y la desconfianza de unos hacia otros que no están inculcando bajo el falso sentir de que todo el mundo es (o puede ser cada vez más) peligroso y no de fiar, etc., está incluso acabando con ese divino impulso de salirnos de nuestra comodidad y comprometer nuestra seguridad para ayudar a quien lo necesita, aún a riesgo de nuestra salud e incluso de nuestra vida. ¡Eso es Amor!, pero hasta con eso están intentando acabar. Y yo diría que con mucho éxito. En muchos lugares del planeta el falso miedo a ser engañado, atracada, etc. inculcado desde arriba por falsas noticias y películas impide a la gente comportarse ya como seres humanos, forzándose a violar su naturaleza más sagrada para comportarse con frialdad, indiferencia y hasta con violencia, aprovechándose del sufrimiento, la debilidad y la necesidad de otros para atracarlos, robarles, abusar de ellos, chantajearlos, etc. Hasta estos extremos estamos llegando, y más allá vamos a llegar si no cogemos las riendas como humanidad de nuestro destino común.
Los seres humanos solemos tener la mala costumbre de ponernos al límite para (o antes de) decidir cambiar, aunque eso implique más sufrimiento del “necesario”. También parece la única forma que hemos encontrado a lo largo de la historia para decidirnos (o forzarnos inconscientemente) a cambiar… lo cual es significativo y muestra la inmadurez como sociedad y como individuos.
Pero bueno, es la forma en que funcionamos como individuos y como sociedad, y quizá sea ésta la forma en que en esta ocasión tan extrema, y que con total certeza se volverá aún más extrema, seamos capaces de cambiar de forma de pensar y de vernos a nosotros mismos como somos, y como consecuencia a los demás como quienes realmente son, y actuar en consecuencia.
¿Por qué hemos llegado a esta situación tan extrema de deshumanización e inconsciencia?¿De dónde hemos sacado la absurda idea de que necesitamos que una minoría de personas, elegidas supuestamente haciendo un acto de libertad (democracia “representativa”), nos tengan que dirigir?¿Qué pensamientos tan intensamente desvalorizadores de nosotros mismos tenemos tan profundamente incrustados que no nos dejan darnos cuenta de hechos tan evidentes como que los políticos no representan nuestros verdaderos intereses (y por lo tanto no tienen legitimidad para representarnos), ni son aptos para tomar decisiones de gobierno (a la vista está que cada poco los cambiamos por inútiles, además de corruptos, mentirosos, etc.), ni tienen interés en ayudarnos a mejorar el país (¡o aúno nos hemos dado cuenta de ello tras más de 40 años de supuesta democracia!)? ¿Y qué hacemos ante todas estas y otras evidencias similares? Parece que nos gusta que nos jodan, que nos empobrezcan, que nos reduzcan las libertades, que nos engañen, y demás lindezas. Este comportamiento mezcla de suicidio colectivo y ceguera mental tiene una clara explicación y unas causas evidentes, que apenas nadie quiere reconocer. ¡Veámoslas!
La cadena histórica de cesiones de poder de decisión por parte de la humanidad hacia unos pocos individuos, en vez de conservar la toma de decisiones en el conjunto de las poblaciones, es la causa básica de que el planeta esté en manos de unos pocos, comparado con el total de la población. ¿Y cómo es posible que hayamos llegado a delegar lo más sagrado que es la libertad en manos ajenas, y lo que es más grave, estemos convencidos de que es lo mejor, lo lógico, lo natural, etc.
Según investigadores serios e independientes (ésto último es fundamental para dar credibilidad a sus estudios y divulgaciones) en España ha habido épocas en que todas las decisiones de muchas poblaciones eran tomadas por el conjunto de la misma: las agrarias, las defensivas, las laborales, las de reparto de tierras de trabajo, las productivas, las formativas o educativas, etc. El poder centralizador, ya fuese el imperio romano, los árabes o los reyes católicos y ahora el estado han tratado siempre de eliminar este sistema por varias razones bien comprensibles: porque crea seres humanos con un altísimo grado de libertad que por esa misma razón no se pliegan a decisiones externas que alteren su sistema de vida (que es lo que el poder centralizado pretende desde siempre). Porque genera además eres humanos que exponen sus puntos de vista, dialogan, discuten pero saben llegar a acuerdos consensuados de conveniencia mutua y general, aspectos que el poder centralizado tiene que evitar a toda costa si quiere imponer sus ideas.Porque crea comunidades que tratan y tienden a ser autosuficientes (lo cual no quiere decir que no intercambien bienes y conocimientos con otra comunidades) sino que no dependen de fuera para su supervivencia ni para fabricar sus bienes de (al menos) primera necesidad, siendo así (casi) invulnerables al capitalismo, a la especialización territorial, a la especulación, a la ley antinatural de la oferta y la demanda (que no olvidemos incrementa los precios cuando más necesario o escaso es un bien, llegando a establecer precios prohibitivos para personas debilitadas o carentes de recursos que el resto de la sociedad acepta como natural). Esos estudiosos han demostrado que en esas poblaciones auto gestionadas no había grandes diferencias de niveles de vida porque no se entendía el poseer y acumular algo que otro necesitara, y mucho menos especular con su precio. Se basaban en un sentimiento de verdadera hermandad, de Unidad que se ha perdido. Suena a utopía humana, pero en España han existido, y también que yo sepa en Europa. Los últimos coletazos de pueblos en la Península Ibérica que trataron de luchar contra los efectos perniciosos de la centralización estatal (siempre dictatorial aunque se disfrace de democracia) como la llamada a filas para defender las colonias, el trabajo asalariado que no es más que una forma de reducción de libertades que roza una forma de esclavitud y explotación “suavizadas”, y la hacinación en ciudades insalubres, desconectadas de la naturaleza y deshumanizadoras dónde cada vez más las poblaciones se hacen dependientes de casi todo, sobre todo de la alimentación, del transporte y la energía controlados por grandes empresas que tienden a aliarse con el poder (cuando no lo detentan ellas mismas), esos últimos coletazos de libertad fueron aplastados primero por la segunda república y después por Franco. Sí, también por una Segunda república vendida al capitalismo aunque quisiera vestirse de defensora de los “derechos” de los trabajadores(-esclavos).
Si la delegación, en unos casos, y la pérdida forzada, en la mayoría de los casos, de la toma de decisiones y la autogestión colectiva en el conjunto de las poblaciones es la causa básica de que el planeta esté en manos de unos pocos (comparados con el total de la población), las maniobras del poder centralizado son las causas activas. Es decir, aquellas poblaciones y núcleos poblacionales no cedieron voluntariamente y de la mañana a la noche sus libertades, sino que fueron sometidas por la fuerza, el engaño, la traición y la ambición. En definitiva, siempre hay individuos dispuestos a traicionar a los suyos por poder y dinero, siempre hay individuos desconectados de sus sentimientos y de su verdadera naturaleza espiritual lo suficiente como para vender su alma al diablo del poder y del dinero, y siempre hay individuos tan desconectados de su esencia que no ven a los suyos más que en los de su entorno inmediato como la familia y allegados, habiendo perdido el sentimiento de consciencia de hermandad entre los seres humanos, allegados o no. En definitiva, individuos a quienes el miedo, de una u otra forma, impide sentirse humanos en su más amplio significado. No solo nobleza, señorío, realeza y dictadores, que es lo más visible y fácil de identificar, sino además burguesía, militares, capitalistas, empresarios y sobre todo políticos profesionales han sido necesarios para crear la cadena de ordeno y mando que ha permitido que unos pocos consiguieran doblegar a unos muchos. También es cierto que la falta de unidad, entre otras razones, de las gentes libres es una de las causas básicas de la derrota de la libertad frente al poder esclavizador de la centralización del poder. La otra, como acabamos de ver, la ambición de poder y control sobre los semejantes (habría que ver si al desear control y poder, se deja de ver a los demás como semejantes en todas sus facetas, y más como inferiores, y por ende, dominables, esclavizables, indignos, etc., y en cierto modo prescindibles en diferentes grados según el propio grado de desconexión de los sentimientos del que anhela poder sobre otros, es decir, según el propio grado de desconexión con su Alma). La desconexión con el Alma, que se traduce entre otras en la pérdida de sentimiento de hermandad (o fraternidad) más allá de la hermandad familiar o identidad nacional, es, en última instancia, la causa básica de la situación de separación total en casi todos los aspectos de la vida moderna que padecemos en estos momentos. La clave del desastre actual es esta pérdida del sentimiento de hermandad (una hermandad o fraternidad que cuando es pura, genera automáticamente la necesidad de igualdad y libertad para todos sus miembros… ¿les suena el lema de esa gran farsa que fue la revolución francesa?). Si aún creen ustedes que la revolución francesa fue un acto de liberación del pueblo, es que ni han entendido nada ni lo han pretendido saber, y su visión de la libertad anda bastante restringida, limitada. Encarcelada diría yo.
Así que si seguimos creyendo que la democracia que padecemos, que no es representativa aunque nos lo hayan querido hacer creer (y nosotros hayamos tragado ciega y voluntariamente), es el menos malo de los sistemas políticos posibles, ya saben ustedes que no es verdad, no solo por lo que he contado más arriba, sino porque no es representativa en absoluto. Ni los políticos son una representación de la población, ni la forma de elegirlos es libre (vienen ya impuestos en sus listas y en sus partidos), ni la forma en que se toman las decisiones de gobierno son representativas, ni nada de nada en una democracia actual es realmente un reflejo de libertad. Toda la población es consciente de ello, no solo los mismos políticos y quienes los controlan y dirigen (lo que realmente es el Estado (Estado profundo), sino que en el fondo, la gente es ella misma consciente, en mayor o menor grado. Pero nos han secado tanto el ansia de libertad, la capacidad de reflexión independiente, y el deseo de buscar las verdades, que nos hemos acostumbrado a vivir en un sistema esclavizante relativamente suave. Y como el verdadero poder sabe mucho, ya se encarga de difundir mediante los medios de desinformación y manipulación de masas (que hoy en día son prácticamente todos, salvo honrosas excepciones) de meternos miedo al hacernos llegar, por todos los medios a su alcance y la complicidad de muchos esquiroles muy bien pagados, el sufrimiento infringido por regímenes dictatoriales y violentos, que en un grado aún más severo han restringido las libertades básicas de la población, y se sostienen sobre el terror y la violación cuasi total de derechos. Ante el miedo justificado que nos generan esas imágenes y el lógico terror de poder llegar un día a vivir bajo un régimen tal, las democracias occidentales bajamos el listón de nuestra definición y necesidad de libertad hasta el nivel que el poder en la sombra necesita para imponernos sus ideas y políticas de todo tipo. Y son los políticos profesionales, generalmente corruptos y ambiciosos al estar profundamente desconectados de su esencia, su alma, quienes hacen de correa de transmisión entre ellos (los que realmente detentan el poder) y la masa social, llegando el engaño al punto de que aún hay mucha gente, la mayoría diría yo, que aún cree que las decisiones del país las toman los gobiernos. Cada vez más los políticos y gobernantes obedecen las directrices del poder a la sombrea, ya sean bancos, multinacionales, organismos internacionales (FMI; OTAN; Banco Mundial, ONU), etc., cada vez más concentradas en manos de los mismos individuos. Cuando votamos a esos políticos, les hacemos el juego a los que tienen el verdadero poder y justificamos y reforzamos nuestra propia pérdida de auténtica libertad.
Así que no te engañes ni te dejes engañar. Cada vez que votas para elegir “democráticamente” a los políticos que te han de limitar la libertad, no estás haciendo un acto de libertad, sino un acto de enajenación de tu libertad y de la de todas las demás personas, voten o no. Estás dejando tu libertad en manos de otras personas que, como ya deberías tener claro, solo sirven para que te creas que ellos redactan las leyes, mientras que la realidad es que ellos solo son los que parecen que trabajan para ti, pero en verdad son esbirros transmisores de las decisiones que se toman más arriba, por las personas de poder que forman el Estado y otras estructuras de poder supranacionales. Pero el juego es muy claro: Los políticos profesionales son la correa de transmisión entre el poder y la gente, el engranaje que hace que te creas que cuando votas estás siendo protagonista de tu libertad y que en cierta medida tú decides, conjuntamente con los demás votantes, tu futuro. Pero nada de eso es la verdad, sino todo lo contrario. Cuando votas, estás yendo en contra de tu libertad y de la de todas las demás personas. Estás pues siendo cómplice de la externalización de tu libertad y de la de los demás en manos de quienes no tienen escrúpulos haciéndonos creer que ellos van a legislar y trabajar para ti, pero que en realidad solo lo simulan, no siendo más que portavoces y marionetas de las decisiones tomadas por los sicópatas que realmente toman las decisiones socio económicas, que constituyen lo que llamamos el Estado: familias poderosas, funcionarios de alto nivel, etc.
En definitiva, votar significa rechazar tu libertad para tomar tus decisiones de forma responsable y con la firme voluntad de llegar siempre a un acuerdo satisfactorio con y para el resto de la gente. Así que votando, estamos dándoles a otros el timón de nuestras vidas, y el yugo de nuestra libertad. Al votar, así como con cualquier decisión consciente o inconsciente que genera dolor o sufrimiento, los humanos “negamos nuestras propias creaciones. Ésta es una falta total de honradez intelectual y espiritual que nos permite aceptar un mundo cuyas condiciones son como son. Si sintiéramos desde lo profundo nuestra responsabilidad personal al respecto del mundo, éste sería un lugar muy diferente. Que esto sea manifiestamente obvio es lo que lo hace tan patéticamente irónico” (frase tomada de Conversaciones con Dios , de Neal Donald Walsh). Cuando votas a unos supuestos representantes democráticos, no solo no estás haciendo un acto de libertad (como te engañan quienes quieren que les des tu poder), sino que por el contrario, estás socavando tu libertad y la de los demás seres humanos. A quien te diga que no tienes derecho a protestar si no has votado, deberías poder decirle con total convicción que esa es su pobre visión de las libertades y derechos que las personas tienen por el mero hecho de ser humanas. Y decirle además que quienes no votamos por consciencia, no solemos protestar porque sabemos que de nada sirve. Eso no significa que tengamos menos derechos que quienes sí han votado. Por el contrario, se le puede argumentar que votando a los políticos profesionales están reduciéndose ellas mismas a meros instrumentos del poder, a cómplices inconscientes de la manipulación desde el poder, un poder que ellas mismas refuerzan con su voto inconsciente, y que por lo tanto están reduciendo mis derechos y los suyos propios, así como los derechos de todos los demás ciudadanos, y por extensión, los de todo el planeta. Pero no le será fácil comprenderlo, por dos razones: una, porque es una información que tomará como una agresión, y ante una agresión es difícil abrirse a la comprensión. Y dos, por ignorancia, ya que desconoce cómo funciona de verdad la democracia occidental, quiénes detentan el verdadero poder, cuál es la cadena de mando, cuál es la función de los políticos profesionales en dicha cadena, etc. Sin esta información de cómo está establecido el poder de los Estados y sus cadenas de poder y mando, es muy difícil que esa persona pueda aceptar el papel de la política profesional, la no representatividad de la misma y la falta de libertad al votar a esos supuestos representantes, y finalmente el perjuicio que se genera a sí misma y al resto de su sociedad y, por extensión, de toda la humanidad cuando vota. La ignorancia voluntaria es una triste y patética realidad masivamente extendida en nuestra sociedad.
La idea que sobre la libertad está imponiéndose en el planeta y su íntima relación con el tipo de democracia no representativa que hemos aceptado cobardemente como el menos malo de los sistemas de gobierno, es un reflejo dramático y patético de nuestro miedo a ser libres, a ser responsables de nuestro futuro, y a estar dispuestos a escuchar al otro aunque tenga ideas diferentes y a ponernos de acuerdo y sentir la alegría de compartir como hermanos, como la mejor y única forma de auto gobierno que podría sacarnos del descarrilamiento global al que vamos de cabeza, además de crear sociedades con un alto grado de alegría vital generalizada. Cuando votas, votes a quien votes, contribuyes inexorablemente al descarrilamiento del planeta. Y cuando además votas a unos por el miedo a que ganen partidos de ideología contraria, estás siendo engañado, porque las decisiones que de verdad condicionan profundamente tu vida no las toman los políticos. Y si además no eres capaz de vislumbrar un sistema de gestión política que de verdad proteja la libertad, es que tu verdadera esencia como humano está muerta.
Cuando votas, nos esclavizas y te esclavizas, y nos condenas a un futuro sin esperanza de libertad.
¿Quieres contribuir a cambiar el mundo? Entonces, no votes.
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