En el orden del día del 9º Encuentro hay varios puntos referentes al rearme, la militarización y el avance hacia una nueva guerra mundial interimperialista. Pero no existe ninguno explícito ante el final -tendencial- del Estado de Bienestar en Europa, asunto bastante relacionado con aquél. La reciente declaración del gobierno alemán sobre que aquél “ya no puede mantenerse” pone sobre la mesa el asunto. Máxime si sólo unas semanas antes, el Estado alemán ha informado que en 2026 reintroducirá el servicio militar.
EL FINAL DEL ESTADO DE BIENESTAR
En mi libro “El giro estatolátrico. Repudio experiencial del Estado de bienestar” me declaro en su contra. En España fue impuesto en 1963 por el régimen fascista de Franco y desde entonces ha sido respaldado con entusiasmo por toda la izquierda, toda la extrema izquierda, toda la derecha y toda la extrema derecha. Sólo quienes estamos adheridos al ideario revolucionario lo rechazamos.
El Estado de Bienestar ha ocasionado males enormes y catástrofes cardinales. En un procedimiento para aportar crecidos recursos financieros al ente estatal, por medio de las cuotas que se han de pagar obligatoriamente, siendo un instrumento para la sobreexplotación de los trabajadores. Estos se ven obligados a entregar una parte notoria de sus salarios para recibir, supuestamente a cambio, unos servicios sobre los que no tienen ningún control, los cuales son de mala calidad, opresivos, humillantes, degradantes y, sobre todo, tóxicos y destructivos de la persona tanto como de la vida social.
Por medio del sistema de pensiones a jubilados y discapacitados, el Estado ha ido destruyendo las unidades naturales de convivencia de las que se han servido las clases populares durante siglos. En primer lugar, la familia. Primero arrasó a familia extensa y después a la familia nuclear, hoy en liquidación. También destruyó las relaciones de vecindad, que hasta su implantación fueron decisivas. Con todo ello, redujo al sujeto medio a ser solitario, insociable e inerme, cuya capacidad de resistir al ente estatal y al gran capitalismo ha quedado radicalmente disminuida, por esa su primordial soledad.
Dicho solitario es, además, un enfermo psíquico crónico en bastantes casos, pues el ser humano está hecho para la convivencia, la sociabilidad, el afecto y el amor, no para recibir una escasa suma de dinero, en la forma de pensión o prestación, con la que satisfacer malamente sus necesidades biológicas.
El Estado de Bienestar impulsa a la persona a buscar una “elevada” pensión de jubilación, en vez de encaminarla hacia la constitución de una familia en la que tener y criar hijos. Antaño eran éstos quienes atendían a sus padres y madres en la vejez, lo que contribuía a que la natalidad fuera suficiente. El principio de “pensiones sí, hijos no”, propio del mencionado Estado de Bienestar, ha llevado a la calamidad demográfica en curso, que pone en peligro la existencia misma de la humanidad.
Al devastar el impulso natural a la paternidad y la maternidad, ha ido asolando una de las principales formas del amor y el afecto, aquella que se dan entre padres e hijos. De ahí ha resultado una sociedad del desamor, que resulta ser invivible además de inviable, como lo demuestra el ascenso de las enfermedades del alma, emocionales y psíquicas, en las sociedades con Estado de Bienestar. Paralelamente, ha triturado el erotismo, el amor carnal y el sexo, reduciéndolo a una frivolidad hedonista, tediosa, fútil y ramplona, al haber perdido su tan elevada como magnífica función principal, crear vida, generar vida humana.
Todo ello ha tenido como objetivo verdadero hacer que el Estado sobredomine al individuo, lo tenga atrapado absolutamente, al haberlo sacado de las relaciones y redes familiares, vecinales y otras afectuosas naturales, desde las cuales puede resistir con mayor éxito las agresiones del Estado y las demasías del capitalismo.
Víctima de sus propias contradicciones, lastrado por su naturaleza monstruosa y radical inhumanidad, el Estado de Bienestar ha llegado a su final tendencialmente. Ahora, una tarea de las élites del poder es irlo desmontando paso a paso. Pero sólo en lo referente a lo que “aporta” a la persona, pues las cuotas y los pagos a efectuar no sólo van a seguir igual, sino que se irán incrementado. El rearme y la militarización general así lo exigen.
Con todo, el derrumbe del Estado de bienestar es, a fin de cuentas, una buena noticia, pues va a permitir establecer en la práctica los procedimientos propios de la sociedad comunal de los pueblos de Iberia en la crianza de los hijos, el cuidado de los ancianos, la atención a los enfermos, etc. Será el pueblo mismo, no el perverso ente estatal, el que se tenga que hacer cargo de tales tareas, organizado en un orden comunal. Con ello, volverá a renacer el afecto, la solidaridad, el amor, los cuidados, el sexo natural, la familia y las relaciones de vecindad. Tornaremos a ser humanos.
Pero en el periodo de transición desde la actual dictadura de la entidad estatal-mafiosa hasta la sociedad comunal futura muchas personas lo van a pasar mal, al haberse dejado llevar a una situación de aislamiento social. Ciertamente, el Estado de Bienestar no va a desaparecer de golpe, tendrá que seguir aportando pensiones y prestaciones durante un tiempo, aunque cada vez menos y cada vez menores. Esto se veía venir, de ahí que, en mis textos, he animado a las personas inteligentes a que, incluso por motivos de supervivencia personal, tengan hijos, por lo menos dos, si es posible tres y si la cosa marcha bien, cuatro, porque ellos van a ser lo principal de su futuro. Si no hay pensiones tiene que haber hijos. Y, por tanto, también familia, amor, vecindad, solidaridad, reciprocidad, ayuda mutua, hermandad. En suma, humanidad.
Todo ello es una revolución. Uno de los puntos del programa de la revolución integral comunal.
LA REINSTAURACIÓN EN ESPAÑA DEL SERVICIO MILITAR
Alemania, la jefa de la Unión Europea, ha declarado que en 2026 volverá a imponer el servicio militar en Alemania. El gobierno español, pacifista, feminista, etc., que lleva tiempo realizando el rearme, aunque falseando los datos, por el momento guarda silencio sobre el espinoso asunto del servicio militar.
El enfrentamiento entre las grandes potencias capitalistas-estatales avanza. China está logrando resultados espectaculares, como ha sido ganar para su causa a países decisivos, India, Sudáfrica, Brasil y otros, mientras que EEUU continúa retrocediendo. Trump, el ídolo de la extrema derecha conspiracionista española, no hace otra cosa que achantarse, aguantar los desaires de los imperialistas rusos y los imperialistas chinos, y, como mucho, amagar sin dar. Eso no es sólo un problema personal del ese sujeto, al que ya se le conoce como “el gallina”, por lo pusilánime e irresoluto que es, sino principalmente una demostración de la debilidad estratégica del imperialismo yanqui.
Al mismo tiempo, China impulsa a su lacayo ruso a incrementar los actos de agresión en Europa del este, para situar en este lugar el teatro principal de operación de la nueva guerra planetaria, lejos de sus fronteras, fuera de Asia y el Pacífico. Aunque Moscú tiene perdida la guerra de Ucrania[1], la presión del perverso imperialismo chino hace que esté pasando a la ofensiva también contra Polonia, para que el gran conflicto planetario tenga lugar ahí.
En el otro bando, Polonia está deseando entrar en combate contra los rusos. Devenido un país intensamente industrializado, próspero y activo, se ha dotado de un aparato militar tremendo, quizá el más fuerte de Europa en armas convencionales, de manera que necesita de una guerra, no sólo para vencer a los rusos sino sobre todo para abrir camino a su poderoso capitalismo, con el fin de convertirse en una nueva potencia planetaria.
A su lado está Alemania, en inicial quiebra económica por el apogeo en todo el mundo de las exportaciones e inversiones chinas, que están arrebatándola partes sustanciales de lo que hasta hace muy poco dominaba dentro del mercado mundial. Por tanto, desea golpear a su rival chino en el cuerpo de Rusia, con lo que no sólo se está armando, sino que va a reclutar masivamente a su juventud, hombres y mujeres, para enviarlos al frente. Todo ello con el apoyo entusiasta del feminismo, el ecologismo y el pacifismo, pues el Partido Verde Alemán es un devoto del militarismo y la guerra.
Así las cosas, el gobierno español sigue en silencio. Su bancarrota y descrédito es tan grande que no se atreve a poner sobre la mesa las consecuencias domésticas derivados del enfrentamiento militar planetario, pues eso lo llevaría al límite de sus capacidades, quizá a la catástrofe política. En particular, como es feminista, no quiere exponer la escueta verdad de que España se prepara para entrar en la guerra, en tanto que país adherido a la OTAN (donde está porque la izquierda lo metió), lo que significa que las mujeres tienen que ir a la guerra, tienen que ser soldados, tienen que matar y morir por el imperialismo y el gran capitalismo occidental, el de EEUU y el de la Unión Europea.
Con el patriarcado las mujeres no iban a la guerra, pero con el neopatriarcado feminista e izquierdista sí irán[2]. Eso es lo que hemos “progresado” con el feminismo…La ministra de Defensa, la feminista y lesbiana Margarita Robles, es una militarista fiera y obsesiva, pero guarda silencio por motivos de supervivencia política. ¿Cuánto tiempo más puede continuar así?
A su lado, callada por el momento, está la extrema derecha, neofalangista, neonazi y conspiracionista, que aquí como en otros países de Europa, parece hacer ascos al rearme y a la guerra, mostrando incluso alguna simpatía por Rusia. Pero todo eso son tretas politiqueras, pues se “oponen” al rearme mientras lo haga la izquierda en los gobiernos, de manera que, si lo realizan ellos, entonces estará muy bien. Son fuerzas sustantivamente militaristas, apropiadas para organizar la gran carnicería planetaria que se anuncia en el horizonte.
Lo importante es responder al anuncio del gobierno español, sea de izquierdas, derecha o extrema derecha, sobre que reintroduce el servicio militar con una acción contundente en la calle, así como con la organización de redes de ocultamiento, para quienes no deseen incorporarse, y con la constitución de equipos de trabajo dentro del ejército, a fin de sabotearlo desde dentro, para los que escojan esta opción.
La guerra imperialista probablemente creará situaciones revolucionarias en muchos países, que pueden y deben ser convertidas en revoluciones comunales victoriosas. Esa es la línea de acción y la estrategia de la comunidad RI.
Amiga, amigo, estos decisivos asuntos van a ser debatidos en el 9º Encuentro RI, a celebrar en unas semanas.
Te puedes informar e inscribir en 9encuentrori@proton.me
Ahí puede demandar el Orden del Dia. No dejes de leer “Bases para una revolución integral”, condición necesaria para asistir a dicho Encuentro.
[1] En ella, Rusia pierde si no gana, mientras que Ucrania gana si no pierde.
[2] Que uno de los objetivos del feminismo de Estado era y es la militarización de la vida de las mujeres, convirtiéndolas en carne de cañón, está expuesto y extensamente desarrollado en el libro “Feminicidio o auto-construcción de la mujer”, del que soy coautor.