INTELECTUALIDAD MERCENARIA

La reciente entrega del Premio Nacional de Ensayo 2014, otorgado por el Ministerio de Educación, Cultura y Deporte a Adela Cortina, debe ser objeto de un comentario. Dicho premio está dotado con 20.000 euros, más de lo que ingresa una familia media de trabajadores en un año.
 
El galardón se ha concedido a la catedrática de ética y filosofía por su obra “¿Para qué sirve realmente la ética?” sobre la ética en el mundo empresarial y también de la relación entre moral y parlamentarismo, que trata en “Ética aplicada y democracia radical”.
 
Cortina es, además, presidenta de la Fundación ÉTNOR, constituida por empresarios y directivos, académicos y otros pedantócratas, cuya meta es el análisis de “la ética de los negocios y las organizaciones”. Resulta chocarrero unir los vocablos “ética” y “negocios” pero esta autora lo hace con gran desparpajo…
 
No es para menos. En 2007 recibió el premio Jovellanos, igualmente bien dotado; ÉTNOR ha llegado recientemente a un acuerdo de financiación con Bancaja, probablemente con clausulas sustanciosas para Cortina; disfruta de los derechos de autoría de sus libros, de obligada lectura en ciertos ambientes universitarios; recibe emolumentos por conferencias, artículos, tertulias, asesoramientos, etc. En suma, ha convertido a la ética en un saneado negocio.
 
Si esta mujer fuera realmente ética haría públicos sus ingresos. Porque es una gran inmoralidad acumular más dinero del necesario para satisfacer las necesidades básicas de la existencia, dado que la riqueza en esencia es poder ilegítimo y no-ético sobre los demás y sobre el cuerpo social. Nadie que viva para enriquecerse, sea empresario o catedrática de ética y filosofía, puede ser tenido como persona moral.
 
En esas condiciones lo que hace Elena Cortina es prostituir la ética, convertirla en un discurso justificativo del poder constituido, ponerla al servicio de la clase patronal y los cuerpos de altos funcionarios del Estado, ridiculizarla y dañarla de muchas maneras.
 
Esta intelectualidad mercenaria cobra del Estado, de este, el otro y el otro Ministerio, y de la clase empresarial. Su ética está, por tanto, podrida, en una inmoralidad teorizada que justifica la codicia y el ansia de poder de las minorías poderhabientes y bienestantes.
 
Dos conclusiones se imponen.
 
La intelectualidad actual, devenida en pedantocracia, en casta social que vive para el dinero y su acumulación no puede ser más que lo que es, estéril intelectualmente. La verdad, el bien, la virtud, la ética y la belleza no pueden servirse y buscarse a la vez que el medrar y enriquecerse. Por eso lo que aquélla produce es aleccionamiento, propaganda, manipulación, mentiras astutas y taimadas. Hace falta que emerja una nueva forma de realizar el trabajo de reflexión, de producir ideas, y su fundamento último ha de ser el desinterés, la renuncia en actos a la codicia y al poder, con alejamiento de la clase empresarial y del aparato estatal.
 
La otra conclusión es que frente a quienes arrastran a la ética por el fango hemos de proclamar la necesidad de la ética y la moralidad para regir nuestras vidas. Necesitamos un sistema de convicciones que nos permita diferenciar en concreto lo miserable de lo sublime, para hacernos sujetos de virtud. Y la ética cumple esa función.
 
Precisamos de una ética natural, o ética popular, que resulte de la condición existencial misma del ser humano, como individuo y como ser social. En dos formas, una ética de la sociedad y una ética de la persona, ambas autoconstruidas. No puede haber cambio social, revolución integral, sin una robusta moralidad de la gente común que convierta al populacho en pueblo. Esto es muy diferente también de aquellos que creen que las clases populares sólo necesitan altos salarios pero no normas éticas, lo que les descubre como postulantes de la sociedad-granja, su meta permanente.
 
La revolución integral será, también, consecuencia y causa de una revolución moral. Con ella viviremos en una sociedad ética que resultará de la desarticulación de la actual, inmoral y perversa de casi infinitas maneras. En ella no habrá mercaderes de palabras ni pedantócratas. No habrá intelectualidad mercenaria.

 

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Esta entrada tiene 15 comentarios

  1. Piedra

    Que difícil es eso de mantener la cordura en un mundo absurdo. Y que difícil intentar ser honrado rodeado de ladrones, pero no podemos esperar que sean los demás quienes cambien el mundo para subirnos después al carro, si hace falta hay que inventarse otro mundo.

    Saludos.

  2. Anónimo

    Completamente de acuerdo.

  3. Anónimo

    La intelectualidad de la Revolución integral, se parece a la pedantocracia del sistema.

  4. Anónimo

    A esta señora la ética le sirve para ganar peseticas.

  5. Anónimo

    Mientras los radicales arrastrapancartas sean la voz de su amo, la pedantocracia del sistema, tendrán el gobierno que se merecen. No valen ni para aupar a su añorado Frente Popular que barrería a todos los que no piensan como ellos.

    ¡¡Adelante con la Revolución Integral, que es su hora!!

  6. Anónimo

    Félix esta vez tiene razón, pero habla como un predicador. Não gosto.

    Bruno

  7. Anónimo

    Los anarquistas tenemos la ética anarquista, muy bien interpretada por autores como Mijail Bakunin o Piotr Kropotkin.

  8. Anónimo

    Pero estos autores tienen 200 añitos y ya huelen un poco,¿no crees?¿Qué decían estos autores sobre las nuevas tecnologías,el wasap,los chats,los drones,los nuevos foros "virtuales",los hiperestadoos y las nuevas clases trabajadoras devenidas a clase media o lo que es lo mismo,sedientas de obtener el espíritu burgues?

  9. Anónimo

    Ellos no confundían ser ecologista con ser un cateto pueblerino sin recursos intelectuales que ve duendes por todas partes, y eran partidarios de la ciencia y la tecnología al servicio de las personas.

  10. Anónimo

    No has contestado porque sabes que no te interesa contestar,te interesa criticar.En primer lugar,en el Estado español son muchos millones de "catetos pueblerinos" los que hay en las ciudades.De hecho,si no fuera por éstos,no exisitirían las ciudades como hoy son,incluyendo a los catetos pueblerinos de otras nacionalidades.Sí,estos seguro que sí que los defiendes,aunque sus duendes y sus creencias sean más absurdas.
    La ciencia y la tecnología nunca estarán al servicio de las personas,pues la infraestructura de la tecnología actual(la que tú adoras)no puede ser autogestionada por cuatro hippies,así como un hospital moderno de hoy en día,que es como una ciudad dentro de una ciudad no puede ser discutido en asamblea.Si no habeis trabajado nunca en uno no lo sabreis,por supuesto.
    Con todo esto lo que indicas es que la sociedad perfecta ya ha sido alcanzada y es mentira.No era lo más importante para estos autores la tecnología o la ciencia,sino liberarse de los ultrapoderosos,y esto es a lo que tú no haces referencia.

  11. Anónimo

    Por otra parte,¿de qué forma entendían estos autores a los ecologistas,como los de hoy en día,gente dedicada a vivir como reyes?¡Curiosa forma de clarividencia la de aquellos autores!

  12. Anónimo

    No estoy seguro de que Bakunin y koprotkin,si hubiesen resucitado hoy en día,habrían visto este mundo un mundo de libertades y maravillas tecnológicas como tú lo ves,donde las voces que disienten son tachadas de "ver duendes y hadas".

  13. Anónimo

    Si, si, claro. Pero siguen sin dar ninguna respuesta decente a la megacatástrofe que está ahogando a todos los catetos de asfalto y duendes tecnologizados.

  14. Anónimo

    Te respondo que Bakunin y Kropotkin siempre lucharon contra la ignorancia, y que ellos, al igual que Murray Bookchin, nunca confundieron ser ecologista con ser un jodido cateto de pueblo y lo que eso significa.

  15. Iñaki

    No me sirve de nada eso cuando los jodidos catetos de las megaurbes se revuelcan en su insultante analfabetismo e ignoran a Bakunin y Kropotkin porque no son sus estrellas pop que suenan en sus amados centros comerciales, y encima se regodean en ello. Y mientras los ecologistas de sello, los "auténticos", los amigos de Interior, se forran guiando al Estado y al Capital entre sus escollos librándolos de las hipercatástrofes que generan.
    En fin, que cuando el anarquismo deje de ser una religión de libro y se convierta en un potente sistema de ideas liberadoras para el SXXI, igual empezamos a avanzar algo

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